Casas de empeño

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De vez en cuando recorro casas de empeño. Me es grato recorrer sus pasillos y detenerme ante la vitrina de algunos artículos. Siempre voy sin plan de compra y la mayoría de veces no compro nada. Pero me gusta. Tengo la sensación que camino entre varios historias, la de cada artículo que llegó allí, pro que proviene de una casa, de un ambiente, de una necesidad. Imagino a sus anteriores dueños cuando toman la decisión empeñar uno u otro objeto. Con la ida de rescatarlo en uno o dos meses. Pero el desempleo continuó quedó el articulo allí, para recorrer otro camino en el destino inexorable de las cosas.

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Yo no sabía lo que significaba "pawn". Mi pobre inglés no pasaba del "one al ten", "ok" y strike. Y recorriendo la ciudad de Brownsville, Texas, ya con varios días de estancia, extrañaba yo las Empeño Fácil de Tabasco. Y digo: "se me hace raro que aquí en Estados Unidos no haya casas de empeño. "Qué es eso, tío?", me preguntó uno de mis sobrinos. Y al explicarle soltó la carcajada. "Todo lugar donde dice "Pawn" es "empeño,  Y a partir de allí casi cada tres cuadras unas casas de empeño, grandes, medianas y chicas. Y las empecé a frecuentar. Me sucedía lo mismo. Solo que las mujeres que atienden en esas casas de empeño americanas lo hacen empezando con una amplia sonrisa. Y ya dan ganas de quedarse unrato más. Te explican en spanglish siempre sonrientes, y nunca ponen cara seria si probaste varias cosas y  nada llevas.  

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La bonanza o declive de un pueblo lo mides en bibliotecas y librerías, farmacias y expendios de cerveza y casas de empeño. A mayor disminución de aquellas, aumento de estas tres últimas. Esos índices de crecimiento o decrecimiento no es descubrimiento del hilo negro. Es un sentido común que dicen no siempre es el más común de los sentidos. Pero no hay que ser tan dramáticos y severos con las casas de empeño. Es el mecanismo que tiene el mercado también para seguirle dando uso a la mercancía. Es un usar y reciclar. No así las farmacias. En este caso si hay más farmacias, es que el sistema económico esta generando más enfermos. Entonces abrir una nueva farmacia es un negocio, seguridad en las ganancias.

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Hay también lo que se conoce en Estados Unidos y la frontera norte como "Las pulgas", son mercados de segunda mano. Encuentra uno allí un sin fin de mercancías. A diferencia de las Casas de empeño, las "Pulgas" es un espacio grande, donde hay locales y otros puestos al aire libre. Y hay discos viejosde vinilo y cdis, casetes, ropa usada, máquinas de todo tipo, herramienta, libros y revistas, televisores y computadoras del año del caldo, muebles de sala y más antigüedades de todo tipo. Cuenta la leyenda que en esos descuidos cuando muere alguien y su familiar cercano saca a la venta sus pertenencias, en alguna ocasión fue un cuadro que el sobreviviente le dio el valor de 10 dólares, y era un cuadro de Van Gohg. Por eso cada vez que veo cuadros en venta en esas "Pulgas", le pongo mucha atención, a ver si me toca esa suerte de leyenda. 

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Otras son las ventas de garage. Cuando la familia se va a cambiar de ciudad, o hace una limpieza intensa, tipo descacharrización, y saca a la venta muchas cosas, del hijo o esposo que se fue, o que murió. Y asimismo a veces se compran cosas buenas. yo en una venta de este tipo hace dos años compré una guitarra eléctica Gibson maestro en 13 dólares, (260 pesos mexicanos), y una amplificador en 10 dólares (200 pesos), y ambos en excelente condiciones. 

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Un amigo matamorense de nombre Ubaldo  me acompañó hace años a vender libros en la calle Juárez de Villahermosa, frente a la Casa de los azulejos. Fueron dos o tres días, no mucho. Una ocasión se aceró a comprar una señora fifí (diríamos con el lenguaje de hoy en moda) soltó mientras tomaba uno u otro libro y lo hojeaba: " Está dura la crisis,por eso es que usted está vendiendo los libros". Y Ubaldo rápido le soltó un rayo: "sí, solo que yo los compré nuevos".

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En las casas de empeño me detengo en los instrumentos musicales, principalmente en las guitarras, en las cámaras fotográficas, en los relojes y echo una vista general a todo. No voy precisamente a comprar, pero a veces compro. Miro la fila de quienes van a empeñar objetos o van a pagar refrendo, o van a desempeñar. Me fijo en sus rostros, resignados algunos, alegres otros. A veces llegan en pareja o solos. Yo entro allí y me digo: no necesito nada, no me urge comprar algo, solo si es muy económico y me gusta enormidad, solo así. Por eso es que salgo con las manos vacías, casi siempre. O a veces un reloj Bulova de 500 pesos, una guitarra buena en mil. Solo así.

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Me sucede que miro por ejemplo una guitarra que me gusta, la bajo, la afino, toco algunos acordes, todos me ven, miro el precio, la dejo. Pero me gustó y me voy. A los 15 días regreso y siento que esa guitarra me hace guiños (no sería ojo sino cuerda), me susurra, me llama. Me acerco de nuevo y hago el mismo ritual de la primera vez. Busco su precio en internet. Y la dejo de nuevo. Así hasta que luego de tres o cuatro veces, a la siguiente voy dispuesto como al azar: "si aún, está la compro". Y así ha pasado.

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Una vez vi una cámara réflex digital de la marca Pentax. Nunca he tenido una cámara de ese tipo. No era tan reciente. Cuando salió hace años salió como en 25 mil pesos. Seis años era nueva. Y estaba en 3000. La vi. Nos hicimos guiños. A la semana volví y la ví. Nos sonreímos. De verdad, la cámara me hacía ojitos. Fui tres o cuatro veces. me seguía haciendo guiños y yo a ella. Lo mismo un saxofón de ese lugar. Pero la cámara era la de mi preferencia. Hasta que un día fui decidido, acompañando a un amigo que quería comprar una cámara Nikon, me dijo: "y yo me quedo con la Pentax". Y chasco que me llevé. Estaba ya solamente la caja vacía. Pero la cámara ya no. Y me quedé con las ganas.

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Un día vi en una casa de empeño una medalla de plata y la reconocí al instante. Era una, no recuerdo si Ignacio Manuel Atamirano o Luis Gil Perez, de las que se dan de estímulo por 30 años de servicio educativo a los trabajadores federales y estatales, respectivamente.  Raudo lo comenté con el Secretario de Educación, el Lic. Víctor. "No puede ser, pobre maestro", dijo preocupado. "O quizá la robaron y la empeño el ratero", aduje yo, matizando el asunto. "Como sea, hijo, rescátala, yo te doy el dinero, es una pena que esté allí". Y así lo hicimos. 

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Es cierto que algunos productos son caros, pero si no los necesita uno ¿qué nos preocupa?Bueno, me despido, voy hacer un recorrido por dos casas de empeño. Ya otro día les cuento. Saludos y sigan cuidándonos, que los contagios Covid siguen aumentando, lo mismo que los fallecimientos.

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