Alégrate por cualquier cosa

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Una palabra de uso común y muy general es la palabra "cosa". Como una especie de comodín se acomoda donde sea, y supone que nombra a cualquier objeto no animado. En la vida descubrimos dicha palabra y no la soltamos. Nos acompaña a donde sea. Y nos saca sonrisas cuando escuchamos que alguien dice: "me encanta esa su cosa". Y específicamente no está diciendo nada, aunque en el juego de palabras entendemos por lo que no dice. 

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En la vida asimismo nos vamos llenando de cosas. Como si fuera el afán principal de cada día sumar una u otra cosa, sea en el plano de libros, juguetes, artefactos, rompecabezas, adornos y tantos otros objetos que nos van sacando de nuestra casa literalmente y de nuestras casillas. Dos mil camisas. Quinientos trajes. Doscientos pares de zapatos. (Los tabasqueños entenderán)

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La cosa en sí, y la cosa para sí, es una expresión que la he escuchado desde la juventud, como un descubrimiento o, más bien, planteamiento de la filosofía. Se refiere a la realidad tangible que existe a pesar nuestro, es decir, la consideremos o no, sepamos de ella o no. La cosa existe independientemente de la conciencia del ser humano.

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Paro la ruta de este texto no es la filosofía (que ni sé) , sino llanamente el destacar que le vamos dando preferencia al acumulamiento de objetos, cosas que en principio nos sirven, nos sirvieron y probablemente algún día ocuparemos o nunca vamos a volver a ocupar, pero tienen un lugar, un espacio a nuestro alrededor. Como decir: “no las necesito, pero están en oferta”

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Peor se pone la cosa cuando leemos en algún artículo que la casa donde vivimos es el reflejo de nosotros mismos, y entonces empezamos a reflexionar al ver las cosas a nuestro alrededor con otra mirada, la observación crítica: "si hay acumulación de cosas, y estas andan en desorden, entonces así anda mi cerebro en sus pensamientos”. Por eso es que no nos sucede algo mejor, si siempre le andamos dando vuelta a los objetos que tenemos. Los movemos solo de un lugar a otro. Pero cada día se siguen sumando otros.

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Sería bueno que se formara el AA de acumuladores anónimos. Ya me imagino en las sesiones: "Yo me llamo X y he acumulado dos XX más. Confieso que todo empezó en mi niñez cuando empecé a juntar más canicas y demás juguetes. Llegué a tener hasta treinta trompos, como si fuera colección y siempre quería uno más. Mi madrecita querida me llamaba la atención. Me decía: "hijo para qué quieres tantos juguetes, si solo cuando juegas lo haces con uno". Y yo no le hacía caso. Lo que ella me decía me entraba por un oído y me salía por otro. Ahora he llegado al límite. Vivo en la calle porque mi casa está llena de bastantes cosas, mil veces repetidas...". Etcétera.

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Yo fui comprador compulsivo de libros. Y los que no compraba era porque los pedía prestados. Llegué al punto de que los tuve que sacar de mi habitación, y de mi casa. Me dije a mí mismo: "o los libros o tú (que era yo)". Y fue entonces que me empecé a liberar. Ya aliviado de esta manía, puedo entrar a una librería, los veo, hojeo alguno, pregunto por otros, y digo “gracias, seño”,  y salgo triunfante sin haber comprado ni robado uno. Antes no podía hacer eso. "El que embarca para comprar más es el libro primero", me habían dicho. Y por algún tiempo no compraba el primero, sino el segundo y el tercero. Hasta que me di cuenta que me estaba haciendo trampa. Por cierto, tengo seis guitarras.

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Es un terror estar frente a la compu u hoja en blanco y no tener tema. Por lo regular este lo busco desde una noche antes, en esos minutos previos al sueño, cavilo en su búsqueda cuando ya hasta los ojos están cerrados. Y busco sobre qué escribir a la mañana siguiente. A veces tengo el tema. Y para la mañana se me olvida. O no. El problema es cuando no lo tengo. Y entonces me digo: "escribe sobre cualquier cosa". Y en esas ando naufragando a veces en lo cotidiano. 

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Y no es fácil sacudirse de tantas cosas. Por eso la sugerencia es que siempre te levantes de buen humor. Y te alegres por cualquier cosa: un recuerdo grato, o dos. Ah, el problema del ser humano es sentirse utilizado como cosa. Aunque ese es ya otro tema.

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Pero lo que nos hace llorar, dice una canción de Serrat:  "Son aquellas, pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas; en un cajón, en un papel, o en un rincón..."

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