Mi abuelo Séneca

Era campesino mi abuelo. Su casa pequeña de piedra estaba cerca de un arroyuelo. En su huerto tenía árboles de manzana y durazno. Se llamaba Séneca. Su comunidad se llama Santo Domingo en Guanajuato.
Tenía una vieja armónica, y la cuidaba mucho, al terminar de cantar alguna vieja canción la envolvía en un pañuelo rojo. Por las tardes, antes del crepúsculo la sacaba. Y escuchábamos sus lánguidas notas. Él se concentraba. Entrecerraba los ojos, como evocando la tibieza de alguna mujer romana o egipcia de su juventud.
Y tenía a un lado de su cama algunos libros. Entre ellos el de su homónimo, Lucio Anneo Séneca. Y le echaba un ojo por horas. Eran sus alegrías en el día a día.

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