Amores imposibles 2

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Sophia

Te evoco por melancolía de un tiempo que ya no es. Mi padre me llevaba al cine cada sábado. Y ocasionalmente eran películas extranjeras. Una de ellas Quo vadis. Y la del estreno en ese año, yo andaba en los diez, fue Los girasoles de Rusia, que nunca olvidé.Y allí te reconocí  por primera vez. Yo era un chiquillo estudiante en elemental.  Y tú en la pantalla ya eras una bella mujer. Con una mirada de esplendor. Que parecía prometedora en la pantalla y nunca lo fue en lo real, no para esta geografía, claro está. Un día me atreví a escribirte una carta. Una de esas tareas del taller de lectura y redacción. La maestra Sofía López nos había dicho de la necesidad de escribir, para mejorar nuestro pensar. Y me gustaba narrar. Una carta era el espacio especial. Una carta para Sofía, le dije. Y me respondió: para Sofía está bien. pero mejor para una estrella de cine. Y me parece bien sobre Sophia Loren. Y la dirección me consiguió. Casa del Conti. La fontana 100. Ciudad de Roma capital. Italia. Y le di mi carta a la profesora. Y ella con timbre postal la envió. De un alumno admirador. Su fan. Y al cabo de seis meses. Era noticia escolar. Una carta de Italia llegó. Para el alumno Antonio. A otros respondieron también. Pero eran los destinatarios, del área local.

Sophia diosa. Bella entre las bellas. Ahora el tiempo me hace recordar. Tu vida fue de fama especial. Entre Europa y América. Los sets. El glamur. Los viajes en avión. Los hoteles. Los cócteles de noche. Y los premios. El mío fueron tus palabras. En ese momento creí. Y lo quiero seguir creyendo después. Su firma sí lo era. Y tus palabras de gracias, por ese detalle, también. De una escuela escribir, a causa de una materia. Impartida por otra Sofía. Mi maestra de español. Y Los girasoles de Rusia, la he he vuelto a ver. Y el amor a la italiana, con Mastroiani, también.
Sophia. Usted ha de perdonar. Pero le quise escribir. Y gracias aquellos años por responder.

 

2

Ingrid Bergman

 

Los gatos, Ingrid. Son felinos. Solo que el tiempo nos acomoda ahora. Te escribí apenas ayer como respuesta a tu carta. El tiempo ha pasado. Y te recuerdo bien. "Gatos, no". Fue tu respuesta. Y bien mientras rondabas los escenarios. Caminamos entre sombras. Las tardes oscurecían muy temprano en la tarde. Y nos gustaba platicar de eventos, rutas, poesía y libros en general. Las palabras eran nuestro refugio, garantía de tener nuestro espacio libre. Nada sabíamos de ambos. Yo tejía mis sueños en los sueños mismos. Y una tarde de diciembre, exacto quizá el 10, dibujaba animales. Y una amiga me miraba de soslayo. Y se acerca. Una película, dice, Veremos, te invito. Y era Casablanca. Nos fuimos a la parte oscura. Y con palomitas a bordo del barco y un refresco de cola miramos la película. Tan pronto te vi, supe, de los sueños verdaderos. No era propio todo destacar sobre la historia. Solo supe del amor en la pantalla. Belleza del renacimiento. Manos suaves para la caricia. Y todo el mundo a tu paso volteaba a verte. Se traslucen sus sentimientos, decían. Así que luego de Casablanca. Mi afecto a Sam y Bogart. Esos truculentos de escena. Vitoreamos. Yo solo vi tu inmenso amor. Y la salida. No estaremos nunca, Ingrid. Te dije. Y guardaste silencio con las cartas en la mano. las no enviadas. Yo detuve mi camino. Y me puse a recorrer tiendas donde venden carteles de cine. Y te miro eterna con esa pose de mujer común, siendo la diva que siempre fuiste. (Borrador)

 

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3

Vivien Leigh

 

Vivien, aquí. Transitando la memoria. Nuestra memoria. Aquellos años de sueños duraderos. De las palabras que rosaban eternidad mientras la pantalla era la misma siempre. Incluidas palomitas de maíz. Y la vida como en la caverna pasaba de espaldas a la luz, pero tú eras luz. Recuerdo la primera vez que te vi. Viví. Era el nuevo technicolor. Y allí tú en esas películas de cuando uno en la infancia buscaba asomarse atrás del vinil en la pared, para saber cómo era el mecanismo del movimiento. Y yo estiraba la mano para tocar tu rostro desde mi infancia. Belleza celestial, mágica. "Dulce y profesional", de ti decían tus compañeras. Y tu mundo azul continuaba en derroche de triunfos como consecuencia de tu dedicación, tu entrega. En mis sueños me dijiste: "el teatro, no el cine es mi vida". Y aún así conseguiste triunfar en películas para ejemplo de cuando Scarlet O´Hara en Lo que el viento se llevó. Y en efecto llevó tu nombre a los cuernos de la luna. Y te vi satelital y terrena. De pronto cambiabas de la sonrisa a la melancolía. Y eran enfrentamientos, sueños rotos, platos contra la pared. Y los vaivenes de la vida, y los descuidos te condujeron joven hacia tu muerte. El sueño final donde queda vanidad y orgullo. Aquí transito en la memoria. Mi padre me llevaba al cine Popular. Era a cielo abierto y bancas largas como de iglesia. Y estabas allí, Vivien, diva, estrella verdadera. Rompiste corazones como quebrar la copa del brindis en caída accidental. Mas tu belleza y talento quedan en el corazón de quienes acudimos al llamado del viento. Esos años. Cuando la felicidad era una hoja al caer; tomar las manos, un beso, solo. Nombres dentro de un corazón dibujado. O los copos de nieve. Bienaventurada, Vivien Leigh.

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