Daniela y la lectura

Hablaba ayer del grupo con el que trabajé de enero a julio del 2019. El penúltimo grupo en mis años laborales en educación. Ahí realicé un intenso programa de lectura libre. ¿Qué obtuve? La satisfacción de ver cambios en alumnos en su expresión, tanto escrita como oral. Los saldos negativos es que perdí algunos libros, dos de ellos los recuerdo bien. El de recetas de cocina, de Fernando Del Paso, y Bestiario, de Juan José Arreola. Satisfecho con los resultados. Perder libros entre alumnos no es tan malo.
Era un grupo difícil. Ningún grupo docente lo quería. Y para rematar, estaban confinados por segundo año consecutivo en una bodega.
Como mi costumbre, para la promoción de la lectura libre (la que nos obligatoria, de la que  no se piden informes, no se dan puntos, de la que le piden leer dos páginas y si no les gusta  y cambiar de libro, etc) llevé unos cuarenta libros míos. Un viernes. Y previa explicación los puse en una mesa una hora antes de salida para que cada quien seleccionara uno para llevar a su casa. Había de literatura, principalmente, pero también de deportes, y de cocina, como ya dije antes.
No era obligatorio llevar a su casa. Todos llevaron. Y en el transcurso de la semana siguiente, los iban cambiando, o los terminaban y se llevaban otro. Se notaba el entusiasmo en sus rostros.
Destacaron varios como lectores en ese grupo. Una de ellas es Daniela, ahora en tercero. La nombré Coordinadora de lectura. Y pasamos de promover la lectura en el grupo, a promoverla en toda la escuela.. ¿Por qué razón? Muy simple: ellas y ellos, del grupo, platicaban con compañeros de otros grupos sobre lo que iban leyendo. Y sus compañeros les decían que me preguntaran si ellos podrían llevar también. O a veces la mesa de libros en los viernes la poníamos a la hora del recreo, y se acercaban alumnos de otros grupos por la curiosidad de ver los libros y los empezaron a llevar. Por supuesto que llevé otros cincuenta más para que hubiera variedad.
Una vez leí en el grupo por partes la novelita corta La nariz, de Nicolai Gogol, escritor ruso. Lo hice a como se debe leer a los grupos, con emoción, dicción, algo de ademanes, algo de actuado, cambio de voz, volumen, caminar leyendo entre las filas, levantar la mirada y ver la reacción de ellos de vez en cuando, etc.  Y yo veía cómo todos estaban atentos, muy atentos, a la secuencia de hechos del peluquero que pide su café con pan, y en este encuentra una nariz, y todo el horror que siente, etc.
Los autores principalmente: Juan Rulfo, Arreola, Gogol, Francisco Rojas González, Neruda, Sabines, Ernesto Cardenal, B. Traven y otros.
Daniela en pocos meses cambió como estudiante. Su habilidad verbal mejoró considerablemente. Para las reuniones de padres de familia del grupo, en la orden del día yo incluía la bienvenida a sus padres por parte de dos alumnos. Por supuesto que los padres se sentían orgullosos de ver a sus hijos hablando en público.
Si de algo estoy convencido, es que el trabajo escolar, con cualquier materia, se debe promover la lectura libre. Y esta afirmación es algo drástica, pero necesario plantearla: la escuela de básico que no tiene claro el concepto y su importancia, y por lo tanto no promueve la lectura libre, no está cumpliendo con su función en la enseñanza. Así de grave.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

De cartas

¿Por qué así, señor periodista?