Qué hacer

1

Qué hacer en un día cuando se presenta como todos. Y repetimos la misma dinámica de los quehaceres rutinarios. Y miramos con angustia que las horas se van y llega la noche que nos trasladará al lunes, y así en esa absurda repetición de hechos hacia la fatiga y la angustia. ¿Qué hacer entonces? Dicen por allí que la vida no puede ser solamente este ocuparse en trabajar, dormir, acudir al supermercado para hacer la despensa, comer, ver la televisión y volver a dormir. No, no y no.

2

Se fue ayer. Y este domingo con el paso de las horas igualmente se irá. Y vendrá el lunes, y se irá. Lo mismo los días anteriores se fueron y asimismo se irán los que vendrán. Y completarán semanas, meses, años, decenios, siglos. Y como un tren infinito en ruta nos bajaremos en alguna estación o nos bajaran como los que ya se fueron. Así, igual.

3

Y en ese fluir del tiempo estamos. Y miramos en repetición los dolores, las angustias, las preocupaciones, las quejas. Y sentimos el odio, escuchamos reclamos, constatamos ambiciones, envidias y acaricias, reconocemos el odio y la mala fe.  

4

Y sin embargo amanece radiante con la aurora. La luminosidad evoca esperanza, primero de vida. Y en segundo lugar la salud, tan importante siempre y más ahora; y en tercer lugar el mirar lo bello en lo cotidiano. El rocío en el pasto y las flores, por ejemplo. Y la telaraña más grande al paso de los minutos. Y el aroma del café caliente. Y el pregón del panadero qué hasta la puerta de la casa nos trae el anhelado pan. 

5

Por cierto no hay respuestas únicas para el qué hacer en días como estos de domingo y frío. Cada quien tendrá las propias. Si ya solo con hacerse la pregunta del ¿qué hacer? ya es ganancia. La variedad de las respuestas nos dan idea de por dónde andamos. Algo vislumbramos por cierto en los propósitos qué hicimos para el año nuevo, este qué, raudo,  ya va corriendo.

6

A mi me pasa que me levanto sin tema en la mente para escribir. Y me pongo frente a la pantalla. Y nada por aquí ni por allá. Inicio un texto y a los tres renglones lo borro. Me entretengo. Voy a la cocina y como un plátano y un durazno. Me prepara el café y nada que me llega el tema. Y de nuevo me siento frente a la pantalla. Entrepierna, digo y entrecierro los ojos. Y aparece : "el tiempo pasa. Me voy volviendo viejo...  Nos vamos, dijo el otro... nos vamos volviendo viejos...

7

Y el amor no lo reflejo como ayer. Pero oh, esa es ya una canción de Pablo Milanés. Entonces borro el texto de nuevo para tratar de empezar. Y es cierto. Es difícil ser original. Lo que a uno se le ocurre ya se le ha ocurrido a otro y de una manera más brillante. Y a volver a empezar.

8

Tomo café y me empezaré a leer cuentos de un norteamericano llamado William Goyen, de quien dicen que era admirado por Truman Capote y por Joyce Carol Oates y comparado con Faukner y Carson McCullers. De esa talla la referencia. A ver que sale. Empieza con uno que se llama: La biblia de los Seadown. Ya les contaré. Mientras tanto disfruten su domingo.




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