Toalla y lluvia

Toalla y lluvia

1
Amaneció hoy jueves a 17 grados centígrados en Matamoros, y con sol. Un climita para el deleite. Pero ayer sí que fue de pronósticos reservados con la lluvia desde las 10 de la mañana hasta las 3 de la tarde, y empujada con un viento huracanado del Norte. Era algo así que las nubes negrísimas estaban completamente rotas.  Como se dice en Tabasco en una situación semejante: “llueve tanto que están cayendo pejelagartos”. Y es mayo, no septiembre, temporada de huracanes, ni enero, temporada de frío y lluvia.

2
Y llovía y llovía. Previo yo no consulté el oráculo del pronóstico y salí rumbo al centro a pie, de peatón consumado como digo, y a mitad del camino me agarró la persistente lluvia y me acordé de la canción de Chico Ché “Ya parará”, aunque no estoy seguro que el músico malogrado tabasqueño se refiriera a la lluvia. El caso es que todo mojado me metí a una lonchería donde pedí café caliente y tres tacos de harina, para empezar.

3
A eso de las 3 de la tarde dejó de llover, pero para eso ya había inundado la copiosa agua a varias colonias, lo que vi cuando empezaron a circular fotos en internet, y me acordé de las inundaciones de Tabasco. “Trajiste el agua, Toño”, me dijo en mensaje el siempre amigo maestro y deportista Hector Arguello”. Y yo ya lo había pensado, algo así de que me siguen las inundaciones.

4
Por la tarde busqué mi toalla y no la encontré (traigo una de viaje). Ya en la noche como a eso de las 10 me acordé que la había dejado tendida sin horquillas, y me asomé al tendedero y nada. Ví hacia el patio de enseguida y allí la había llevado el viento. No quise tocar la puerta, porque la vecina vive sola y no se fuera a asustar, o los demás vecinos que me vieran fueran a pensar otra cosa. “Eres muy prudente”, me dijo una amiga. Y sí, demasiado. Al rato que termine de tomar el café y este texto haré lo conducente para recuperar mi toalla.

5
Hace tres días azotó una tromba en Nuevo Laredo, Tamaulipas. El saldo fue caída de decenas de postes de luz, anuncios espectaculares de cándidos candidatos y láminas de zinc que vlajaron por todas partes (claro, en las colonias de la periferia). Árboles caídos igualmente, esto en toda la ciudad. Y hace dos días lo mismo, aunque menos dañino, en Reynosa. Le tocaba ahora a Matamoros.

6
Decía lo de la toalla, me acabo de asomar y ya no está donde la vi anoche. Más de rato me enteraré qué sucedió. Una de dos: o la vecina la tiró a la basura, o me la va a entregar lavada con olor a lavanda y planchada (es un decir, las toallas no se planchan, creo). Mi agradecimiento de antemano.

7
Tabasco ha sido noticia mundial con lo de las inundaciones. Que yo recuerde desde que llegué a esa entidad, me impactaba la temporada de lluvias, que llovía de manera ininterrumpida un mes completo, día y noche, persistente en su sonido en las láminas de zinc. ¡Treinta días!, no exagero. Ahora llueve menos días, pero con tal intensidad que rápido se inunda la ciudad y algunos muicipios. Luego nos enteramos que si llueve en Chiapas, por gravedad baja el agua por sus ríos rumbo al mar, y en este trayecto pasan por Tabasco, y en ocasiones sueltan más aguas de las presas, y hacen que ese “aguajaral” (mucha agua) inunde Tabasco. Así fue en 1997, 2007, 2009. Y para Ripley, el año 2020 en el mes de octubre sucedieron tres inundaciones en el mismo mes. En la del 2007 el centro histórico y comercial quedó 2 metros bajo el agua.

8
A diez metros de la casa de mis padres hay una palma que está igual de alta de cuando éramos niños. Permanece y la veo igual más de medio siglo después. Cuando empezó la ruda tormenta de ayer vi que en su bamboleo, como palma borracha, se le desprendían hojas secas. Al menos vi el desprendimiento de cinco, una de llas venía en dirección a donde yo estaba, pero cayó antes, aunque yo estaba listo para raudo esquivarla. Otra hoja cayó en un alambre de la CFE, y con el viento se deslizó hasta quedar atorada en un poste frente a mi casa.  Y pasan los huracanes, tormentas, trombas, tornados y la palma (como todas las de la ciudad), allí sigue.

9
Interrumpí un ratito en esta parte porque la vecina antes de irse a su trabajo me entregó la toalla olorosa a limón, y bien doblada en una bolsa de hule, lo cual agradezco, y diez minutos de charla me dice: “ya me voy vecino, bienvenido, Porque no quiero llegar tarde a mi trabajo. Bai."

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam