Manuel
Manuel es un muchacho inquieto. Y el grupo donde lo ubicaron en primero de telesecundaria estaba conformado por muchachos como él. Otros menos inquietos, pero sin facilidad para fijar la atención. Y lo peor, estaban recluidos en un espacio que fue construido para bodega. Y
Los conocí en segundo grado. A la semana ya tenía una idea general de cómo era el grupo. Un ave me dio referencia, bajo juramento, que el grupo se había integrado con los de más bajas calificaciones, los inquietos, que coincidía con ser de las familias mas pobres, o hijos de padres separados. No lo creo. Pero sí parecía. Y para rematar por segundo año consecutivo en la bodega.
Me dije: es un reto. Recordé que en la escuela Normal (1975-1979) el maestro Rafael Sandoval nos había pedido que leyéramos el libro 20 conferencias sobre educación infantil del ruso Anton Makarenko. Y nos platicó de otro de sus libros, el famoso Poema Pedagógico. Este, voluminoso, trata sobre el trabajo que realizó con muchachos difíciles, por decirlo de manera suave.
Busqué el libro (está en pdf, gratis, en internet) y me puse a leerlo. Makarenko escribió un conjunto de anécdotas suscitadas en esa escuela tipo reformatorio. Cuenta de la manera que recibió la invitación par dirigir esa escuela llamada Colonia Gorki. De su negativa a aceptar. Y de la manera como el funcionario del Ministro de educación se burló de él, connotado académico teórico, pero que rehuía enfrentar lo concreto del trabajo escolar. Palabras más palabras menos, por lo que aceptó.
Pero no es del libro de lo que escribo hoy. Sino solo como referencia, que consideré podría ayudarme en algo el leerlo, en mi regreso a la escuela.
Manuel entre escuchaba la clase, y golpeaba con las manos la paleta de su pupitre. Le decía que dejara de hacerlo. Se reía, pero acataba la indicación. No se enojaba. Y a los cinco minutos volvía hacer lo mismo. “Toca en tu cabeza”, le dije, imprudente. Y lo hacia por cinco segundos. Seguía con la clase, y él a seguir tocando en el pupitre.
De casualidad por la tarde vi un video en internet. De los que se difunden por todas partes. En él un hombre adulto platica que él de niño en la escuela hacía lo mismo que mi alumno Manuel. Lo regañaban sus secuentes maestras. Lo mandaban a la dirección. El director lo recriminaba. Hasta que llegó en otro grado un nuevo maestro. Rápido lo identificó. Le dijo que a la hora del recreo quería hablar con él. Se imaginó que era para regañarlo. Se sorprendió cuando abrió el cajón del escritorio y le regaló un par de baquetas (con lo que se toca la batería). Esa actitud del maestro y la forma de enfocar la situación, le cambió la vida. Se convirtió en baterista profesional. Y formando parte de varios grupos musicales logró pagar su carrera universitaria.
Corrí al centro de la ciudad para comprar dos pares de baquetas. Uno para mí y otro para Manuel.
Manuel fue uno de los líderes de grupo. Dinámico. Colaborativo, alegre. “Vamos hacer un jardín botánico de plantas medicinales”, le dije a él primero. Luego al grupo. Los animales se van a comer lo que sembramos, dijo uno. Manuel respondió, le podemos poner cerca. Y quiénva a traer los postes, dijo otro. Yo, contestaron casi al unísono Manuel y Abel.
Abel era otro de los muchachos a quienes se le dificultaba poner atención. Se discutía con cualquiera del grupo o de otros grupos. Cada rato me daban queja de él, molestaba a las mujeres.
El caso es que ellos lideraron el trabajo de construcción del jardín botánico, en un espacio de 25 metros cuadrados. Se investigó con sus padres y abuelos sobre las plantas que conocían y sus usos. Algunas plantas las tenían en sus casas o en la de alguna tía.
A los tres días llevé una malla gallinera. Ellos a los cuatro días llevaron como 30 postes de tinto. Ya habían limpiado el área destinada. Cavaron hoyos. Pusieron la malla. Y sembraron 25 plantas, entre hierbabuena, ruda, manzanilla, sábila y otras.
Todo este proyecto, de manera previa lo había consultado con la directora, que tuvo a bien autorizarlo.
El caso es que Manuel anduvo muy feliz con su lugar de líder. A todos los maestros lo presentaba yo como el líder del jardín botánico. Se cambió de lugar de fila, donde estaba con otros inquietos. Realizaba sus tareas escolares con esmero. Fue una grata experiencia el trabajo con ese grupo. Allí con ellos realicé un proyecto de lectura libre, que será el tema del texto de mañana.000
Los conocí en segundo grado. A la semana ya tenía una idea general de cómo era el grupo. Un ave me dio referencia, bajo juramento, que el grupo se había integrado con los de más bajas calificaciones, los inquietos, que coincidía con ser de las familias mas pobres, o hijos de padres separados. No lo creo. Pero sí parecía. Y para rematar por segundo año consecutivo en la bodega.
Me dije: es un reto. Recordé que en la escuela Normal (1975-1979) el maestro Rafael Sandoval nos había pedido que leyéramos el libro 20 conferencias sobre educación infantil del ruso Anton Makarenko. Y nos platicó de otro de sus libros, el famoso Poema Pedagógico. Este, voluminoso, trata sobre el trabajo que realizó con muchachos difíciles, por decirlo de manera suave.
Busqué el libro (está en pdf, gratis, en internet) y me puse a leerlo. Makarenko escribió un conjunto de anécdotas suscitadas en esa escuela tipo reformatorio. Cuenta de la manera que recibió la invitación par dirigir esa escuela llamada Colonia Gorki. De su negativa a aceptar. Y de la manera como el funcionario del Ministro de educación se burló de él, connotado académico teórico, pero que rehuía enfrentar lo concreto del trabajo escolar. Palabras más palabras menos, por lo que aceptó.
Pero no es del libro de lo que escribo hoy. Sino solo como referencia, que consideré podría ayudarme en algo el leerlo, en mi regreso a la escuela.
Manuel entre escuchaba la clase, y golpeaba con las manos la paleta de su pupitre. Le decía que dejara de hacerlo. Se reía, pero acataba la indicación. No se enojaba. Y a los cinco minutos volvía hacer lo mismo. “Toca en tu cabeza”, le dije, imprudente. Y lo hacia por cinco segundos. Seguía con la clase, y él a seguir tocando en el pupitre.
De casualidad por la tarde vi un video en internet. De los que se difunden por todas partes. En él un hombre adulto platica que él de niño en la escuela hacía lo mismo que mi alumno Manuel. Lo regañaban sus secuentes maestras. Lo mandaban a la dirección. El director lo recriminaba. Hasta que llegó en otro grado un nuevo maestro. Rápido lo identificó. Le dijo que a la hora del recreo quería hablar con él. Se imaginó que era para regañarlo. Se sorprendió cuando abrió el cajón del escritorio y le regaló un par de baquetas (con lo que se toca la batería). Esa actitud del maestro y la forma de enfocar la situación, le cambió la vida. Se convirtió en baterista profesional. Y formando parte de varios grupos musicales logró pagar su carrera universitaria.
Corrí al centro de la ciudad para comprar dos pares de baquetas. Uno para mí y otro para Manuel.
Manuel fue uno de los líderes de grupo. Dinámico. Colaborativo, alegre. “Vamos hacer un jardín botánico de plantas medicinales”, le dije a él primero. Luego al grupo. Los animales se van a comer lo que sembramos, dijo uno. Manuel respondió, le podemos poner cerca. Y quiénva a traer los postes, dijo otro. Yo, contestaron casi al unísono Manuel y Abel.
Abel era otro de los muchachos a quienes se le dificultaba poner atención. Se discutía con cualquiera del grupo o de otros grupos. Cada rato me daban queja de él, molestaba a las mujeres.
El caso es que ellos lideraron el trabajo de construcción del jardín botánico, en un espacio de 25 metros cuadrados. Se investigó con sus padres y abuelos sobre las plantas que conocían y sus usos. Algunas plantas las tenían en sus casas o en la de alguna tía.
A los tres días llevé una malla gallinera. Ellos a los cuatro días llevaron como 30 postes de tinto. Ya habían limpiado el área destinada. Cavaron hoyos. Pusieron la malla. Y sembraron 25 plantas, entre hierbabuena, ruda, manzanilla, sábila y otras.
Todo este proyecto, de manera previa lo había consultado con la directora, que tuvo a bien autorizarlo.
El caso es que Manuel anduvo muy feliz con su lugar de líder. A todos los maestros lo presentaba yo como el líder del jardín botánico. Se cambió de lugar de fila, donde estaba con otros inquietos. Realizaba sus tareas escolares con esmero. Fue una grata experiencia el trabajo con ese grupo. Allí con ellos realicé un proyecto de lectura libre, que será el tema del texto de mañana.000
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