Tiempo de café

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Vamos a tomarnos un café, solo uno, hoy muy de mañanita, que sea nuestro mañanero, caliente, fuerte y espumoso. Si le acompañamos de pan, solo es para desafiar la dieta. Nos viene bien, aun si café no fuera, y lo sea un té de frutas tropicales o de manzanilla cuando menos, según ya la edad y necesidades que uno tenga.

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Tomar café solo es una delicia, porque se mete uno en sus cosas, elucubraciones y demás. Pero tomarlo acompañado es otra manera de conocer el paraíso, bien porque sea un amigo, bien y mejor porque sea una amiga, y se le echa vuelo a la hilacha de la palabra. Y se deslizan ideas, sueños, aspiraciones, motivaciones, apuntes para un texto, sea relato, cuento o novela. O se guarda en el tintero de la memoria un verso salido sin esfuerzo. Y la risa domina el ambiente, de tal manera que los vecinos de mesa, se sorprendan y reconozcan la felicidad a unos metros de distancia, o unos metros más ahora por lo de la pandemia.

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Así que todo tiempo es de café. Sea domingo como hoy, y esté uno en la sala de la casa, recordando el ayer y vislumbrando las horas siguientes y el futuro, por demás. O amanezca uno en otra casa, de visita, y te esperen ya en la cocina con un café a nuestro gusto, porque saben de nuestro gustos tropicales. Y un café es motivo de recordar lo ido y armar la trifulca de los encuentros a semejanza de la antigüedad con lucha de cuerpo a cuerpo, sin hacerse daño.

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Con frío, un café, con mucho frío, un café, con calor mediano, un café, con calor extremo un café. De todas maneras acudimos a la cafetería de nuestra preferencia y pedimos un café de nuestra preferencia. El mío aún es café negro con doble carga. Y de vez en cuando un lechero, si ando, en Los Portales, en Veracruz, o en una de esas cafeterías de chino en México, que siempre te recomiendan uno así, con un Busquet o concha para saborear. Moja el pan en el café, y veras que te sabe a gloria, me dijeron una vez, y desde entonces me ha gustado.

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En Tabasco hoy amaneció a 16 grados, lo que no es frío, pero es cuando mucho a lo que podemos esperar para decir que estamos en invierno, y aprovechar para sacar nuestros gruesos abrigos y chamarras. Un viento muy fuerte antier, que hizo llover ropa de tendedero vecinos, y el escándalo si es ropa interior, de Victoria Secret, pero bueno, a regresarlos, porque de alguna manera por las tallas y tamaños los podemos identificar, aunque primero esperamos a que los vengan a buscar. "Sí, claro que sí, vecina, una blusa roja estaba en el patio, y aquí la tengo ya, además de estas otras prendas". "Muchas gracias, vecino, qué amable, no sé cómo pagarle". "De nada". Y así por el estilo.

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El primer café de pareja lo tomé a los 17 años. Ella y yo éramos amigos, pero yo quería con ella y la invité, me dijo sí. Y fuimos a uno con rumbo al norte de la ciudad. Por ese tiempo había muy pocos lugares con esa característica de tranquilidad, y música de fondo, como marco para las ilusiones juveniles. Ella pidió una malteada y yo un café. Me invitó de su bebida y yo de la mía. Luego pidió su propio café. Hacía frío de 10 grados en Matamoros, y nos tomamos la mano con guantes, y luego nos quitamos los guantes, no sé si ella primero o yo. El caso fue que por primera vez las manos nos sudaron y hacía frío. de allí reconocí esa expresión de manita sudada.

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Yo la escuchaba hablar maravillado. Mi alegría era grande al mirar el brillo entusiasta de sus ojos, la voz tremendamente dúctil y suave, musical para mis oídos. Y sus temas eran de mi total y amplio interés. La maravilla de estar y ser, en esos planos de convivencia en la amistad y el amor. 

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Allí comprendí la importancia del roce de la piel, ingenua, si se quiere ver de esa manera, pero muy humana en la comprensión de ser iguales aunque distintos, y de querer estar juntos a pesar de las dificultades del frío, o precisamente por eso. Escuchábamos la música, que era en inglés, Bee Gees o Chicago, no recuerdo, y de vez en cuando Manzanero, con esa miel sonora de Somos novios, y los dos sentimos mutuo amor profundo. Y le agrego yo ahora y "eterno" mientras se viva, por ser de esos sentimientos que perduran en la memoria, aún que solo anduvimos de novios si acaso seis meses.

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Al café: Gracias por los gratos sabores, prodigios de amores y encantos mil. Por esa manera tan sutil de hacerme sentir maravilla, en los momentos mejores y sentirme bien aún en los peores. Por convocar las mieles y hacer digerir las hieles, para sentirme mejor. Por esa seguridad que me diste para exponer mis razones. Por estar allí en medio cuando las miradas y ser alcahuete también, perdón de que lo diga, porque fincaste olvidos de no haberme visto antes igual, cuando cambió la persona de aquel lado de la mesa. Y porque fuiste justificación por los caminos andados mejores. Gracias por todo eso, café. Y aún por lo que viene. Que debe ser igual o mejor. Siempre en las buenas, malas y mejores. Y esos besos con tu sabor. Y los abrazos fieles a la tradición del encanto por saber que la existencia es mejor con amigos y amigas, y a tu vera, amoroso café.

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Y has de saber, que aquí en tu casa, ya tengo el lugar especial, a semejanza de altar, para venerar tu aroma y sabor. Hay una cafetera romana, y una de prensa francesa (muy económicas, por cierto) , y la humilde ollita, para el café de mamá, y la máquina de cápsulas, regalo de reyes, que logra hacer unoscafés fabulosos. Y un letrero de identificación, que a la letra dice: "Cofee times", que es asimismo es letrero regalo, por eso lo conservo. Porque además observo, que todo tiempo de vida, siempre será tiempo de café.




 

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