Amores imposibles 3


1

Liz Taylor

Un poco de lipstick, Liz. Y la mirada que encanta. Sabes, te vine a escribir, solo por no dejar pasar la admiración, de tu papel por la paz, en los estudios de cine. Liz, se te extraña, de mil maneras, claro. Tu papel como Cleopatra, de lo más natural. Mas tu forma de ser, en lo íntimo de la amistad, y en la misma intimidad, de las flores. Sabes Liz, siempre me acuerdo de ti. Sobre todo por las notas de la prensa, que hablan de tu corazón, y relaciones. Aquella vez en la gran manzana, te miré por primera vez, e hice piruetas. Para que me vieras, Liz. Mas todo fue imposible. ya sabes, la edad de la niñez. Y tu fulgurante adolescencia, donde siempre te hacías notar, sin querer. Cada vez, que me hacían recordar, asuntos de la nostalgia, le pedíamos a la enfermera, que nos dejara pasar. Y ella no rompía los ciclos. Una vez te vi pasar, nunca lo dije. Y te admiré desde entonces, con tu sensual mirada violeta. 
Una vez, Liz, te quise robar de la pantalla. "Yo soy, dijo la voz temblorosa". Se renovó en automática  de información. Luego el cura de la nostalgia por lo ido se mantiene, de por sí. Entre el público me levanté, por la magia del violeta de tu mirada. Y me acerqué a la pantalla. Ya había cambiado la escena. Y se me quedó grabado como fuego el influjo de tu mirada y ondulante caminar.

 

2

Marilyn Monroe

Yo hago la parte que me toca. Y todos hacemos la propia, Marilyn. Consentida y tan acompañada por tantos, mas en tu interior sola, inmensamente sola. En esa ruta del glamur a donde iba y venía tu templo que fue en síntesis tu cuerpo. Esa belleza sorprendente, en sus inicios,  sin ayuda del cosmético. Esa sensación de nube, de disponible el beso y la piel como imagen. Esa manera de enfrentar al mundo tan solo con el futuro polvo embellecido. En la jungla del asfalto, Marilyn, estaba tu cumbre y caída. Tu destino. Y allí te encaminaste, consciente. A diario compaginaste como Eva al desnudo, que es como realmente te querían las miradas. Y cruzaste cien mil veces la frontera de lo lícito, así como demostrarte lucidez en tu entrega a la lectura y a la literatura, que pocos de ti conocen. Eres bella porque eres de las pocas que pasaron en la vida sin tiempo. Yo te sueño y pido por ti mejores momentos quizá en otra vida. Para ti, aclaro. Las pantallas te muestran como eres. Y nunca habrá pantalla que refleje el infierno que viviste desde niña. El infierno que vivió tu madre. De la casa de abuelos al orfanatorio. Bienvenida seas a este club de Los Ángeles, California. De donde partiste para siempre. Estrella fugaz de la mirada y ensoñación. Musa de canciones y poemas. Diva perfecta. El ícono en que te convertiste, era al final tu destino. Era tu camino. Y un buen momento lo descubriste. Cuando te encontraron al final tú, la que fuiste, ya no eras. Reconocieron al polvo en que te convertirías, como todos al final de los finales. La vez que me llamaste, en sueños, Marilyn, perdón, mi teléfono estaba ocupado. La tercer llamada es, ya, Marilyn. te espero en la pantalla, en el set, en el escenario. Y no llegas a esta cita donde todos lo de tu club de fans, te quieren. Porque aún joven cumpliste otra cita. Como todos.

 

3

Gina Lollobrigida

Recuerdo bien tu mirada de película. Esas tardes en que platicábamos bajo un ciprés de una plaza al este de la ciudad. Nos deteníamos en la venta de libros y discos viejos. Y luego entrábamos a ver las exposiciones. Como si no fuera el cine solo un sueño del corazón. Te le quedabas viendo embelezada a las pinturas y esculturas. Y hacías comentarios. La gente al pasar veía tu sonrisa como anunciando un dentífrico. La pasarela te dio las tablas y algo de dinero. Pero el cine te abrió las puertas para vivir con esa dicha de la fama, bien ganada. A fuerza de la memoria, mujer la más guapa del mundo, lograste tus sueños: verter amor en los hechos de la gente. La sencilla. La que buscaba en ti consuelo para los dolores del día.
Gina, seguro recordarás cuando los voceadores de los diarios te hicieron homenaje. Solo por el hecho de "que nos alegra usted con su belleza". Eran los tiempos aquellos de los consejos naturales para verse bien. Y los magnates buscaban seducirte con el oro. "Mas yo no soy de esas, creo en el amor", lo dejaste claro. "Ese tipo me vigila", cuando fuiste a Hollywood. Y fuiste embajadora de la sonrisa, por eso hoy te guardo en la memoria. Ingresaste de contrabando una noche en mis sueños. Y al escuchar mi nombre, estabas de espaldas a mi, volteaste a verme. Y te acercaste con ese contoneo felino y, dichosa voz, me saludaste con un beso efusivo en la nariz. "Mi pícolo bambino", dijiste. Y sé que la realidad era el sueño o al revés.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam