Lecturas 18

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Hola, buenas tardes. Ya sábado 2 de enero, de 2021, estamos con Lecturas 18. Transmito este programa desde l sala de mi casa en Villahermosa, Tabasco, sin fines de lucro con el fin de promover la cultura, y específicamente la literatura. Reiterando la importancia de desarrollar en nuestros niños y niñas el hábito de la lectura, y esta se va logrando cuando le acercamos a ellos libros de tema que les gusten, ninguno por obligación, ni a la fuerza, ni con premios o calificaciones en caso de la escuela.


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Felicidades a quienes cumplen años hoy, iniciando el año; que la estén pasando de lo mejor, y que tengan sobretodo salud y alegría:

Mario Alberto Hernandez Acopa
Alma Rivera

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Texto sobre el año nuevo:


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Los numerales de año no nos dicen mucho. Si acaso algún hecho nos permite identificarlo mejor. Por ejemplo el de nuestro nacimiento, o el de alguna muerte. Así este que se fue ayer, el 2020, queda atrás, pero nosotros seguimos siendo los mismos, con nuestras manías, filias, fobias. Al 2020 año de la pandemia, le sigue el 2021 continuación de lo mismo, bueno y malo, solo que con otras características. Si bien la noche vieja es un rito de los buenos deseos, de las buenas viandas quienes pueden, y de los buenos deseos, quienes intentan un cambio para mejor, lo cierto es que nada cambia si no cambia nuestro interior, si no luchamos contra la inercia, contra nuestras emociones negativas, y si seguimos siendo los mismos tóxicos y tóxicas. Recordemos que no solo de pan vive el hombre.

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Ayer día uno, tan pronto al levantarme busqué noticias. Encontré no una noticia, sino un excelente artículo de opinión del escritor mexicano Juan Villoro. Se llama "Parábola del pan". No tiene pierde. Es un alegato documentado en defensa de la cultura contra los recortes presupuestados. A la burocracia boba,  cuando se le encarga recortar presupuesto se le hace fácil meter tijeretazo a cultura. Y precisamente toma la parábola citada, que se concreta en la expresión: "no solo de pan vive el hombre". E interpretaciones aparte, Villoro lo enfoca sobre las actividades culturales que, en estos meses de pandemia han sido nuestra tabla de salvación en el encierro.

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Agradezco a Victoria Fernández haya subido en su muro dicho alegato sustentado. Lo busqué en internet y estaba en muchos medios de comunicación, en algunos de ellos como editorial. Yo lo subí del Siglo de Torreón. Reitero las gracias, Victoria, por el asidero que creaste para muchos con su programa de entrevistas desde España.

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Luego salí a caminar ayer en mi colonia. Vi mucha basura de la cohetería que quemaron los vecinos. Allí están los rastros de quemar petardos, simbolizar un "viejo" año con un monigote a quien le ponen cigarro, botella, y se encuentra relleno de petardos, para hacerlos tronar justo a las 12 de la noche. Se lee un texto al que llaman testamento del viejo, en el que con humor el supuesto personaje de año viejo deja a los vecinos un conjunto de bienes, cuya redacción con humor hace reír a los observadores. Ejemplo: "Dejo la vinatería a Don...." y aquí ponen el nombre de una persona que se conoce por su afán de tomar a diario; 
A la persona consumista le dejan un centro comercial. Y así siguen por el estilo.
El caso es que salí a caminar con mucha pesadez. Pero en mi lucha interna entre flojera y disciplina,  ganó esta. Así vi también a muchos vecinos alegres que amanecieron y que alegraron el ambiente de la colonia con su música en la que el bajo retumba hasta parece que va a reventar vidrios y tímpanos. Pero no. Entre todo esto vi la luna en lo alto. Que bella.


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Así como la luna de día, así también sucede con las actividades culturales, que al sernos tan cercas, tan nuestras, tan ya están, ya se hacen de todas maneras, no reflexionamos que si bien el pan es el alimento terrenal para la sobrevivencia fíisca, la part espiritual requiere del alimento que solamente los artistas crean. 

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Para mi fue impresionante en ese abril y mayo  del año pasado en los balcones de Madrid, París, Bonn, cuando estaban en efervescencia los contagios del Covid y las mtantas muertes, los cantantes, los músicos, daban sus conciertos como un ejemplo de dar de otro tipo de alimento (que no pan) a una población maltrecha, dolida, golpeada.



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El año viejo me dejó ausencias muy notorias. Me dejó prácticas de hacer pan y dibujos. Me dejó reflexiones sobre la importancia de la vida y salud.  Decenas de películas del cine mexicano que vi. Me dejó la valoración de muchas personas. La enseñanza de lo grande que es el universo con sus misterios, y lo pequeño que es el individuo. Y la enseñanza que somos cultura, y que solo con esta, en sus distintas disciplinas del arte (música, artes plásticas, literatura, teatro) junto con los conocimientos acumulados del hacer humano (cocina, artesanía, bailes tradicionales, circo, y un largo etc), puede concebirse la existencia. ¿podría alguien imaginar lo que sería la vida sin el arte? ¿Lo que sería la reclusión por la pandemia sin películas, novelas, poesía, música, videollamadas , etc?



Poema la luna, de Jaime Sabines


La luna se puede tomar a cucharadas 
o como una cápsula cada dos horas. 
Es buena como hipnótico y sedante 
y también alivia 
a los que se han intoxicado de filosofía. 
Un pedazo de luna en el bolsillo 
es mejor amuleto que la pata de conejo: 
sirve para encontrar a quien se ama, 
para ser rico sin que lo sepa nadie 
y para alejar a los médicos y las clínicas. 
Se puede dar de postre a los niños 
cuando no se han dormido, 
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos 
ayudan a bien morir. 

Pon una hoja tierna de la luna 
debajo de tu almohada 
y mirarás lo que quieras ver. 
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna 
para cuando te ahogues, 
y dale la llave de la luna 
a los presos y a los desencantados. 
Para los condenados a muerte 
y para los condenados a vida 
no hay mejor estimulante que la luna 
en dosis precisas y controladas.



 Parábola del pan

Juan villorrio

(Tomado del Siglo de Torreón)

Los gobiernos del mundo anuncian recortes a la cultura en nombre de la economía (ser supremo de la teodicea contemporánea). La paradoja es que la gente sobrevive al encierro gracias a la cultura. Desde hace siglos, el esfuerzo de lavar la ropa se supera cantando.

Churchill aseguraba que Gran Bretaña ganó la guerra por no haber cerrado los teatros. Un pueblo que representa Hamlet durante los bombardeos no puede ser vencido. La aficióndel primer ministro por la pintura y la literatura fue vista por sus colegas como una extravagancia similar a su ingesta de puros y whisky, y tuvo algunas repercusiones imprevistas (el nombre de la banda de jazz-rock Blood Sweat and Tears surgió del más inflamado de sus discursos y la academia sueca perfeccionó su lista de errores al concederle el Premio Nobel de Literatura). La contradictoria y carismática figura del legendario bulldog inglés no dejará de inspirar películas y series de televisión. Más allá de las circunstancias de su vida, conviene rescatar una de sus convicciones: la política carece de sentido al margendel arte. Hace unos días, en una carta al ministro de Cultura de España, el director de teatro Luis Pasqual recordó una frase de Churchill: “Si sacrificamos nuestra Cultura... ¿alguien me puede explicar para qué hacemos la guerra?”.¿Tiene sentido salir del encierro en países sin teatros, galerías, librerías o salas de conciertos? Los artistas no parecen prioritarios en tiempos de emergencia. Se les suprimen apoyos, ignorando que la gente necesita gratificación estética. En tiempos desprovistos de grandeza nadie toma una tribuna parlamentaria con el ánimo de Churchill, por no decir con su retórica.

Y sin embargo, la crisis se sobrevive gracias a que las personas imaginan. Para salir del presidio mental, unos comparten memes, gifs o tuits, otros recitan poemas, se disfrazan, cantan, conversan por teléfono o Skype, sueñan, escuchan los sueños de otros. Miles de artistas han regalado en línea sus obras de teatro, sus películas, sus libros, sus conciertos. La especie resiste a través de formas de representación de la realidad (eliminadas de los presupuestos públicos como la parte más prescindible de la realidad).

En “El gran inquisidor”, capítulo de Los hermanos Karamázov, Dostoyevski reflexionó sobre el eterno dilema de las prioridades humanas. Iván, el hermano intelectual, cuenta una parábola a Aliosha, el hermano religioso. En el siglo XVI, un viejo inquisidor sevillano vuelve a ver a Cristo y lo apresa porque su regreso pone en entredicho las enseñanzas de una Iglesia que se ha apartado de su prédica.

El anciano explica al mesías el peor de sus errores. Cuando oyó la voz de Dios en el desierto, pudo haber pedido cualquier cosa. El Padre Eterno le ofreció concederle pan para toda la humanidad. Así, Jesús podría alimentarla por siempre, controlar su economía, someterla a su yugo. Su respuesta fuedesconcertante: “No sólo de pan vive el hombre”. ¿A qué se refería? Jesús prefirió promover la libertad, aun a riesgo de que se usara en su contra. Ya en la cruz, pudo haber acudido a unmilagro, subir al cielo escoltado por los ángeles. Pero no quiso imponer su fe con un truco. La gente debía decidir libremente si creía en él o no. Los milagros y el reparto del pan son coacciones. Iván presenta la historia como un fracaso del cristianismo (un sacrificio inútil en nombre de la libertad); Aliosha lo entiende como un triunfo de la fe sin ataduras. Entre ambos, media otra figura. Dostoyevski sugiere que el pan y la libertad son inseparables. Imaginar que el trigo puede ser horneado y compartirlo son actos culturales. Ponerle precio es otra cosa. En 1929, escribió Federico García Lorca: “No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos claman a gritos”. La mitad de nuestra existencia es imaginaria: el sabor del pan depende de la libertad.

La civilización comenzó en torno a una fogata. Los gobiernos del mundo deberían saber que eso sirvió para tres cosas imprescindibles: calentarse las manos, preparar comida y contar historias.



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