Los fotógrafos llevan la mirada de todo un pueblo

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Ahora es muy "fácil" tomar fotografías para el recuerdo. Cualquiera -como yo- trae cámara… en el teléfono. Nos basta con enfocar nubes, árbol, crepúsculo, persona, animal o cosa, y al instante allí la tenemos en digital. Y si junto a ello aplicamos algún filtro, entonces saturamos los colores o las pasamos a sepia o blanco y negro, además de muchas otras “originalidades” de filtros. Y ya está. 

 

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Ya está y las vamos acumulando en las memorias que tienen nuestros teléfonos. Hasta que se llenan y las empresas del ramo lo detectan y te ofrecen espacios en la nube, algo así como en el “espacio sideral”, previo pago de una cantidad, según los lotes o solares intangibles que queramos o podamos comprar como bodega de bits.

 

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Y antes no. Apenas hace algunos pocos años teníamos que comprar un rollo de 12, 24 o 36 tomas, y andaba uno con la “cámara” sencillita, y en lo posible una mucho mejor, que nos permitía tomar también imágenes a diestra y siniestra -aunque teníamos más cuidado qué ahora- y con la incertidumbre de cuántas nos salían, y entre estas, algunas desenfocadas o quemadas,  o personas con media cabeza.

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Hubo fotos muy famosas de niños las que le llamaban caritas, donde el fotógrafo de oficio andaba casa por casa ofreciendo dicho servicio. Entonces al hijo o hija de la cliente  tomaba varias, y algunas las provocaba dándole a chupar un limón al niño o niña, para que aparecieran esos gestos de sorpresa, risa, estupefacción, impavidez, susto y el gesto al recibir lo agrio del limón. En algunas casas están aún esos vestigios de tiempos idos.

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Ahora nuestras “cámaras” traen hasta videos y alguna aplicación para editarlos. Pero aclaremos, si bien todos podemos tomar fotografías, no todos son fotógrafos. Estos son los que se dedican a ello, sea porque lo estudiaron o fueron aprendiendo en la fragua del día a día.

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Vaya, ahora hay hasta aplicaciones con las que a una foto se le puede poner movimiento y voz. Si la persona es ya muerta, sobretodo conocida y de la familia, da un poco de miedo.

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Si son blanco y negro, o en sepia son viejitas. Así que en los roperos de nuestros padres vivos o muertos, buscamos en sus cajones y encontramos esas fotos que nos traen en imagen a las personas amadas, o nosotros mismos cuando éramos chicos, al abuelo qué no conocimos, etc.

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Algunos somos y seremos eternamente aficionados a esto y lo otro, incluyendo la fotografía. Leemos algunas recomendaciones. Nos salen algunas de chiripa. Solo eso. Pero yo admiro a los profesionales. Me gustan ver sus fotografías, de todos los tipos. Algunas son de las que toman de improviso, y las que son preparadas. Ni se digan que me gustan las de desnudos. Solo que sea el desnudo artístico. El tipo de fotografía que va dentro de un concepto articulado, con fines estrictamente estéticos.

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Si el 2022 me fuera propicio en decisiones y disciplina, ahora que soy jubilosamente jubilado, le entraría a clases de fotografía, pintura, música e idiomas. En el caso de fotografía, para tener la paciencia de esperar una bandada de pájaros cuando vamos a tomar a las nubes. O esperar que estas en su movimiento lleguen al punto donde mentalmente las ubicamos para nuestra fotografía. Ir a panteones, recorrer calles, mirar, admirar y fijar la arquitectura, los colores, y asimismo por tarea contratar en equipo una modelo y fijar puntos de vista sobre un cuerpo, manejando la luz y varias cosas más.

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Vaya mi reconocimiento a los fotógrafos de profesión. A todos y todas. Considero que ellos llevan la mirada de todos nosotros, de todo un pueblo, para ofrecernos las fotografías donde al verlas reconocemos que efectivamente iba nuestra mirada con ellos.

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Solo que antes y como pretexto del tema, vinculado a la nostalgia, cito el inicio de una canción de Luis Eduardo Aute: "Miro el instante que ha fijado la fotografía/ Ríes con la timidez de quien le avergüenza la risa/ Quince años que sujeto entre mis brazos/ Al compás del último disco robado/  Nada queda en ese trozo de papel, todo es alquimia/  Veo que es la prueba más veraz de que todo es mentira/ Esos rostros ya no llevan nuestros nombres/ Son dos máscaras perdidas en la noche..."

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