El agua no pide permiso

  

El agua no pide permiso

 

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El agua no pide permiso, dice un niño caminando dento de su casa. Su tío, que es mi amigo, graba. Se mira todo el patio inundado, lo mismo que el interior. Es un lugar cerca de Villahermosa. Así como ese lugar, muchos otros con el mismo problema del agua que desbordó ríos y lagunas; algunas por las lluvias que bajan por los ríos de la sierra y pasan por Villahermosa; y otros lugares, inundados por el agua que desfogan de la presa Peñitas. No hay escapatoria. El agua busca los lugares bajos. E inunda campos, colonias y fraccionamientos que promovieron como “lugar no inundable”, pero que al paso de los años, se ha descubierto que ningún lugar de Tabasco es ajeno para inudarse.

Por las redes sociales y por los medios de comunicación miramos inumerables fotografías y videos de familias enteras que tratan de salir de sus casas, los que pueden acarreando algunos de sus muebles y enseres, otros saliendo apenas con lo que llevan puesto.

 

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“La cultura del agua” se le llama aquí en tabasco a ese saber qué hacer y prepararse para cuando vienen las temporadas de lluvia. Tener preparado un tapanco para resguardar algunas cosas, y para subirse allí incluyendo algunos animales. Y preparar quizá algunos alimentos imperecederos, tanto latería, como carne salada o seca, que no necesita refrigeración y esté disponible para su consumo en esas circunstancias. Pero a como están las cosas no es fácil ese tipo de señalamientos, y tampoco echarse la culpa unos a otros como culpables de las inundaciones.

 

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No, no es fácil. Cientos de familias (si no es que miles) están pasando situaciones dificiles, y muy difíciles, ya inundadas sus casas, algunos viviendo en el techo, o en la segunda planta los que tienen esa fortuna. Y otras más con la sozobra de que con las siguientes aguas que bajen a causa de abrir compuertas en la presa Peñitas, les toque ahora a ellos, o por las lluvias no tanto en Tabasco, sino en Chiapas, y que bajan por el sistema de ríos. Junto a eso está desde marzo la situación de la pandemia, que tiene a muchas personas sin trabajo, y por lo tanto sin recursos para sufragar los gastos diarios de alimentación. Y medicinas para los enfermos.

 

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Hay mucha solidaridad de las personas. Miro muchos ofrecimientos de personas que ofrecen sus camionetas, cayucos y lanchas para transportar a quienes necesiten. Lo hacen de manera gratuita. Otros más ofrecen combustible. Otros se organizan para hacer llegar despensas o alimentos preparados. Otros más ponen su mano de obra para llenar costales o ayudar a cargar muebles, otros más a vigilar para evitar la rapiña. Dicen que en los momentos dificiles, como estos, sale lo mejor y lo peor del ser humano. Afortunadamente sea lo mejor.

 

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Tabasco tiene 17 municipios. La capital, Villahermosa, no es municipio, es la cabecera municipal del municipio de Centro. Hoy domingo 8 de noviembre amanecimos con la muy dolorosa sorpresa que la cabcecera municipal del municipio de Macuspana estaba en el agua, especificamente unas colonias que se llaman El Castaño y Los Gatos. Seguramente que otros lugares más. Una altura del agua entre un metro y dos metros. Ayer fue la cabecera del municipio de Jalapa. Y antier dos poblados muy conocidos del muncipio de Tacotalpa. Ellos son Tapijulapa, ex pueblo mágico, y Oxolotán, sede de la Universidad Intercultural. Y si hablo de las cabeceras municipales, no es por no mencionar las comunidades, sino que comento de las fotografías y videos que veo. Y seguramente que fotos o videos aéros, nos dan cuenta de la magnitud de estas inundaciones. Cabe destacar que estas cabeceras no se habían inundado, no en los últimos años. Ya se ha reiterado que se rellenaron muchos vasos reguladores y se construyeron fraccionamientos y centros comerciales en lugares bajos, donde seguramente el uso legal del suelo no corresponde a construcciones habitacionales ni de comercio. Y que todo eso fue posible por la lubricación económica de quienes estaban al frente de las dependencias que autorizan dichos usos. Pero ya qué. Así van las cosas.

 

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Coraje e impotencia son palabras que no reflejan el sentir de los tabasqueños. Que se quedan muy cortas. Pero nada remediamos ahora. Es necesario reinventarnos y reinventar nuestra cotidianeidad. Y solidarisarnos con quienes menos tienen, y que la naturaleza y los hechos originados en la corrupción, les está quitando lo poco que tienen.

 

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En la inundación de 2007 una maestra acababa de comprar los muebles que siempre soño, los que la acompañarían en el final de su vida, que por cierto no está muy grande. Una madrugada de esos fatídicos días de fuinales de octubre o inicios de noviembre de 2007 tuvo que salir con la ropa puesta, porque el agua, la que no pide permiso, estaba entrando a su casa, y en menos de dos horas ya estaba con dos metros en el interior. Se fueron sus muebles. Su reciente onversión.  La casa tenía algunos meses que la había comprado. Y le habían asegurado en la publicidad que era zona no inundable. Y se tuvo que ir a un albergue. Y a recibir ropa de la que generosamente llega a los albergues. “Toño, yo toda esa semana me la pasé llorando; pero luego me di cuenta que estaba viva, y eso es lo importante”, me dijo llorosa aún, más bien trsite, más bien resignada.

Llueve lejos, por la sierra./  Llueve a tambor y clarín./ Toro del agua, festín/ corre por toda la tierra.

Joven terrón cuaternario,/ por tu cuerpo de aluvión/
sangra el verde corazón/ de tu enorme pecho agrario.

Lo que muere y lo que vive/ junto al agua vive y muere./ Si en lluvia el cielo así quiere/ moje su noche en aljibe.

Más agua que tierra. Aguaje/ para prolongar la sed.
La tierra vive a merced/ del agua que suba o baje.

Brillan los laguneríos;
en la tarde tropical
actitud de garza real
torna el aire de los ríos.

La noche en lluvia y batracio
retiñe el nocturno verde
y al otro día se muerde
verde el verde del espacio.

Agua de Tabasco vengo
y agua de Tabasco voy.
De agua hermosa es mi abolengo;
y es por eso que aquí estoy
dichoso con lo que tengo.