Almanaques


Almanaques (Recordando a Don Juan Solís)

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Un día como hoy, pero del año pasado, fui a una peletería. Compré un cinto negro y unos mecates (cuerda, lía) con su aditamento de fierro para que la hamaca no se lulla. Al final, luego del pago, me obsequiaron un almanaque. Me sorprendió agradable. Y me vino la nostalgia como torrente de lluvia. Desde principios de noviembre mi padre llegaba por las tardes con un almanaque. Años 60 y 70. Luego con otro. Y los mostraba orgulloso y luego colgaba en la pared de madera de la casa. Cada año por romper un récord. A veces 20. En algún año hasta 35. Tapizaba la pared con dichos almanaques. De varios tamaños. Ufano mi padre los pedía respetuoso a los comercios  donde compraba, o se los daban sin pedirlos. Así llegaban almanaques de carnicerías, tiendas de abarrotes, de ropa. Y admirábamos los cromos de  fotografías o pintura de paisajes, héroes, santos, Cristo en el Sagrado corazón,  o el Corcovado, autos, volcanes, pájaros. Leíamos la explicación. Y en las hojas de los meses, el santoral, fechas sobre héroes, inicio de estaciones. Etc. Había el calendario pequeño del día. Y leíamos atrás de cada hoja diaria pasajes de biblia, recetas de cocina y recomendaciones. Mi padre no tenía y nunca tuvo auto. Así que no habia almanaques de talleres mecánicos. Que por cierto son lindos. Ayer que salí de la peletería, salí con la nostalgia. Y algo de humo entró en mis ojos.

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Antes no había los hipermercados, pero es lo mismo porque ahora que hay no dan calendarios. El dinero para mantener viva esta tradición lo utilizan para logran publicidad. No les importa el ciudadano común y no corriente, que como usted y yo quisiéramos un almanaque. Muy pocos comercios lo siguen dando, solo que este año que finalizó, 2l 2020, fue tan devastador en salud y economía, que no creo que haya, o son muy pocos los comerciantes que invirtieron en este rubro. Si viviera mi padre, se volvería a morir por la tristeza de no poder tener tantos calendarios como los quemada año iba reuniendo. 

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Y sucedía que algunos le llegaban repetidos, entonces le regalaba alguno a sus hijas casadas, a algún vecino. Lo hacía con gusto, con orgullo. Una sonrisa amplia le marcaba el rostro cuando daban las gracias por ese obsequio que no tiene precio, pero que vale mucho. El gesto de la solidaridad, de compartir, que solamente las buenas personas lo tienen.

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El en centro histórico de Querétario, calle Madero 91,  está ubicado el museo del calendario (MUCAL). Fue creado por la empresa Calendarios Landín, que se ha dedicado por más de cien años al comercio de este tipo de  gráficos que tienen el fin de llevar un conteo del paso de los días, que es considerada una preocupación humana para la organización y planeación personal, de la familia y de la sociedad. ElMUCAl tiene varias salas de exposición, entre ellas: Tiempo y espacio; Origen del calendario; La piedra del sol; El calendario de México; Pintores varios (Santiago Sadurni, Angel Martín Merino, Jesús de la Helguera, Raúl P. Vieyra Flores, etc.

Mi padre no tenía nociones de esto, intuición de la importancia del paso de los días, sí. Allí iba haciendo algunas anotaciones. Allí le veíamos contar los días que faltaban para tal fecha importante. "Faltan tantos días para Navidad", decía. "Ya mero es mi cumpleaños".  "Ahora tal fecha va a caer en domingo". Así le escuchábamos. Y también leía en voz alta (lento, porque deletreaba) alguna anécdota que venía en la parte de atrás de las hojitas diarias del calendario.

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Por supuesto que en la casa, colección anual de mi padre, había los calendarios de Helguera. Sus imágenes fueron parte de nuestra enseñanza. Cómo no recordar la imagen de los dos volcanes, o el caballero de provincia que le canta a una morena alegre, o un Cuahutémoc al que le queman los pies, tormento de los españoles para que diga dónde está el tesoro. Y muchos más. Yo los relacionaba con alguna clase donde los maestros nos hablaban en la primaria de esos temas.

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He aquí algunos datos del ilustrador de dichos calendarios: Jesús Enrique Emilio de la Helguera Espinoza fue un pintor e ilustrador mexicano, hijo de Álvaro de la Helguera García, un economista español emigrado a México, y de la mexicana María Espinoza Escarzaga.​ En la casa natal fue colocada una placa conmemorativa durante la celebración del centenario de su nacimiento.​ Nacimiento: 28 de mayo de 1910, Chihuahua Fallecimiento: 5 de diciembre de 1971, Córdoba, Veracruz.

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Leo sobre el puesto de revistas La Chulita, abierto desde 1919, y ubicado en Filomeno Mata y Tacuba, de la Ciudad de México. Allí en diciembre y en enero una de las mercancías que se venden por temporada son los almanaques. Y entre ellos Los de.mayor demanda son los de Helguera. 
Cuenta el actual vendedor, Don Mauro Fuentes, que a su padre le obsequiaban calendarios en la Central de abastos,  y que algunos él los ponía para su uso y adorno en el puesto. Y que algunos turistas al verlos los pedían a comprar, a lo que al principio su padre no accedía. Pero fue tanta la insistencia de los clientes que los llegó a vender. Y a partir de allí se dedicó a comprarlo ya como mercancía de venta. Y que él continúa la tradición de venta de calendarios con la publicidad de La Chulita,  su puesto. Ah, y que el pintor Helguera se acercaba a ese puesto a escuchar loscomentarios de los clientes. 

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No. Mi padre no sabía nada de eso. Y me hubiera gustado contarle. O leerle este texto. Y agradecerle por este detalle característico de su vida. Ya cuando yo trabajaba en Tabasco siempre me daba uno o dos  calendarios al despedirnos ya para mi regreso al sureste. Y adornaban siempre la sala o la cocina de mi casa.

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