Taller literario, un navío en ruta a Itaca

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Ayer echamos a navegar el navío. Es una embarcación modesta donde la tripulación está integrada inicialmente por once personas, y quienes cada uno tomará el timón en forma alternado. Son las palabras el motivo del viaje, y específicamente las palabras en función de la literatura.

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Llegué puntual a Casa Alebrijes. Quise estar impuntual quince minutos antes. Pero algo de viento huracanados me lo impidió. Así que a las 4 estaba ya sentado ante el timón. Ya estaban tres personas. Y a las 4:05 inicié con lectura de tres poemas, a manera de oración a las musas de la literatura. El primero y como referencia a los viajes fue Itaca, del griego Constantino Kavafis. Procuraremos que el viaje sea largo. Así sea. El segundo fue Epitafio a Joaquín Passos, de Ernesto Cardenal.  Recordadle cuando se escriban las cartas de amor y los decretos. Y el tercero fue de César Vallejo. Hay, madre, un lugar muy grande que se llama París.

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Lo demás fluyó de manera prevista. Palabras de bienvenida. Introducción al taller. Generalidades sobre la literatura. La importancia de leer para escribir cada vez mejor. El lenguaje, la herramienta básica, esencial y fundamental para la composición de textos. Entre agua calma las primeras millas náuticos recorridos. Tres textos de muy buen nivel revisados. Y la foto del recuerdo. Mas luego las despedidas que fueron tantas veces de quienes no se querían despedir. Y el faro del puerto poco a poco fue quedando lejos.

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Leí hace días algo que dijo Julieta Fierro, especialista en el cosmos, que tenemos células o átomos de los dinosaurios. Y antes había leído qué en ese contexto tenemos asimismo polvo de estrellas. Imponentes y esclarecedoras las afirmaciones. 

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En ese tono puedo asegurar que a todo taller literario asisten los espíritus benignos de los más grandes poetas y narradores. Y más aún. Quienes escriben con amor, pasión, sensibilidad y coraje,  tienen átomos y células de algunos escritores, cada quien con su cada cual, y se nota en el brillo en los ojos producto del amor a la literatura. Y por su voz clara y diáfana qué se cuelan en los textos que van escribiendo.

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Así sentí ayer las voces de, aparte de Kavafis, Cardenal, Vallejo y de Mark Twain, de quienes leí poemas y narrativa de este último, asimismo en los textos sentí las voces de los poetas Beat; de Benedeti y Jaime Sabines, y de Gabriel García Márquez. Además en las participaciones reflexivas y críticas, las voces de los más fieros críticos. Todos sonrisas. Piel dura para soportar el agua salada y los inclementes rayos de sol de la crítica persuasiva.

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Qué nobles corazones. Qué miradas dulces y esperanzadoras. Qué tono en sus voces. Enamorados todos los asistentes de la palabra en general y de la literatura en particular. Mi sorpresa fue muy agradable tanto por los trabajos presentados como por las ideas que fluian de buen nivel. Y eso que apenas ha zarpado el navío con destino a Itaca. En el camino ya iremos descubriendo lo que significan las Itacas.

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Los logros que cada quien va alcanzando son mérito de cada uno. De su disciplina, de sus lecturas, de su dedicación, etc. El taller solo les proporciona un ambiente entre pares, con el cafesito, las galletas, las risas y las palabras que se van presentando en el trayecto, sea hablada o escrita.

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Recordamos a Luis Akonso Fernández, ese sí Capitán en jefe, escritor, artista plástico y científico de corazón noble. Se dice que descubrió la composición del cubo del que llaman Kurbitz. Delia presentó kos distintos espacios de Casa Alebrijes.

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Bienvenidos los que iniciaron. Y los que suban al navío después. No se arrepentirán. La ruta es Itaca.



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