A tiempo amar y desatarse

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Que el tiempo pasado causa dolor por la nostalgia, que el futuro causa ansiedad por la incertidumbre, no lo sé, o más bien en mi caso no. Me siento como navegante entre los tiempos. Me voy a los recuerdos, navego. Y asimismo me lanzo con visiones de futuro, navego. Y me regreso al presente donde ando como soñando y volando. 

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No vayan a pensar que ando suelto de un tornillo, es que así pasa en mi pensamiento. En ninguno de los tres tiempos naufrago.  Me siento como pez en el agua, y humano diestro en las curvas de la carretera soñada.

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Cuando navego en el pasado me voy a un mar y otro de mis etapas de vida: tanto en la playa arenosa de la infancia, como en los arrecifes de la adolescencia. A veces el recuerdo es mar bravío, y a veces mar calmo. Y nunca sufro por acordarme de fracasos y decepciones del pasado. Al contrario, los gozo porque sé que forman parte de mi experiencia y me hicieron ser este que soy. Como en una de las canciones de la Piaff, coincido en el no arrepentirme de nada, ni nunca. 


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Y cuando entro a los cambiantes sueños de futuro, es allí donde estructuro sueños y los divido entre los que pueden ser realizables y los que no. En estos últimos me divierto en gran medida, porque lo mismo hago un dueto con Silvio o Pablo, como se me hace llegar a la luna con tan solo pensarlo. En este navegar en sueños de futuro los amores imposibles no existen. Y nadie, nada, nunca, se resiste a mis deseos.

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Y en los sueños de futuro realizables, acoto de acuerdo a las circunstancias; tiene que ver con publicar algunos libros y ya. Leer otros tantos libros y ya. Ir a dos o tres pueblos o ciudades del país. Y listo. Es lo que sé que se puede. Pero los irrealizables es otra película muy distinta. He soñado con estrellas y ha sido posible estar allá lejos, en esa parte del añorado cosmos que parecía lejano. Precisamente porque solamente son sueños y ensueños.

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El tiempo es una maquina trituradora. Que en la niñez lo hace muy lento. En la juventud igual. Y solo en la madurez tritura muy rápido. Pero nadie nos dijo que mayo era eterno, nos dejó dicho el poeta. Es más, prepárate para el invierno, también nos dejó dicho. Y la vida desde niños supimos que era letal porque mata, efímera y fugaz porque se acaba. E intransferible, porque no puedes vivir la de otra persona, y nadie puede vivir la tuya.

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De niño, las personas de 40 años nos parecían ancianas. Cuando tuvimos 40, los ancianos eran los de 60. Y gulp, ahora que tengo 60, ya no sé ni qué decir. Ahora digo algo así que los años no deciden quién es viejo y quién es joven, sino la actitud. Y recuerdo la frase de salvador allende que citaba Joel Zúñiga en sus discursos: "Hay jóvenes viejos y viejos jóvenes". Rabo verdes les decía mi abuelita, en referencia a mi abuelo que sonreía y decía buenos días muchacha linda a las mujeres jóvenes. En fin que la vida va.

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En eso de que el tiempo se pasa rápido recuerdo claramente como si lo hubiera escuchado la semana pasada, al maestro Juan Pablo Puente Vallejo, mi maestro de música, que cuando cumplió 30 años, nos lo comentó en el grupo, y todos expresamos un ¡Uyyy!, onomatopeya que daba a entender que ya estaba muy viejo. Y él nos dio la siguiente lección: "ustedes tienen 15, yo 30. Cuando ustedes tengan 30 se van a acordar de este día, y sentirán que de los 15 a los 30 años el tiempo se les pasó muy rápido. Los integrantes de ese grupo tenemos ya 60, y de los 15 a los 60 siento que el tiempo pasó raudo y veloz.


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Todos tienen la certeza de saber lo que es el tiempo. No en referencia al reloj, aclaro. Sino a ese concepto que refiere a intangible, invisible, insípido, eterno, maduro y tierno, que se va, se escapa, se aleja, se va como agua entre los dedos. Ya comenté en otro texto sobre que todos los tiempos coexisten el presente, y va con el ejemplo de tres personas: la que no sabe leer ni escribir; la que no sabe de tecnología y la que domina la tecnología. Los tres viven en 2021, pero habitan tiempos diferentes.   

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Pero dejemos que la literatura en letras de Renato Leduc jueguen con el tema: 

"Sabia virtud de conocer el tiempo,/ a tiempo amar y desatarse a tiempo;

como dice el refrán: dar tiempo al tiempo,/que de amor y dolor alivia el tiempo.

Aquel amor a quien amé a destiempo/ martirizóme tanto y tanto tiempo,/ que no sentí jamás correr el tiempo/ tan acremente como en ese tiempo.

Amar queriendo como en otro tiempo,/ ignoraba yo aún que el tiempo es oro.
Cuánto tiempo perdí, ay, cuánto tiempo..."

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Y José Ángel Ferrusquía: 

"El tiempo que te quede libre/ si te es posible,/ dedícalo a mí.

A cambio de mi vida entera/ o lo que me queda/ y que te ofrezco yo.

Atiende preferentemente/ a toda esa gente/ que te pide amor.

Pero el tiempo que te quede libre/ si te es posible/ dedícalo a mí..."

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