Ayer desayuné con.mi maestro de civismo, Raúl Torres

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Mi maestro de civismo, Raúl Torres Torres, y yo habíamos acordado vernos y darle vuelo a la plática desde hace varios meses. “¿Cuándo vienes a Matamoros?”, me preguntaba por teléfono. Y por seguridad social y personal necesaria, mi respuesta era que luego de la segunda dosis de la vacuna, lo cual sucedió ya a finales de abril en mi caso. 

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“Ya sé que andas por acá. Te espero a las 9de la mañana del lunes (ayer) en el restaurant Jardines del 18”, me ordenó como un maestro ordena un trabajo para exponer, una tarea, una orden en las bandas de guerra. La orden fue suave, amistosa, cariñosa. Y en eso quedamos.

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Me gusta ser peatón. Cuando he ido a la ciudad de México, camino del hotel al lugar sede del trabajo. Y ahora en matamoros soy un peatón consumado. Así para llegar a tiempo tomo mis precauciones de salida. Pregunto por el camión. Ya sé que me acerca. Y camino algunas cuadras. Así que faltando cinco para las 9 el gps maps del teléfono me dijo “Llegaste”. Y estaba ante mí un restauran abandonado con un gran letrero de “cerrado”. Me dije: voy a esperar que llegue el maestro, que no lo sabía de las condiciones del restaurant, y de seguro iremos a otro. Hasta que me animé a preguntar a una persona que entró al amplio estacionamiento en camioneta, y me dijo: “ya nos cambiamos a la esquina”.

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Caminé raudo y las 9:03 estaba junto a mi maestro de civismo que estaba en una mesa junto a tres personas, que luego me dijo que era su esposa, sudoctora nuera y su hijo Raúl, el mayor. Hice mi saludo marcial como soldado. Junté los talones para un firmes y  mi mano de saludo en la frente. Él, vestido elegantemente con guayabera, se levantó, nos dimos un abrazo y me invitó a sentarnos a otra mesa, para platicar sin el protocolo cuando estás con otras personas, aún siendo de su familia.

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“Yo nací en Miquihuana, en la sierra de Tamaulipas. Mi padre era músico, tocaba el bajo. Así que de niño yo estaba en los ensayos y los escuchaba”, empezó como imaginando que yo tenía mi cerebro en modo esponja para escuchar todo y lograr registrar el movimiento de sus manos así como los gestos de su cara. “Mi padre murió cuando yo tenía ocho años”, así que tuve que batallar desde niño. Para mi secundaria entré de interno en Tamatán, que era un internado y la ventaja que luego seguiría con la Normal”.

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Tamatán es el nombre de una ex hacienda, grande e ilustre, entre otras cosas, por su Escuela Normal, que ha sido semillero de los mejores maestros diseminados en todo el territorio nacional. Adquirida la propiedad por el gobierno del estado en 1922, inició como Escuela Granja “Manuel González” y luego fue cambiada a Escuela regional de agricultura, denominada Escuela Práctica Agrícola en 1929. Entre 1930 y 1934 fue denominada Escuela Central Agrícola. Entre 1934 y 1942 fue Escuela regional campesina. De 1943 a 1969 fue Escuela Normal rural “Lauro Aguirre”. Recordemos que en esos años los vaivenes de la política posrevolucionaria impulsaba distintos proyectos de todo tipo, incluyendo los educativos, de acuerdo a quienes estaban en el poder. De allí se explican todos los cambios.

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De allí es el origen profesional del maestro Raúl Torres Torres, quien me cuenta que fueron los conocimientos de la banda de guerra, lo que le abrió distintas oportunidades durante toda su vida laboral. No se imagina su trabajo escolar sin la realción con las bandas de guerra y la música. Siendo estudiante de la Normal de Tamatán lo comisionan para ser instructor de banda en una escuela primaria de Jaumave. Y luego en una de Galeana, Nuevo León. 

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“Siempre me gustó primaria, trabajar con los niños, principalmente de los primeros grados. Pero el destino me ubicó en secundaria”. Cuenta que fue el director de la federal 2, donde tenía pocas horas, que un día le dijo: “te necesito de tiempo completo”, y en gestiones le ayudó para lograr dicho tiempo completo, dejando la plaza de primaria. “Inicié laboralmente en Coahuila y a los 2 años logré mi cambio; mi esposa no quería, ya se había acostumbrado allí, pero no le dije nada, hasta que un día regresé de México y le dije: ya nos vamos, tengo mi cambio a Matamoros, Tamaulipas”. 

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El maestro Raúl Torres Torres (mis padres no eran familiares, coincidió solamente en el apellido Torres) tiene actualmente 89 años (nació en 1932), y está muy fuerte. Ya hace varios años lo operaron de corazón abierto, le cambiaron una aort, dicea. Aguantó bien. “Dicen los doctores que la operación programada en cuatro horas la hicieron en tres”. Y que lo felicitaron por su resistencia, y que gracias a que ha sido deportista aguantó bien la operación. “A otro paciente de mi edad ya no lo operaron porque no iba a aguantar”, comenta ufano de su salud física.

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Desayunamos entre la plática. Emocionados ambos. Yo tratando de escuchar lo más posible. Él con la emoción de platicar con un ex alumno. Yo pedí una orden de nopales, frijoles, y barbacoa, acompañados con tortillas al parecer hechas a mano. Él nopales, frijoles y carne guisada. Entre sorbo y sorbo, la nostalgia, la alegría y el entusiasmo.

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Se jubiló en 1986, muy joven, y siguió trabajando en escuelas particulares por el placer de trabajar, siempre con bandas de guerra, música y civismo. Le digo que en la parte exterior del auditorio de la secundaria, por donde paso todos los días, está su nombre como uno de los fundadores de la escuela. le comento del maestro Héctor Urbina. "También es de los egresados de Tamatán. Varios de los egresados de Tamatán fundamos la escuela", me aclara con orgullo.

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Sus familiares estaban esperando el fin de la plática, con mucha paciencia. Finalmente le regalé uno de mis libros, el "Señal de humus", lo hojeó y leyó la dedicatoria: "para mi maestro de civismo, Profe. Raúl Torres Torres, con admiración, cariño y reconocimiento por su labor educativa. Siempre ha sido una torre de protección a donde acudimos en las vicisitudes y dificultades de la vida". Nos levantamos y me despedí del maestro con un abrazo fuerte y de sus familiares con unas palabras de presentación, de quién soy y donde vivo.

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