Se vale soñar

  

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A cambio de no haber sido lo que he querido, he sido un poco de todo. Me ha faltado disciplina para llegar un poco más en cada rama que quiero, pero he probado aquí y allá, y eso me ha dado una modesta visión panorámica. Un poco de fotografía y redacción de textos. Un poco de periodismo y otro tanto de literatura. Y asimismo redactor de cartas de amor para quienes no saben leer y escribir. A veces creo que me engaño a mí mismo y me descubro desenmascarándome. Es cuando me miro al espejo y me digo a mí mismo: échale ganas en algo que sí puedes llegar a ser: peatón consumado.

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Y es cierto. Me encuentro cómodo siendo peatón. Camino una cuadra y quiero caminar otra. Y así poco a poco, distrayéndome en lo que veo, llego a mi destino. Reviso la aplicación de “Atletas” del teléfono y me doy cuenta que ¡he caminado nueve o diez kilómetros¡. Y es entonces me digo: sí, soy un peatón. Y me regreso feliz a mi casa y hago otro tanto de vuelta. Cansado, feliz, contento, luego de 18, 19 o 20 kilómetros.

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Cuando escucho canciones, sea del compositor que sea, voy siguiendo los versos, y pienso en la facilidad que tienen para componer. “Adoro la calle en que nos vimos” (Manzanero). Fácil. “Tú eres mi hermano del alma, realmente un amigo” (R. Carlos). Fácil. “Solamente una vez, amé en la vida” (A. Lara). “Me cansé de rogarle, me cansé de decirle que yo sin ella de pena muero” (José Alfredo Jiménez). Fácil. Y lo escribo con pena, pero siento que son versos muy fáciles. Y así puedo ir recordando versos de más de 200 canciones que me sé de memoria, y percibo que es demasiado fácil. Pero sé bien que no. Una es que ellos tienen lo que llamamos “el don”, una cualidad que les hace componer canciones y además que los demás perciban que son fáciles. Y otra es que atrás de cada canción hay una historia, una petición, y horas y hasta días de trabajo.

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Pero me estoy refiriendo a canciones muy conocidas. De seguro que hay miles y millones de compositores anónimos que tienen sus canciones, registradas o no, que sueñan conque algún cantante famoso les haga el favor de grabarla y sea un éxito, y luego de allí vivir, no de sus rentas, pero sí de la reproducción de sus canciones. Gana más el compositor por las canciones que son éxitos que el intérprete mismo.

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El compositor de “Almohada”, que interpreta el malogrado José José, es un nicaragüense que esperó a que Don Chepe Chepe llegara a una presentación a Managua, y luego lo esperó en el hotel hasta que finalmente lo vio llegar, y se presentó como compositor que le gustaría que le escuchara una canción. Y muy amable el cantante famoso lo invitó a subir a su cuarto, (ya traía la canción grabada en un casset), y mientras se arreglaba porque iba a salir de nuevo, le dijo que la cantara con guitarra, por la prisa lo escuchó poco, y listo. Adiós. Tiempo después se enteró que ya la estaba grabando Don José, y que además, generosamente la había registrado con el nombre del autor, es decir no se la apropió, como suele suceder en muchos casos.

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Y de allí, estando trabajando en una fábrica en Estados Unidos, porque huyó de la guerra en Nicaragua, (a finales de los 70s) un amigo de él le llevó el disco donde venía su canción y lo demás es historia. “A veces despierto, borracho de angustia, etc”. Y sí, claro, su autor vive de esa canción.

 

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Napoleón (no Bonaparte, sino José María) es un cantautor muy famoso, además de sencillo y humilde. De él sé que cuando su primera esposa estaba enferma de cáncer y además no tenía quién viera por ella, habló con su actual esposa para llevarla a su casa y cuidarla. Pero en relación a una de sus canciones cuenta que una ocasión estaba en casa de sus padres, recorriendo patio y espacios interiores, y veía lo vieja y deteriorada que estaba, y no tenía dinero para ayudar a rehacerla, por lo cual se sentía un fracasado, y que se dijo a sí mismo: total, nada te llevarás, cuando te marches. Y ¡plum! Se dio cuenta que el genio o la musa le estaba dictando el inicio de una canción. Tomó papel, lápiz y guitarra y escribió de un tirón la canción: “Nada te llevarás cuando te marches, cuando se acerque el día de tu final. Vive feliz con lo que tienes…”

 

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Y otra, que en una ocasión sonó el teléfono y era José José: “mi hermano estoy en Inglaterra grabando un disco, pero me falta una canción. ¿No tendrás una por allí que te sobre?” “No José, una que me sobre no. Pero tengo una guardada que creo que es para ti. Te la mando. Aún no tiene nombre, pero tú ponle el que quieras”. 

Esa es la historia de esa canción que mucho escuchamos y que dice: Lo que no fue no será; ya no vengas a buscarme; no tengo nada que darte; de tu alpiste, me cansé. Vete a volar a otro cielo…”

 

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Esos versos que he citado en los apartados anteriores los hemos escuchado tanto en las canciones respectivas,  que los hacemos nuestros. Y por supuesto que esas expresiones son nuestras cuando hemos estado en situaciones parecidas, aún antes de escuchar las composiciones aludidas. Cierto, no pensemos mucho en cuestiones materiales, que nada nos hemos de llevar cuando nos marchemos.

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Yo espero algún día iniciar uno de estos textos que escribo a diario con un “Qué creen, ya escribí mi primera canción”. O mejor aún: “Qué creen, he recibido la noticia que el grupo Pesado va a grabarme una canción”. Y entonces sí. Pero digamos que se vale soñar. Así pues, soñemos.

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