Laika, Hashika o Naila2

Solovino vino solo. De pronto en ser con la piel en extremo pegado por dentro estaba frente a mi. Su mirada muy tierna y con aspiración a ser adoptado. Yo llego cada domingo a un terreno en municipio cercano. Y él puntual acechaba mi llegada. Y su mover la cola como hélice indicaba su gusto de mi llegada con su comida. Para eso recolectaba huesos entre la semana. Y cuando no había porque se imponían los veganos, le compraba su ración de croquetas o vísceras de pollo, que siempre son muy baratas. Había ocasiones que no tenía huesos recolectados ni había vísceras en el Wal. Así que le compraba un pollo en oferta, de esos que están por caducar. Le hacía fiesta con comida los domingos. Y Solovino brincoteaba de alegría, hacía piruetas ya caminaba gallardo, parecido a los caballos de espectáculo. A los tres meses, de domingo en domingo, aparte lo que lograba por él mismo entre semana, se repuso. Y a los cinco meses aproximadamente desapareció. Al año y medio se apareció de pronto, vaya sorpresa, como si fuera fantasma. Me reconoció. Lo reconocí. Le acaricié la cabeza y el lomo. Él me miraba como con agradecimiento. Ese día llegó con un conocido. Que me explicó que era de él, que había desaparecido y de seguro andaba vagando, hasta que llegó los domingos conmigo y luego regresó con él. No era de raza definida, ni eso importa. Lo digo solo para darse una idea de su aspecto. Por allí he de tener alguna foto guardada. Solo vino y solo se fue, Solovino.

Ya he dicho en otro texto que me gustan los perros. Durante mi vida he tenido varios. Ahora el amigo de un amigo puso un anuncio que regalaba una cachorra. El amigo me avisó. Y la pidió a su amigo, para mí. La primer noche aullaba literalmente por su soledad en la oscuridad. Le dijo su amigo a mi amigo que tenía ya dos meses. Yo al recibirla en adopción la vi tan pequeña que me pareció que tenía como tres semanas. Así que le compré viberón. No le de leche ni comidaGerber o cualquier cosa decías, me instruyó. "Solo croquetas para cachorro y agua".  Antes ya había ido al Súper para comprarle su correa, una cadenita muy ligera y sus trastos para comida y agua. También le compré un jabón.
Quienes la vieron por primera vez, me preguntaron por su raza y su nombre. Yo busqué fotos de raza, para ver a cual pudiera parecerse. Y mi respuesta: "es una labrador escocesa". No sé si exista esa raza, pero suena bien. "Me la encontré en la calle", mentí. Sobretodo porque no hay consenso en tener perro en casa. ¿Y quien le cantará para arrugarla? ¿Y quién le dará de comer? ¿ Y quién limpiará sus malos y olorosos poemas? "Pos yo", fue mi respuesta. Me sentí personaje de película, como la oposición de la esposa de Richard Gere, en la película Hashiko. Con un voto en contra, se ha quedado en casa. La realidad es que no hay espacio para ella.
Es color casi blanco, algunos destellos de beige o crema en supelambre. Es muy juguetona. Y trae en su gen avisar para externar sus poemas malos y olorosos. Si está amarrada los (escribe) hace lo más lejano a su aposento y lo que permite la extensión de su cadena.
La saco a pasear adormilado, casi con los ojos cerrados a las 5 de la mañana unos cinco minutos, y aprovecha para escribir. Y por las tardes también, lo mismo.
¿Y su nombre? Estaba entre Laika, Hashika y Naila2. Y le quedó este último, en recuerdo a la Laila original, que no era nuestra, pero también llegaba los domingos al terreno.
Naila2 solo aulló la primera noche. La segunda y las demás ya no. Solo cuando quiere escribir.

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