Los libros

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Los libros siempre serán una revelación y una revolución. Esta en el sentido de que la persona que lee ya no es la misma. Lleva en sí una historia nueva, un conocimiento nuevo y un conjunto de imágenes nuevas a su memoria. Todo ello podríamos decir que le enriquece en sus ideas, le proporciona una nueva perspectiva distinta de ver el mundo y en consecuencia de ver los hechos que se van suscitando.

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En todo caso la artillería de noticias falsas o tergiversadas o parcializadas que recibimos a diario y por todos los medios, el lector las recibirá de manera distinta a quien no lee. Este podrá creer a pie juntitas las noticias que recibe. El lector las confrontará con su lógica, discriminará y percibirá si es un engaño, si es una propaganda o si es una descarada mentira.

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Uno de los ejemplos más populares es el conjunto de información que se desprende y circula luego de una elección. Los dos candidatos punteros aseguran que ganaron. Y solo uno de ellos es el que ganó. El lector buscará información que le dé otros elementos ara creerle a uno o a otro. El no lector, al ver las dos declaraciones de ganador,  creerá que ganó el que él apoya. 

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Importante estos temas, en virtud de la cantidad estratosférica que circula por internet. Y más cuando se reitera miles de veces. 

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Ciertamente hay muchos esfuerzos para promover la lectura libre. Lo hacen de manera independiente promotores civiles, en lo individual o en grupo, se hace desde algunas escuelas, en estas algunos pocos maestros son lectores. La promueven con sus hijos algunos padres. Y algunos amigos la promueven entre sus amigos.

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Importa el concepto de "lectura libre". Sobretodo que no tiene que er con tareas, calificaciones ni resúmenes. He allí la dificultad. La promoción efectiva de lectura libre es la que realiza un lector que, siendo maestro, no ofrece recompensa alguna, solo que no descansa en hablarle con entusiasmo y emoción a sus alumnos de algún libro leído, o intencionalmente lleva algunos libros, adecuados a la edad de sus alumnos, y les habla sobre ellos, de tal manera que cuando pregunta quien se los quiere llevar, automáticamente la mayoría levantan la mano, aún que no ofrezca punto o mejor calificación (no quiere decir que no les ponga puntos, solo que no condicione la lectura a los puntos).

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"Había un leñador que tenía 11 hijos, en escalerita. Junto con su esposa era una familia muy pobre. El sueño de él era comerse un pavo él solito. Llegaba cada tarde, a eso de las 2,  cansado y con su carga de leña: ¿y qué vamos a comer el día de hoy?, preguntaba a su esposa (a la que decía "vieja", con cariño). Y esta de manera invariable le respondía: "frijoles, viejo". Y así todos los días. Él ya sabía la respuesta. Pero de todas maneras preguntaba. pero como todas las mujeres, ella iba ahorrando de pesito en pesito, hasta que un día a la pregunta  rutinaria del leñador, su esposo, respondió: "hoy vas a comer pavo", le respondió orgullosa y triunfante. Ella sacó el pavo, se lo dio, y al instante los once hijos lo rodearon con hambre en la espera de alcanzar también un bocado. "No", dijo ella de manera firme. Es para él solamente. Entonces él salió con el pavo a un claro del bosque, se sentó en un tronco, le iba a dar una mordida a una pierna del pavo, cuando escuchó el sonido de un caballo acercarse, volteó a ver, y era un charro muy elegante, vestido de negro, con botones de oro. "Macario, me podrías invitar un poco de tu pavo, tengo hambre". "No", le respondió firme el leñador. Mi esposa me lo preparó para mí solito". "Mira, te puedo dar a cambio unos botones de oro, con los que podrás comprar diez, quince pavos". La respuesta de Macario fue un invariable no. El charro se fue.

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Se disponía a darle la primer mordida a la pierna del pavo, cuando escucho pasos de nuevo, estos eran lentos. Volteó a ver y era un viejito que caminaba apoyado en un bastón, de barbas largas y blancas igual que su cabello; lo mismo le pidió un pedazo de pavo, tenía hambre y ya viejo no podía trabajar. La respuesta de Macario fue la misma que la del charro. Entonces el viejo, triste y con hambre, se fue como vino, arrastrando los pies en la hojarasca. De nuevo le iba a dar un mordisco a la pierna del pavo y escucho pasos nuevamente. Era una mujer guapa, joven, con vestido corto..."

Aquí interrumpo y les pregunto a los alumnos: "Que´creen, ¿le dio del pavo sí o no?" El grupo grita a coro: ¡Noooooo!" "Pues sí le dió", les digo. "Ahhhh", exclamaron ellos decepcionados.

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Bueno aquí les dejo la lectura porque ya van a salir al receso. Esto que les conté es de este libro que se llama Macario, su autor es B. Traven.  ¿Quién se quiere llevar el libro?"  Todos los alumnos levantan la mano. Ya para eso había interrumpido uno u otro, o varios, diciendo que eso pasa en una película que pasan por televisión. Y efectivamente así es.

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La lectura libre, como la escritura de textos, el escuchar con atención pensando en lo que el otro va diciendo, el hablar en binas, trinas, equipos mas grandes, o en público, son actividades permanentes del enseñar a pensar, que otra tarea no tiene la escuela. Los temas de cada una de las materias son material para ese fin. Solamente pensar, para aumentar el pensamiento lógico en cada grado. Sí claro, dentro del Plan y programas de estudio. Esa es la verdadera revolución educativa. Habrá quienes digan que en la escuela el Español es tan solo una materia, pero que hay otras igual de importantes, habrá quienes afirmen que aún otras materias pueden ser más importantes, pero lo reitero: gran parte del fracaso educativo es que no se promueve la lectura libre para desarrollar su hábito

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Y para promover la lectura se debe ser lector. Dirían los cubanos, no es fácil, pero tampoco es difícil. No basta con tener libros suficientes en las bibliotecas de las escuelas. Y además un docente lector, a quien se le encarga la comisión Lectura y Bibliotecas, no es suficiente para que la escuela entre a una dinámica donde circulen los libros, y los muchachos metan como tema en sus pláticas, los libros que están leyendo. Hacer que circulen los libros entre los alumnos es la verdadera revolución educativa.

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¿Y cómo lograrlo? Formar lectores se requiere de un plan nacional que incluya a todas las dependencias, y no le quede solo a Cultura y Sep. Es decir, la responsabilidad no es solo de los maestros.


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