Cerrar el libro
Detenerse allí. En el tema. Y construir el abanico de opciones para seleccionar uno. Y partir de allí. Hacer o no un esquema. Levantarse por café, y de ser posible acercar también una galleta o pan de preferencia. No hay ambiente perfecto. Pero sí el posible. Con lo que se tenga a mano. Poner un disco a medio volumen. Y cerrar la puerta para que no haya interrupciones. Tener a mano mucho borrador y tijera con filo. Si escribir es borrar constantemente. Lanzar la red de los recuerdos. Asomarse a la noria del pasado. Detenerse en el tema. Uno como plan a, otro como b. Y ver todas las posibilidades de uno y otro. Si ya los tienes, todo lo demás es fácil. Todo fuera como empezar. No hay fórmulas. Ni tiene que estar lloviendo para escribir sobre la lluvia. Si los dos Emas que tienes ninguno te convence, entonces busca un tercero. El lector descubre la trampa muy rápido. Y dice: este escritor no tenía ora cosa que hacer y se puso a escribir. Yo lo puedo hacer mejor. Es su conclusión. Y cierra el libro tan pronto al comenzar. Y piensa en escribir el propio. Entonces busca el tema. Y se detiene allí.
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