Hay hombres y mujeres que parecen gigantes

 Hay hombres y mujeres que parecen gigantes 

1

Estos días han sido difíciles para Tabasco.  Y en estas circunstancias aparecen hombres y mujeres que parecen gigantes. Tienen por dentro una fuerza interna, que nada les doblega. Se dan completos a las labores de ayuda. Son los que ponen el ejemplo. Son los que con sus actos nos convocan a los demas a levantarnos y sumarnos a un trabajo en conjunto. No son pocos, por cierto. Cada uno en su especialidad. Cada uno en su momento. No son pocos. Pero son imprescindibles para levantar el ánimo. Para mostrar el rumbo. Para desplegar las velas. Para orientarnos. Son hombres y mujeres. Son jóvenes y viejos. Son personas con estudios y sin estudios. Son los que siempre son recordados. A veces queda su imagen en una fotografía. Pocas veces. La gran mayoría realizan sus actos como anónimos. 

 

2

La noche de ayer 8 y madrugada de hoy 9 de noviembre, decenas de ciudadanos y de miembros del ejército luchaban a brazo partido contra el empuje del agua. Se habían acomodado costales llenos de arena como barricada para contener las filtraciones del malecón. Mal atados y no llenos de manera uniforme, y algo mal acomdados, los costales dejaban pasar el agua, por lo que hombres y mujeres del uniforme verde oliva con sus manos detenían la costalera para que no fuera arrastrada. En una de las fotos que circularon  se ven varias manos sobre los costales, y destaca la mirada tranquila de una joven morena que realiza su trabajo sin aspavientos. No sabemos su nombre ni origen. Pero ella, junto con sus compañeros y compañeras son de ese tipo de personas, de los hombres y mujeres que parecen gigantes. Sí, realizan su trabajo. Pero lo hacen con entusiasmo y disciplina dentro de esa misión que abrazaron en la carrera del ejército. Bienaventurados.

 

3

Oigo en la estación de radio, y leo en internet de decenas de personas que ofrecen sus vehículos, camionetas, camiones de volteo, lanchas y cayucos, para transportar personas o mercancías, para transportar muebles, enseres y animales, para quienes buscan refugio, de manera gratuita. Lo hacen con el costo de su propia gasolina, a excepción de los cayucos. U otros ofrecen gasolina para esos vehículos. Otros más preparan alimentos y bebidas en sus casas para llevarlos a lugares donde hay grupos de personas ayudando, o los llevan a albergues. Y hay quienes anuncian tener casas vacías, o recámaras disponibles para dar refugio a personas que viven en lugares bajos. O espacios altos para guardar carros, o estacionamientos públicos que ofrecen esos espacios de manera gratuita. He allí la esperanza en la condición humana.

 

4

La balsa de Medusa es un cuadro pintado por el francés Theodore Gericault entre 1818-1819. Da cuenta del naufragio precisamente de la fragata de nombre Meduse. Solo sobrevivieron trece personas, fallecieron ochenta y cinco. El artista plástico entrevistó a a 2 de los 15 náfragos sobrevivientes, de los 147 que subieron a la balsa, el resto falleció, y escuchó las peripecias por las que pasaron, y sobretodo el comportamiento de cada uno durante los trece días que duró dicho naufragio. Pasaron hambre, deshidratación, canibalismo y locura. En el lienzo se ven los sobrevivientes en un claroscuro, y cada uno de ellos con una actitud distinta: los que están tirados en el piso, vencidos; los que acostados levatan la cabeza; otros que están semisentados, otros levantados, pero hay uno que es el que está lidereando y motivando. Este, al frente, decidido, entusiasta, está dirigiendo en los momentos difíciles, y finalmente logra el objetivo, de sobrevivir en grupo.

Esos son los gigantes, los que se crecen en las situaciones dificil, enlos momentos de tragedia.

 

5   

En el terremoto del 19 de septiembre de 1985, recuerdo que fue en la mañana, a eso de las 7 am. Veía yo el noticiero de Lourdes Guerrero, en televisión nacional, cuando de pronto se empieza a mover la imagen. Y la conductora Lourdes empieza a decir sobre lo que estábamos viendo, y ya nerviosa, se levanta. A los pocos minutos nos dimos cuenta que había sucedido una tragedia descomunal. Miles de muertos, edificios derrumbados, casas destruidas, puentes colapsados, carreteras rotas y toneladas y toneladas de escombros. El gobierno federal, comdandado por Miguel De La Madrid, quedó pasmado, literalmente. No sé si tardaron días en reaccionar, pero, mínimo, muchas horas sí. Para cuando reaccionaron, ya estaban organizadas decenas de brigadas de ciudadanos, que desde la sociedad civil, daban muestras de solidaridad y entrega, sin esperar pago o recompensa alguna, y como hormigas removieron pedazo por pedazo, los escombros, rescatando personas y mascotas. Todos ellos, los ciudadanos anónimos, se crecieron en esa tragedia, fueron los gigantes que ponían la muestra al gobierno federal y local.

 

6

En una foto veo a una niña con el agua de inundación hasta el cuello. Se ve que camina con dificultad por la presión y densidad del agua. De su boca se ve que saca agua, que seguro va tragando a causa de la desesperación y agitación de su respirar. Con su mirada no transmite miedo. Al contrario, nos convoca con su hecho a hacer lo mismo cuando la circunstancia se presente. En su cabeza agarrada con una mano lleva un cesto. Y en este lleva a un perrito. Lo gigante se aprende desde familia. Con los valores de sus padres. Esos niños y niñas ya son gigantes,  pero al ir creciendo se van haciendo mucho más grandes. También se les dice ángeles. 

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