La escuela
El ser humano por naturaleza opina sobre cualquier tema. Hay un meme conocido en el que una hada madrina con su varita mágica le dice al que tiene enfrente (puede ser de cualquier nacionalidad, pero digamos latinoamericano): "te daré el don de opinar sin haber leído ningún libro sobre el tema que opines".
Cuando hablamos de la escuela. Lo hacemos en general. Y nuestra opinión estará equivocada al generalizar. Miles y miles de escuelas en todo el territorio. Cuando nos referimos a este, estamos hablando de diversidad de paisajes, orografía, climas, costumbres, mitos. La escuela es la organización básica del sistema educativo nacional. Y puede ser de organización unitaria, multigrado, completa. Padres de familia referimos asimismo a un conjunto de individuos con distintos grados de escolaridad, distinto nivel socioeconómico, de distintas visiones y conceptualizaciones de la vida. Lo mismo cuando hablamos en general de los maestros o directivos. Lo conforman personas con distinto origen, salud emocional, clase media o baja en su origen. La escuela fisicamente se ubica en un contexto muy diferente una de otra. Y cada alumno vive una realidad distinta en su familia y entorno de casa. Cada escuela es universo en sí, tiene sus propias características, y por lo tanto tiene distintos resultados.
Por eso cuando damos opinión (me incluyo) sobre temas educativos, lo hacemos desde la perspectiva personal, desde nuestro concepto de la función de la escuela, y cometemos el error de generalizar.
La regla de tres, es un enfoque que parcializa o disección en tres sobre lo que nos referimos. Lo escuché por primera vez en una capacitación a la que asistí en la ciudad de Mérida,Yucatán en 2001. Y es una manera de generalizar, pero dividiendo nuestro objeto de opinión en tres, por eso se llama regla de tres.
Veamos: el cien, en todo momento lo dividimos en tres, ante cualquier ejemplo que pongamos. Digamos en el caso de padres de familia: siempre habrá 33.3 padres de familia que se preocupen de manera sobresaliente por sus hijos, sin necesidad que en las asambleas les recordemos los temas de obligaciones, derechos, comunicación con sus hijos, etc; 33.3 que se preocupen por sus hijos de manera normal, con los que hay que estar trabajando con diversos temas en las asambleas para recordarles dichos temas; y 33.3 padres de familia que no asisten a las reuniones ni les interesan los temas relacionados con sus hijos, menos pagan las cuotas acordadas en las asambleas. Otro ejemplo, con alumnos. En un grupo de 33 alumnos, 11 de manera normal se preocupan por sus tareas, saben de sus obligaciones, no necesitan que sus padres ni sus maestros estén pendientes de ellos para realizar sus actividades, etc; otros 11 alumnos que requieren que el maestro esté pendiente de ellos, pero no tanto, realizan sus actividades, los padres están pendientes de ellos, a veces cumplen mejor cuando el maestro está al tanto de ellos. Y el resto de 11 alumnos que requieren que sus padres y maestros estén siempre pendientes de ellos, a veces no quieren ir a la escuela, o no van, se enferman seguido, tienen pretextos para todo, cada rato van al baño.
La misma regla aplica para directivos. De tres, uno que su escuela funciona muy bien porque tiene amor a su trabajo, promueve y contribuye a un colegiado de opinión, construye de manera natural armonía. Uno que medianamente cumple, tiene alguna idea de la importancia de su función, se actualiza poco; y el otro, que no le interesa la escuela, que busca ganancia, es indolente, se pone estricto para disimular su mediocridad, inventa asuntos para estar fuera de la escuela, miente, etc.
Lo mismo cuando hablamos de maestros.
Por eso cuando damos opinión, sea en cualquier parte del tema educativo, siempre debemos matizar, para que no se generalice. No hay escuelas perfectas. Ni sociedades perfectas. Ni opinadores perfectos.
Cuando hablamos de la escuela. Lo hacemos en general. Y nuestra opinión estará equivocada al generalizar. Miles y miles de escuelas en todo el territorio. Cuando nos referimos a este, estamos hablando de diversidad de paisajes, orografía, climas, costumbres, mitos. La escuela es la organización básica del sistema educativo nacional. Y puede ser de organización unitaria, multigrado, completa. Padres de familia referimos asimismo a un conjunto de individuos con distintos grados de escolaridad, distinto nivel socioeconómico, de distintas visiones y conceptualizaciones de la vida. Lo mismo cuando hablamos en general de los maestros o directivos. Lo conforman personas con distinto origen, salud emocional, clase media o baja en su origen. La escuela fisicamente se ubica en un contexto muy diferente una de otra. Y cada alumno vive una realidad distinta en su familia y entorno de casa. Cada escuela es universo en sí, tiene sus propias características, y por lo tanto tiene distintos resultados.
Por eso cuando damos opinión (me incluyo) sobre temas educativos, lo hacemos desde la perspectiva personal, desde nuestro concepto de la función de la escuela, y cometemos el error de generalizar.
La regla de tres, es un enfoque que parcializa o disección en tres sobre lo que nos referimos. Lo escuché por primera vez en una capacitación a la que asistí en la ciudad de Mérida,Yucatán en 2001. Y es una manera de generalizar, pero dividiendo nuestro objeto de opinión en tres, por eso se llama regla de tres.
Veamos: el cien, en todo momento lo dividimos en tres, ante cualquier ejemplo que pongamos. Digamos en el caso de padres de familia: siempre habrá 33.3 padres de familia que se preocupen de manera sobresaliente por sus hijos, sin necesidad que en las asambleas les recordemos los temas de obligaciones, derechos, comunicación con sus hijos, etc; 33.3 que se preocupen por sus hijos de manera normal, con los que hay que estar trabajando con diversos temas en las asambleas para recordarles dichos temas; y 33.3 padres de familia que no asisten a las reuniones ni les interesan los temas relacionados con sus hijos, menos pagan las cuotas acordadas en las asambleas. Otro ejemplo, con alumnos. En un grupo de 33 alumnos, 11 de manera normal se preocupan por sus tareas, saben de sus obligaciones, no necesitan que sus padres ni sus maestros estén pendientes de ellos para realizar sus actividades, etc; otros 11 alumnos que requieren que el maestro esté pendiente de ellos, pero no tanto, realizan sus actividades, los padres están pendientes de ellos, a veces cumplen mejor cuando el maestro está al tanto de ellos. Y el resto de 11 alumnos que requieren que sus padres y maestros estén siempre pendientes de ellos, a veces no quieren ir a la escuela, o no van, se enferman seguido, tienen pretextos para todo, cada rato van al baño.
La misma regla aplica para directivos. De tres, uno que su escuela funciona muy bien porque tiene amor a su trabajo, promueve y contribuye a un colegiado de opinión, construye de manera natural armonía. Uno que medianamente cumple, tiene alguna idea de la importancia de su función, se actualiza poco; y el otro, que no le interesa la escuela, que busca ganancia, es indolente, se pone estricto para disimular su mediocridad, inventa asuntos para estar fuera de la escuela, miente, etc.
Lo mismo cuando hablamos de maestros.
Por eso cuando damos opinión, sea en cualquier parte del tema educativo, siempre debemos matizar, para que no se generalice. No hay escuelas perfectas. Ni sociedades perfectas. Ni opinadores perfectos.
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