Sería bueno

 Sería bueno que no hubiera guerras. Nada de disputas por tierras o por hacer sentir preponderante una religión, un escudo, un banco. Que no disparara un soldado de familias pobres contra otros soldados de familias pobres. Que no se fabricaran bombas ni todo tipo de armas, incluyendo las bioquímicas. Que la rapacidad del imperio, del que más tiene, del fuerte y arrogante, no prosperara.

 

Sería bueno que no hubiera pandemia, Que todos viviéramos con esa ibertad de tránsito, de reuniones, de apreciaciones, de sonrisas, de abrazos fuertes y saludos efusivos con besos en la mejilla. Que nos cuidáramos más. Y lo que comiéramos fuera saludable para prevenir enfermedades y otras patologías. 

 

Sería formidable aprender a cantar y a bailar. Que pudiéramos entonarnos bien, tener en nuestra memoria cientos de canciones, y que a la menor provocación saliera el canto como los pájaros, y que salga la guitarra y el vino tinto o una cerveza fría. Que nos uniéramos en una canción. Y que se escucharan cantos de alabanza y esperanza a la vida, a la fortuna, a la naturaleza, al ambiente y a Dios, cualquiera que sea el concepto que de ello tenemos.

 

Sería formidable que no hubiera violencia en las calles. Que nuestros niños pudieran volver a jugar y corretear por las calles siguiendo un balón, una quimera o a un compañero en el juego del encantado. Que no pararan de reír. Y que todos pudieran caminar por las calles sin peligro de un asalto o de un secuestro. Que los parques estuvieran llenos por las tardes de grupos de niños y jóvenes contando cuentos, practicando declamación, obras de teatro o recibiendo clases de cualquier deporte, ciencia o arte.

Sería bueno que se aprendiera desde la familia o la escuela a ser solidarios, a respetar al otro, a tener autoestima en el nivel que corresponde, a no mentir, a no robar. Que cada quien tuviera su lugar, su espacio, un buen ambiente para el desarrollo personal y alcance de los anhelos. Que se aprendiera a valorarse, valorar a los otros y saber del lugar que tenemos en el mundo y en la existencia efímera. 

Sería bueno tener en mejores condiciones las bibliotecas y las escuelas, las calles, barrer el frente de la casa, no tirar basura. Mantener nuestros lugares públicos, como parques, campos deportivos. No hablar mal de los otros. No prestarnos al teléfono descompuesto. 

Sería formidable dialogar más, escribir cartas, visitar a los amigos, a los enfermos, a los ancianos, escuchar música, leer libros por gusto, no por obligación.

Si alguien lo debe hacer, hazlo tú. Si alguien tiene que ir, ve tú. Si alguien debe denunciar, denuncia tú. Si alguien debe callar, y ser ecuánime, calla y calma tú.

Este espacio no es para consejos, ni diatribas. Ni tampoco para hacer señalamientos con el dedo índice. ¿Quién no ha tirado una piedra? ¿Quién ve la paja en el ojo ajeno, y no el madero o viga en el propio? De eso se trata, de ser más tolerantes, más empáticos, más solidarios. Que la política no nos ciegue. Que no te pelees con amigos por defender candidatos, que si Trump o Biden. Ninguno de ellos luchará por ti, y menos si no vives en Estados Unidos con los derechos que ampara la Ley de ese país. 

Sería formidable vivir sin miedos, sin injusticias, sin abusos, sin explotaciones al trabajador, sin que trabajen los niños, sin que se discrimine a nadie por ser de un género, de una religión, de un color de piel.

Mientras tanto, dejad que los pajaritos canten. Y que las plantas nos ofrezcan sus flores, su fruto y su sombra los árboles. Y que estemos conscientes que la vida es efímera y que no somos más, ni menos que nadie, incluyendo, animal mineral o vegetal. Y que hacer el bien y dar te hace grande, y sobretodo si lo hace tu mano derecha sin que lo sepa tu mano izquierda. Un abrazo a los carteros, en memoria de los de antaño, que llevaban cartas de amor y amistad a hombres y mujeres de buena voluntad. Saludos, y a sonreír, que es gratis. 

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