Mayo festivo
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Por lo pronto ya es viernes. Y ya 7 de mayo, cercano al 10, que es una fecha monumental emocionalmente, por el Día de las madres, y cerca también el Día del maestro, que asimismo nos mueve porque agradecemos a nuestros maestros y maesstras el que se dediquen a esa profesión y que nos haya tocado coincidir con ellos en una aula y en los patios de una escuela. Pero sobretodo hayan despertado nuestra curiosidad por asomarnos al extenso, intenso, desigual y atolondrado mundo.
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Para las madres nuestro cariño, amor y respeto. Parece lugar común decirlo, pero cabe, porque es un sentir común y general. Vaya que han sido ellas las que nos han traído al mundo, y han llorado con nosotros en nuestros dolores, y se han desvelado en nuestras enfermedades. Y no importa la edad que tengamos, siempre seremos los hijos, los niños de ellas. Ya será el mero día que escriba a detalle sobre el tema. Pero todas las madres son maravilla, hicieron milagros con nosotros, y cada hijo tiene a la madre más buena y más linda del mundo, eso dijo Martí y lo secundo.
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Y asimismo el Día del maestro representa una oportunidad para decirles cuánto les agradecemos que hayan logrado dirigir mejor nuestras vidas, nos hayan dado rumbo, ruta; y hayan sido nuestra brújula en esta vida a veces luminosa y a veces oscura y tormentosa. Bien dicen que la educación es el arma conque metafóricamente cruzamos una colonia peligrosa, que vendría siendo la vida misma.
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Ayer precisamente me habló mi maestro de civismo de la secundaria, el maestro Raúl. Platicamos unos diez minutos, con mucha emoción recíproca. Me invita a desayunar cuando vaya yo a Matamoros, y que lo haga extensivo con otros compañeros de grupo. Y mis compañeros de secundaria dicen, que al contrario, nosotros le invitemos a desayunar y le entregaríamos un reconocimiento. Y claro que no solo a él, sino invitaríamos a otros maestros para hacer de ese desayuno una comunión entre nuestros maestros y nosotros que ya estamos más grandes de la edad en que ellos nos dieron clases. Pero siempre agradecidos, por supuesto.
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De alguna manera es tradición que esperemos alumnos y maestros el mes de mayo, porque aparte que anticipa la cercanía del fin de cursos, también viene cargado el calendario escolar con días festivos, empezando por el 1, Día del trabajo, el 5, Día de la batalla gloriosa de Puebla; el tradicional 10, Día de las madres, y el 15, con el Día del maestro. Entonces a veces unos días se juntan con el sábado y domingo y es lo que tradicionalmente se llaman "puentes", pero que siempre se aprovechan para descansar, para visitar familias y fortalecer los lazos familiares, y para preparar algo pendiente sea de casa o laboral.
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En mi secundaria, el maestro Puente, de música, nos organizaba para llevar serenata tanto a las madres como los maestros en su día. Para eso utilizábamos el viejo camión Dina de la escuela, con la maravillosa conducción de Don Pedrito. Y empezábamos a las 12 de la noche, y terminábamos a eso de las 10 u 11 de la mañana. Nada de mella nos hacían las desveladas en esa edad. Solo la maestra Irma, de español, nos decía al día siguiente: "muy bueno lo que hacen, pero esas desveladas se las va a cobrar la edad". Nunca le entendimos lo que significaba eso. Hasta ahora.
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Y ya como maestro, en mi ejercicio laboral, nos correspondía organizarnos en la escuela para el tradicional festival a las madres. Y luego esperar el anuncio del aumento salarial el 15, y acudir a algún festejo organizado por el ayuntamiento del lugar, y soñar en ganar una tele o refrigerador en la rifa. Y nada. Solo una ocasión gané un par de plumas Parker. Peor es nada, me dijo un compañero. Y hace años el ayuntamiento de Nacajuca entregaba un regalo estandar a cada docente, algo así como plancha o licuadora. De esto no recuerdo el año.
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Los que no tenemos madre (viva, quiero decir) nos refugiamos en la nostalgia, en los bellos recuerdos. Y ciertamente no estamos tristes, porque ahora ellas descansan, nos cuidan como ángeles en el cielo. Escribo esto ahora que viajo a Matamoros, la tierra donde nací. Y donde pasé mis primeros 20 años, dejé mi cordón umbilical, y donde inicié mi aprendizaje de vida. Gracias a la vida, que me ha dado tanto. Estamos en mayo. La vida sigue.
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ImágenesJoan Manuel Serrat - Romancillo de Mayo -Por fin trajo el verde Mayo
Celos de amor las clavijas,/ Las cuerdas lazos de rabia,
Y relinchan impacientes/ Por salir de serenata.
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