Al perderte yo a ti

Hoy leí en El País, periódico español, que ha muerto el poeta Ernesto Cardenal. Y vienen a mi recuerdo sus libros, especialmente el de Epigramas, el que disfrutamos, y nos ayudó a los tímidos y a los no tanto, a hacer llegar mensajes literarios de estimación, cariño y amor, al compartir dichos poemas. Quién no leyó, arrobado, en alguna muestra artesanal, en esos trabajos que se hacen de madera, el poema al parecer anónimo que dice: "Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido; tú, porque yo era el que más te amaba y yo porque yo era quien te amaba más; pero de nosotros dos tú pierdes más que yo, porque yo he de amar a otras como te amaba a ti, pero a ti no te amarán como te amaba yo". Su autor, muchos años después lo supe: el sacerdote católico nicaragüense, Ernesto Cardenal. Ese es el verdadero poeta,  y esa es su aspiración, que muchos poemas, o uno solo, circule por todos lados, si es posible en muchos idiomas, de manera anónima o con el nombre del autor, pero que cause conmoción al lector, que modifique sentires y pesares de las almas románticas.
Precisamente hace cinco años, cuando presenté mi libro Señal de humus en la Universidad Tecnológica del Usumacinta, en la sesión de preguntas y respuestas, un joven delgado lanzó la siguiente: "¿y será que escribir poemas ayude a enamorar mujeres?" Y entre las risas de todos sus compañeros que no se atrevieron a preguntar, solté mi respuesta: "me han dicho que sí, dicen que sí". Y me acordé de cinco epigramas de nuestro adorado poeta Cardenal, y se los dije, uno de ellos, "Al perderte yo a ti", y los otros dos: "Muchachas que algún día leáis emocionadas estos versos/y soñéis con un poeta:! sabed que yo los hice para una como vosotras/y que fue en vano.  *Esa será mi venganza:/Que un día llegue a tus manos el libro de un poeta famoso/y leas estas líneas que el autor escribió para ti/y tú no lo sepas.*Me contaron que estabas enamorada de otro/ y entonces fui a mi cuarto/ y escribí ese artículo contra el Gobierno/ por el que estoy preso.     *Yo he repartido papeletas clandestinas,/ gritando: ¡VIVA LA LIBERTAD! en plena calle/desafiando a los guardias armados./Yo participé en la rebelión de abril:/ pero palidezco cuando paso por tu casa/y tu sola mirada me hace temblar.
Y todos aplaudieron al escucharlos. Uno, porque el público era de una edad entre los 18 y 20 años. Dos, porque no habían escuchado un tipo de poemas tan sencillos en su forma de expresión, y que fueran directo a su corazón y pensamiento. 
Al término del evento me pidieron los datos de Ernesto Cardenal, para conseguir sus libros. 
Toda su obra es de una belleza sin igual, por su estilo. Tanto la de poesía como la de narrativa. Mas esos libros que enamoran es el de Epigramas, que en México editó el Siglo XXI editores, un libro rojo, cuadrado, en el que vienen sus Epigramas, versión actual de los poemas de Catilo, poeta romano.
La edad viene llegando, sin prisa pero sin pausa. Y de pronto la muerte natural se hace presente. Y a Ernesto Cardenal ya los achaques de la edad lo habían llevado al hospital; ya había avisos; a los que no queremos hacer caso quienes lo admiramos. Y venturosamente había salido avante. Mas siempre, con la edad, esas salidas, de alta, que le llaman, son de manera provisional. Así es el destino de los seres vivos.
Ernesto Cardenal Martínez nació en Granada, el 20 de enero de1925 y hoy 1 de marzo del 2020 falleció en Managua, Nicaragua.  Su trayecto lo llevó por dos actividades de congruencia siendo jesuita: por el voto del sacerdocio católico y por apoyar la revolución sandinista para derrocar al dictador Anastacio Somoza. Por lo cual formó parte junto con su hermano Fernando de la dirección del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Fue fundador de la isla de la esperanza llamada Solentiname, en la cual hizo un trabajo social muy humanista, mediante la educación, cultura y resistencia. Recibió varios premios de poesía, entre otros, en 2009 el Pablo Neruda, y el Reina Sofía en 2012. El 17 de febrero de 2019 se dio a conocer una carta del papa Francisco a Ernesto Cardenal informándole del levantamiento de la suspensión a divinis impuesta por Juan Pablo II en 1984.
Perdón por la expresión, ha muerto el inmortal Ernesto Cardenal, sacerdote, escultor, poeta. 

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