De viaje 2 (Alexa y poemas)

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Me gusta viajar por carretera. Por el estado de ellas conocerás a tu país. Y cada una tiene su propio plus. De las que cruzan los pueblos con sus colores y sabores entre baches y topes, y las autopistas del tercer mundo con sus baches, en las que vas sin ver y ningún restaurant decente ni indecente.

Cuando viajo siempre reflexiono del paralelismo entre el viaje y la vida misma. En esta caemos en baches, enfrentamos topes como obstáculos,  tenemos accidentes y a veces andamos estresados por el intenso tráfico. En ambas, la vida y los viajes, debemos estar muy atentos en todo.  ¿Gustan un café?

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No olvido un viaje donde alrededor del año 2000 crucé por pueblos de San Luis Potosí y en uno de ellos, en falda de serranía, vi a decenas de personas muy pobres estirando la mano pidiendo dinero y otras ofreciendo pieles que, a lo lejos, parecían de víboras.

Esta ocasión había mucho tráfico en las carreteras. El cual se originaba por accidentes, o por las casetas de cobro. En ocasiones era hasta por dos y tres horas. Y entones uno tiene que hacer acopio de mucha paciencia. De algo han servido las clases de relax y de yoga. Calma. Mucha calma, Solín.

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Me tocó ver a dos que iban peleando desde sus respectivos autos. No había espacio para rebasar de manera normal por la izquierda porque el carril de venida estaba ocupado por kilómetros de cola. El de atrás pedía que el de adelante se hiciera hacia el acotamiento para rebasarlo. Y el de adelante adrede seguía pegado al centro. Entonces el de atrás buscaba rebasar malamente por la derecha usando el acotamiento, y el de adelante se movía para taparlo. Así por varios kilómetros. Sentí que en cualquier momento podían sacar pistola. Pero no.

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El GPS ayudó en lo posible. Aunque dicha aplicación no sabía de algunos cierres de autopista qué nos metió a las carreteras angostas y con topes allí por los Vega De la Torre, Veracruz. 

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En trayectos largos se escucha mucha música; cada quien tiene su preferida. Pero el concepto es que el que maneja tiene preferencia. Se platica mucho hasta que se duermen todos, incluyendo el copiloto. Y antes se cuentan chistes. Solo que en cada viaje son los mismos. Uno de monjita, Pepito, argentinos y de vasco. No hay más, aunque prometo aprenderme otros para el próximo viaje. Y se platican algunas cosas que de manera normal no se cuentan debido a las prisas de lo diario.

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Otra sensación es cuando todos los acompañantes van dormidos. Entonces uno de piloto reflexiona sobre la responsabilidad total que tiene sobre rutas y vidas. Son momentos de mucha reflexión porque solo hay silencio. O música a bajo volumen.

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En este viaje traté de comprar el robótito de moda Alexa. Es una bocina esférica que te responde muchas cosas, te pone la música, cuenta chistes, y te enciende focos de casa siempre y cuando sean focos "inteligentes". Estuvieron en oferta en 20 dólares (400 pesos), pero no había en existencia. En casa de mi sobrina estuve jugando con la tal "Alexa" haciéndole preguntas íntimas, pidiéndole música de Rigo Tovar y el Hotel California. Pero sorprendí a todos pidiéndole el Poema 20 de Pablo Neruda. Y allí en medio de la reunión familiar la bocina recitando: "Puedo escribir los poemas más tristes esta noche. Escribir por ejemplo la noche está estrellada y titilan los astros a lolejos... ya no la quiero, pero tal vez la quiero...” etc.

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También le pedí un poema de Ernesto Cardenal. Y he allí con la voz de robot la Alexa: "Me contaron que estabas enamorada de otro. Entonces fui a mi cuarto y escribí un artículo contra el gobierno. Estoy preso". Y te responde cuándo se va a acabar el mundo: "el mundo se va acabar en 111 millones de años, así que hay que estar preparados porque terminará la tierra en una bola incandescente". 

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Sí, la vida también es un viaje. De nosotros depende disfrutar el trayecto. Lo dice muy bien el poema Ítaca, de Cavafis. Disfrutemos todos los instantes, y todos los lugares donde estemos. Solo así vale vivir. En el poema Itaca es una isla pobre. Nada ofrece al viajero. Lo que importa fue el viaje.


Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

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