Un café

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Sería bueno tomarnos un café, y seguir el hilo de la plática. Es bueno para respirar y echar al vuelo la imaginación. Sí, estoy enterado de que ahora es posible tomar un café virtual, algo así como cada quien en su casa, conectados en eso que le llaman plataforma o videollamada, pero así no sabe bien, así no se vibra con la charla, las miradas, los saludos a quienes pasan, el ajetreo de quienes trabajan en la cafetería, o cuando se acercan a preguntarte que si se ofrece algo más, ¿de cuál azúcar prefiere? Y uno ríe y goza con el ambiente, como una alegoría de la vida misma. Sería bueno coger la taza y llevarla a la boca y saborear el aromático café importado de Chiapas o de Veracruz, de un lugar que se llama Coatepec.

2

Es una tradición. Mi padre se levantaba temprano cualquier estación del año. Y salía a las 5 de la mañana hacia el centro de la ciudad. Tomaba un camioncito 2 de abril o una pecera que lo dejara en el centro, y de allí caminaba algunas cuadras (le gustaba caminar mucho, siempre conservó una glamorosa flacura) hasta llegar a La Jarochita, frente a la Plaza Allende. Y allí se quedaba con sus amigos deleitándose su café con una o dos piezas de pan, o con alguna gordita dulce hecha de harina. Era un ritual diario que a veces repetía en las tardes, pero lo acompañaba con algunos tacos sabrosos que solamente quienes los probaron allí saben a lo que me refiero.

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Se cuenta que el descubrimiento del café fue de un pastorcillo que cuidaba cabras al ver que estas consumían un frutito redondo y rojo ladrillo, y que al ratito andaban muy alegres cantando con sus berridos, y saltaban gustosas y enérgicas, y además tallaban sus cuerpos unas a otras. "Algo han de tener", se dijo y lo probó y sintió cómo cambió su sensación en el momento. Y se puso a cantar, mas lo bueno es que no se le ocurrió tallar su cuerpo con una cabra, así que no dio importancia a este hecho. Por supuesto que es una leyenda, y hasta con nombre del pastor: Kaldi, y de origen yemení. 

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Ubican el lugar de origen de los cafetos en Las montañas de Etiopía, África. Y por supuesto que pasó a través d los años por los procedimientos de consumo hasta llegar a lo que conocemos hoy, bebida producto de mezclar agua con los granos molidos de café tostados. Al principio eran las bayas masticadas, crudas. Luego el hervirlas, quedándole a la infusión un sabor muy amargo, etc. La ruta seguida seguro viene en libros especializados. pero los apuntes anteriores nos da una idea de la evolución que tuvo que recorrer por años, no solo este producto, sino cualquier otro para llegar a nuestros días como los conocemos.

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De las viejas canciones que ubican el Café, como lugar, es la de los Apson, Fue en un café, que aunque hable de un abandono, con la despedida quizá en llanto, es parte de una época: "Cuando yo recuerdo que una vez la abandoné/ Yo me pongo a llorar y no sé qué hacer para olvidar/ ¡Oh! yo no sé/ qué voy a hacer/ Su ausencia me mata y yo no puedo volver./ Fue en café donde yo la dejé/ Fue en un café donde la abandoné/ Fue en un café donde la vi llorar/ Fue en café y no quise escuchar..."

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Me dicen que han cerrado el Café París, de Matamoros. El asunto es triste. Allí fue lugar de cita de muchas personas. Se armó un negocio. Se entrelazaron las manos por primera vez sobre la mesa. Se acordó un matrimonio entre algarabía, risas incluidas. Se organizó un mitin de protesta. Se escribió un poema.  Yo fui uno de los parroquianos. Cuando iba a mi visita periódica a levantar el polvo de lo que fuimos. Acudía puntual a tomar un exquisito café negro. Y otro más con la plática, y con uno o dos panes. Y platicar por horas, componiendo el mundo.  Saber que la amistad y el amor son alas en la vida. Y que no estaremos más allí, por lo pronto. Algunos se fueron antes. Otros después.  Han cerrado el Café París. Velemos la memoria en el tiempo. Y soñemos. Un abrazo. Y mientras, me sirvo otro café.

7
Ahora que pase la pandemia. Y que termine este encierro prolongado. Que es como arraigo domiciliario. Saldremos a vivir la vida. Con el concepto que se vive en el presente. Habrá algunos ausentes. Lo digo con dolor. Pero la vida así va. De la cuna a la tumba. Mientras tanto bailemos cumbia y rumba. Y sobretodo bailemos baladas lentas que acercan y entibian en tiempos de frío. Y aún con calor se requieren.  Saldremos a una cafetería. A hacer recuento de todo. Un balance real, no a modo. De lo que tenemos en valor de cariño y aprecio. Nada que tenga precio tendrá algún valor. Reflexionaremos con amigos y amigas. De ese tiempo ido, no perdido, porque aprendimos de mucho. Sobretodo que estamos hoy mañana no sabemos. Lo efímero que es la vida. Cogeremos la taza del café. Y lo llevaremos a la boca. Aunque nos queme, si está caliente. Y seguiremos arreglando el mundo aunque nos tardemos muchas tazas de café. Es tan necesario. De ser posible a diario. Mientras tanto oremos por los enfermos aún. Tengamos los mejores recuerdos de quienes se fueron. Es nuestro pesar. Nuestro sentido pesar.

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Ofrezco un café, lo invito, cuando pase la pandemia. Ya nos pondremos de acuerdo. Sea aquí en Villahermosa, o en tu lugar donde resides. Aquí o allá. Por el amor y la amistad. Por celebrar la vida. La única y bella. 



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