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De otras historias (La princesa está triste)

La princesa está triste  Rubén Darío La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales. Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y, vestido de rojo, piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión. ¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China, o en el que ha detenido su carroza Argentina para ver de sus ojos la dulzura de luz? ¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? ¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar; ir al sol p

Otras historias

¡Una historia inolvidable! Era una mañana agitada, eran las 8:30, cuando un señor mayor de unos 80 años, llegó al hospital para que le sacaran los puntos de su pulgar. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita a las 9:00 am. Comprobé sus señales vitales y le pedí que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora antes de que alguien pudiera atenderlo. Lo ví mirando su reloj y decidí, que ya que no estaba ocupado con otro paciente, podría examinar su herida. Durante el examen, comprobé que estaba curado, entonces le pedí a uno de los doctores, algunos elementos para quitarle las suturas y curar su herida. Mientras le realizaba las curaciones, le pregunté si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado. El señor me dijo que no, que necesitaba ir al geríatrico para desayunar con su esposa. Le pregunté sobre la salud de ella. El me respondió que ella hacía tiempo que estaba allí ya que padecía de Alzheimer. Le pregunté si ella se enfa

Posdata

P.D. ¿Que se dice en el posdata? Lo que se olvidó escribir, y está cerrada ya la carta, por el motivo que fuera, sea este remodelación o derribo. Y es el caso, después de los textos anteriores, que son un recorrido por varios momentos de la vida personal. Aclaro: dicto yo mismo, no otro. Uno tiene conformado un pensamiento producto de darse con la piedra y los conjuntos de imágenes atrapadas el vuelo por ciudades, barrios y sinuosas carreteras. La presente hilación de palabras, a veces trastocadas por el desvelo, el insomnio o los sobresaltos, son producto de la necesidad del ser. Rememoro que el mejor beso dado, han sido varios. Y los abrazos no han sido pocos. De la sonrisa al guiño, pasando por supuesto por el abrazo de mi madre y padre y la sencillez y belleza conmovedora de la novia primera. Cerrar este cuaderno no tiene otra explicación más que sobran las palabras, pero faltan los motivos, o más bien el motivo principal. Anuncio que otro día iniciaremos una nueva travesía por u

Cerrado

Basta bajar la cortina, poner los candados.  Así de fácil iniciar un nuevo rumbo, en salvedad, otro rubro, otro camino, otras imágenes, otro olor. Quemar las amadas naves, las certeras flechas, el  papel mejor. Otros discos sonarán.

Cerrado por Inventario

A cuento el chocolate, de la tía aquella con los gatos de la oscuridad. Dato duro de por sí, y su hija. Y luego el libro que te nombra, en la página 69 y en la 96. Una liendre anida en mi cabeza; es la pobreza de ideas, ya qué. Mejor guardo silencio y pienso, qué joder. Debo  dibujar un pato, o tigre o la lluvia pertinaz y hacer humedades el cuaderno. En este detallado recuento, a vos, recordar, que los tiempos se acortan en rutinas. Nuestra vestimenta es gris, aunque brillen los colores saturados. Y el poema -que es la vida- nunca es de papel. Y la piel canta al polvo en esculturas del futuro. Tan coqueta la señora Muerte nos espera. Un café, sin azúcar, por favor. No guiños más a las meseras. Ni palabras en tono del "gracias" con notas de canción. Y esa sonrisa pilla que atrapa al duende, a Caperusa, al Pinocho que se yo. Mañana vuelvo al Casablanca, a certificar  que la vida es bella por los datos que inscribe en nuestro corazón. No renuncio a los postres de vainilla. Ni

Cerrado por reparación

Esta patineta descompuesta Este acelerador sin aceleración este café que sabe a cobre o rayos este modo triste de cantar canción. Este arrastrar terco de palabras futil manera de pedir perdón este perdón que no perdona este vacilar en "sí", "tal vez", "no". Esta alabanza diurna de cantina este canto del Lousiana blues este acordeón que ya no toca nada este tigre con su nieve de limón. Este aullar de gato solitario esta luna oscura, que no es estas  mañanitas esplendentes que florean solo si las miras tu. Esta canción que no te nombra aún donde quiera que estés este silencio que me mata y este tu matar donde no estoy. Este callar es un asesinato este silencio suena muy atroz este decir sin decir nada es una forma cruel de escribir adiós. La vida nos olvida si callamos la vida es la espina con la rosa   la muerte nos abraza en el silencio y, sabes, pensar en ti no hago otra cosa Estas  mañanitas esplendentes florean solo

Cerrado por derribo

Este llorar de aguafiestas sin sentido Esta desolación sin luz ni paz Este amargo rumbo de la rumba Esta dirección.sin pin local. Este telar de piedras marinado. Esta ciudad sin pañoletas, gris Esta iglesia sin vírgenes ni -ay- dioses  Este río con sirena aún sin ulular. Este libro con hojas ya manchado Esta canción sin razones para dedicar Este del revés amor palpado Este sentimiento para nunca palpitar. Este caminar por tu rumbo, herido Este dulce bulevar  sin alcanfor este azul gris que mar no pinta Este cardenal que ya se despintó. Deberíamos de adornar la Nochebuena con una flor de besos, sin alcohol con un pinito de esos canadienses y con esferas como dulces de algodón. Esta no es la mejor noche ni el día sin ti será mejor Os lo juro sea Borges el testigo que tejí y espero mi abrazo abrazador. Este libro de versos me arrebata Esta  guitarra espera serenar Esta noche no me visto con corbata porque nunca dejaré de ser

El fin

Se acabó el mundo ayer. No es cierto, hace semanas. No. Hace meses. Fue un estruendo tremebundo. Comparado solo al silencio total. Ausencia de todo. La crónica aparecerá al final del libro con un posdata. Hay dos versiones, ambas con alto grado de credibilidad. Una: al anochecer no llegó la oscuridad. La luz siguió deslumbrando a los del sueño. Y al día siguiente lo mismo. Vigilia obligada y total. Dos: nunca amaneció. Así fue el principio del fin del mundo. Un gran desierto con esqueletos de pez. Evitable el fin. Terminó ayer. Hace semanas.

Escribir

Esperar la tarde o el amanecer. Una nube forme al ángel. O la lluvia limpie las hojas en otoño. O el sol dore al azar el pan, el nuestro.  Escucho Volver de un disco viejo, luego el Uno, tango igual. Concierto de los mejores momentos en el Olimpia de París. Nada hay, excepto. Comején de los días. Tiempo en salvedad, infinito discurrir. Lotería en diagonal: Dama, catrín y músico. El placer de jugar por jugar. Si comprendieras, en mí, la ausencia.  Escribo escribir. Y Ausencia también.

Ajada voz

La voz  sin voz y sin sentido, ajada. La voz  de incoherencias, claro,  guturos apenas entendibles Gruñir por pan de lima Loco afán por darme a entender como señales de humo.  Entonces digo se acabó la voz de los discursos La engolada voz de gravedad fingida El conjunto de sonidos que nada dicen Ajada voz, señal de paso

Yo acuso

El libro, culpable, y su olor de imprenta, y la hoja seca, en fin. La genética, viejos, del color, también. A los cantantes que siguen endulzando sentimientos en canciones, lugares comunes de la vida común. A los oradores que arengaron sobre la savia de la vida: democracia, libertad. A los maestros que metieron la letra a pesar de esta  naturaleza de piedra. A los que hicieron su trinchera de arena de mar, con sus juegos de playa. A los guerreros, sin rendirse, muertos en la batalla. A los abuelos Morelos, Martí, Allende y Mandela, ellos sí, ellos. A los vendedores ambulantes, de esquite, hierbas curativas y duraznos, los vi alegres, cantando por las calles. Y sin duda al sepulturero, tranquilo, sabedor de su oficio, Don Román a sus 97 años de edad. La culpa es de Borges, Cortázar y Arreola, traficantes de palabras, dadores de belleza, La Belleza. Al policía aquel que da su bendición y sonríe cada vez que  encuentra parejas en su goce.  Al cura que honda en el dolor humano y se ofrece

Brindar soledad

Brindar la soledad redundando a solas. Mientras otros se abrazan en parques del fastidio y la rutina. Brindar en esencia por la nada que es grande y trasciende como destino final, y nos consume mientras nos cerca desde los orígenes. Huellas son el tiempo que señalan el paso. Huellas como cicatrices crueles de segundos que se fueron ya y no vuelven. Brindar es el estar aquí lamiendo las heridas. Es reseñar libros vacíos. Es releer el paso del tiempo como algo inevitable. Es brindar por ti, por mi, por todos; alientos que languidecieron en búsqueda de lo que debe ser en las convenciones sociales. Brindar por el polvo y el elixir de la vida no probado. Es también cerrar los ojos por las noches sin dormirse. Brindar es escribir cuaderno como rendija de luz.

Otra constancia

Sin duda la esperanza, el sueño reparador, el aspirar sin humo y reticentes a la perfección que no existe; el sentir el pequeño frío o el calor como una caricia; y sentir que la piel es talismán único y con clave. Constancia también del pensamiento como bálsamo, en el que desfila esta película de historia interminable. Este pensamiento, estas canciones y estos libros de ensueño. Nada hay más que supere. Nada. Ni el fulgor del oro inalcanzable, y menos  la fama, perra desdentada, que es como alimento para el ego. Dejo constancia, doy fe, que existo en la plenitud de los años, y que el poema es la vida que vivimos, con todo lo que la conforma, filosofía vital, de barrio y suburbio, por la que  adoramos el agua simple, la mirada y la palabra. 

Constancia

Constancia de los días es esta pus, espina, hoyo, este lamento, estas lágrimas. Es una forma de mostrar el monstruo  que somos en su cara e interior descarnados, o al que llevamos dentro sin mostrarlo por causa de nuestra máscara.Constancia de los días es temblar ante lo incierto, medrar en la oportunidad, temer a la lluvia y al rocío, tramar daño, sentir escalofrío por lo que sucede, impotencia por no resolver los problemas del prójimo, robar la esperanza y olvidar los motivos de la risa. Constancia de los días es admirar la daga, el filo del vidrio, el hueco donde estaba el ojo, la semilla seca, el río sin agua, el aula cerrada. Debe ser motivo de estudio esta locura o sobriedad doble, que confluyen y muestran dos rostros de la hidra. Hago constar, doy fe que existo y existes, soy múltiple y uno, somos uno en esa maravilla de los encuentros y en esa nostalgia en el vacío de la nada. 

Gitana

En el camino la gitana me detiene y lee la  palma de la mano. Augura dicha y fortuna mezcla de palabras con sonrisas. Y poemas, agrega, del que te dicta. Sonrío y sigo el engaño, como si nada. La infaltable piedra  dominó senderos y decidió caídas. Donde dice  laberinto significa camino, y pozo dice donde escribe luna. Sabéis que las piedras son inevitables, y los sueños lanzan la mirada al cielo y escudriñaron más allá. Los rutinarios contadores de estrellas son quienes  han logrado que el mundo sea mejor, más habitable. Y aunque parezca lugar común, a veces lo común es necesario Nadie escribe cursis cartas de amor. Y los besos siguen significando lo mismo. Alerta. Que un descuido es el inicio de la película, o el fin para el inicio de otra. El destino es inescrutable. Cada uno sigue siendo cada cual, en la nostalgia. Suene el marichi.

Hambre

Tomo café. Que horrible café. Como un batidillo de influjo negro más azúcar.Lugar   ahora lleno de ruido. Parloteo. Tomo café. Y no es el de otras veces o voces. Ya ni se. Lugar de ocre y vacío. Esperpentos que piden la cuenta por favor y rutina. Hoy es sábado. Y no hay coronopíos, menos famas. Ni sueños. Ni metas. Ni objetivos. Sólo el día que se pavonea a sus anchas, rey y señor del tiempo de tiempos. Presente en claro que nada deja ni insomnios o vertientes de un hacer votivo. Debe ser la edad de la certeza en que fue y será, tan sólo. Ahora sucede nada. Que pena por la vida de zombie desperdiciada. Que pena por la ,ausencia de poemas o sueños. Ahora me explico mi hambre  No hay comida aqui en el siquiatrico. Ni pastillas para soñar. Tampoco colores para pintar la existencia en el pasado.  Que raro. No estamos y se agranda la presencia.

Rayito de luz

Si fueran los días de colores, este es el de la luz, mezcla de todos. Un rayito por rendija de puerta. O por el quicio. Y rebota en el espejo. Viaja a las miradas. Y refulge develando lineas que forman cruz. Curvas. Pájaros de confeti y canto nostalgian días de la razón y la nada. Muerte y  vida. Memoria de los ángeles terrenales. De las noches en aullidos solitarios a la luna. De las escafandras que nos protegen de hechizos y conjuros literarios. Nostalgia por los días que vienen,  por los carteles con dibujos infantiles para la escenografía del mefistófeles. Yo soy el que escribo. Y me dicto a mí mismo. La trampa de decir que es otro. O decir que soy el otro que dicta, es lanzar las palabras y esconder la mano. Parecido eso sí. No sé. Conjuro el atardecer y la brisa. Las hojas son mi cama. Mi universo soy yo mismo. He dicho. La nada.

Diciembre aquí

Diciembre aquí. Los caballeros de guardia tejen el plan mientras tuercen cuello al ganso. El dificil día con sus cines y sus hojas muertas. Este es el parte de los días con gorjeo de pájaros que domina el ambiente. Y anuncian un circo con boletos al dos por uno. Llegan los trashumantes. Lectura del futuro entre las manos. Faquires y tigres de Bengala. Payasos que cantan opereta y tango. Pondré un anuncio clasificado en la prensa: Se busca  escritor o poeta mire como Borges,  y sepa hacer nieve de limón. Es ensordecedor el grito del auxilio. Amanece. Anuncian el periódico.  Buenos días señor sol.

Sueños son

Terciopelo azul o rosa. Suave. Gruñe el perro al alba, guardíán de todo. Lluvia leve. Llamas en azul y amarillo. Entre tiempos de cosecha, mangos en las ramas y en el suelo. Poesía trama caricias con palabras. Un ron y rumba. Los recuerdos de la Habana, mi negra. Música sin fin. Y sueños explícitos en el malecón. Libros y más libros. El asunto es de emoción: Guillén, Retamar y Dulce María Loynaz. Cuando zarpa el barco, en la lejanía, se miran las manos del adiós. Cuando uno sale de Cuba, deja enterrado, un cúmulo de sensaciones. Miradas de esperanza. Miradas de solidaridad. Y ese sol que dora. Y esa luna sonriente vista desde el balcón. Bucanero y limón. Sueños, la vida, son.

¿Dónde?

Inicia la semana. Mes de tráfago. Perdí la cámara. En sueños. Siempre sucede. A veces es el auto. Otras veces es el libro especial. La ropa. Otras el nombre, la identidad. Pero la cámara. Ahí si, claro, duele. La cámara. Razón de ser. Receptora de sueños, líneas, colores, miradas. La que me ayuda en el ser, la que está junto a mí, en mí. La cámara que al abrir su obturador, como centella, permite la entrada de la luz para el poema, el texto, la memoria, la vida, la película. La que abraza mi ser con su sola presencia. Es tangible e intangible, en sueños. ¿Dónde? ¿Dónde estará? Donde quiera que esté.

Fugaz

Fugacidad la vida, como un abrir y cerrar de ojos. ¿Qué decir ante el absoluto momento en que todo acaba? Destino en fin. O principio de otro modo de la manifestación del ser. No lo sé. Transcurre la vida como un destello de flash. Luego de la tarde de un día sin sentido, como otros, quedan cenizas, polvo. Un cofre abierto recibe pesares, risas, palabras, mapa de un laberinto y de un tesoro escondido en El dorado. Y finalmente se cierra. Absorto miro el desván del sicólogo -solo-  el libro abandonado y la patineta rota. El polvo se acumula en muebles y corazón. Y el doctor avieso ríe de tantas preocupaciones escuchadas. Anochece y amanece en el transcurrir de los días. Hubo una vez el cuento del hombre en el Hotel  California. Nadie hay. Solo el eco. El amor no es fugaz; la vida sí.

Ni nunca

Nunca la vida se rinde ante la muerte, y esta es paciente. Nunca la piedra se eleva por sí. Y nunca muere la esperanza. Estamos así en pendientes y barrancos, a punto de ir o venir. Vemos suelo y cielo. Y sabemos que no es lo mismo sima que cima, usted sabe, la ortografía. Es entonces que nos atrevemos a llamar al mago (ese dios de los pobres, ilusionista de verdad) para que de la chistera vieja saque el dulce de miel o la paloma.  Corrijamos el texto, donde iba mayúscula dejémosla así. Dios es dios, también, si el concepto no nos huye. Ni nunca es una afirmación. Es el poder de la negación negada.

Neblina

Esta humedad, conjunción de delirio y velo, donde se adivina vida y esperanza, atrae como imán a la mirada. Escudriñamos hacia los cuatro puntos cardinales. Y la rosa de los vientos nos orienta. La terca brújula señala rutinaria al norte de la personal infancia y adolescencia. Con ayuda de Diógenes, entusiastas y esperanzados, seguimos rumbo, al sur. Cuando sale el sol, al fin, baja la humedad hacia el pasto seco y la hojarasca. La vida se manifiesta, y el verde brilla refulgente mientras los ocres desaparecen breves a la vista. He perdido los ojos, nunca la mirada.

Miradas

Mirada de pantera o león. Tristeza sobre rostros tristes. Oblicua lista para el llanto. Mirada sobre la ola en el mar de furia. Sobre la flor con rocío. Mirada sencilla y nostálgica en la edad de la memoria. Mirada en la curva del camino. En la pendiente. Mirada en el lomo y crin de caballo. En el color y forma de las frutas. Sobre las vocales cuando anidan al vuelo. Y sobre el riel del ferrocarril. La mirada escudriña en las miradas y en las cicatrices.  Además hay miradas que miran a la piedra y las estrellas. La mirada viaja en la nube y regresa en los juegos de los niños. Mirada sobre la obra que se levanta. Y la que busca algo  cuando la falda levanta el aire. Mirada a sí mismo y al otro que es uno, como extraño. Al sol para quemar retinas. Y a la oscuridad. Mas la mirada sobre el poema, y más allá de lo que hay en las grafías. Imágenes que no existen porque en efecto existen.

Como un soplo

Entre dudas y certezas se debate el cuervo y el gorrión. Mientras tanto vuelan. Hay certezas como leyes: cae el peso por la gravedad y las palabras algo dicen. Sé por ejemplo que en vida hay esperanza; y que la muerte es la certeza mayor, de la nada. Y no hay canto peor, ni aún en la marcialidad los himnos. Ahora es de mañana y es jueves. Tomo café. No grazno hoy ni canto. Solo guiños al sol, por si acaso. Respiro con profundidad y me veo en el espejo. El día es la construcción de hechos entre salvas y vivas, y azar o circunstancias. Cuando el gorrión (es menuda como un soplo) cabe en la mano, esta acaricia. Cuando el gorrión sueña, el mundo se transforma. No hablemos del cuervo, también creatura de dios. Tengo fe como certeza. Los sueños son la certeza mayor que prueba la existencia del hombre.

No sé

Cuando el corazón palidece, de rojo pasa a rosáceo o morado (no son colores feos, por cierto, me gustan las camisas de ese color). Es un decir. Más bien se siente uno pequeñito, eso sí. El caso ahora es que es otro lenguaje. Otro ritmo, este somnoliento. Arrastramos la sonrisa. Y maúllan los gatos en su suerte de felinos pequeñitos. No sé. de pronto viene todo así, como avalancha. Cantaremos de nuevo. Eso es seguro. No hay mal que dure cien años, lo sé. Bien lo sé. Sólo el amor, ese si.

Tardes de soul

Jugábamos a la guerra y morimos; luego a policías y ladrones, y nos atrapaban o atrapábamos, según el bando asignado. Eran los tiempos de la infancia que un día terminaron y están en el recuerdo. Un día me vi distinto. Temblaba el corazón ante el aroma y colores de las flores. Eran tardes de soul y serenata. Y bajamos nubes de algodón y algunas estrellas; no muchas. Y descubrimos los juegos de palabras. Nos abrazamos en palabras y transcribimos la historia del mundo (nuestro mundo). Y supimos que había otras realidades. Empezamos a caminar por horas en carretera. Y éramos todo oído al tintinar de las palabras en nuestro oído y el vibrar arena en la garganta. Oscurecía y para nosotros seguía habiendo luz. Una vez la policía. y El carro rotó está, aunque no lo estaba. Miel con hojuelas. Seguiré escribiendo. Seguiré viviendo. Porque la vida va.

Mañana

Hay textos ya escritos. Los que se escriben. Y los que se escribirán mañana. Es la posibilidad de escribir y ser perfectos. Etéreos donde nada daña. Es volar y soñar aterrizados en la luna y piel. Es la mano que busca otra conocida en conciencia mano donde hemos decidido caminar erguidos. Escribo versos. Y voy silbando una canción aprendida de la infancia. Nada iras ni reclamos. Alejado de todos me encuentro conmigo mismo. Y me veo enano a veces, y gigante no lo niego. Leo y escribo, digo. Y me refugio en la esquina como siempre, en la calle de siempre. Nostalgia y melancolía. Pero basta. Jalo con dureza el mañana para que se instale en el hoy. Y entonces canto feliz, orondo y rubicundo.

Rutina 2

La rutina es una manera vegetal de crecer sin frutos, sin motivos, sin deseos. Es criticar a los locos o borrachos. No mira la estrella ni luna el instalado en la rutina. No lee en las hormigas o los pájaros lecciones de vida, el de rutina. Es una amplia sala muelle donde estás a tus anchas, aunque no tanto. Y los kilos ni te preocupan. La rutina es el no estar, menos ser. Es un libro en celofán, y peor, uno que no se escribe. Es un lápiz sin punta o pluma sin tinta. Es el decir por qué o para qué poemas si no pagan la renta ni tampoco la cuenta en el mercado. La rutina es tener ya en el olvido las canciones del aute o sabina; o escucharlas sin nada que se mueva dentro. La rutina es decir discurso y creer que te escuchan, y nadie sabe lo que dices. La rutina es la mejor forma de instalarse desde antes en la muerte. En conciencia es peor que no saberlo. Peor, la rutina es un disfraz de la nada.

Rutina

La rutina es el cáncer de la vida. Ojos apagados que no vislumbran luna. Pasos sin sonido. Pasto sin rocío. Son palabras dichas para nadie o fantasmas. Es el amanecer sin esperanza y el anochecer con frío. La rutina es el conjunto de lineas sin forma. Es la tierra estéril donde ni la pala entra para la siembra de semillas. Son espinas sin rosa. Es el ojo que mira sin ver. Es el caminar entre objetos que no se necesitan y se anuncian con llamativas luces de neón.  La rutina es  el proyectil que se lanza sin rumbo ni trayecto. Es el color grisáceo que se impone en rostros con sonrisas como muecas. En la caverna sombras se mueven sin saber de la existencia de la luz.  La rutina es la repetición de nombres que no dicen más nada; palabra hueca, risa sin motivo.

Retrato hablado

Absorto en las campanadas para el ring. Inspiran boxeadores, y al ring de la vida. De poco sirven los rounds de sombra. Eran otros tiempos aquellos pero en el fondo son los mismos de ahora.  La niñez y el dulce imaginado. Los libros y los discursos para cambiar al mundo, por otro más habitable. Tomo fotos al  orador y le guiño un ojo. Y es como un retrato hablado. Recuerdo aún el quebradero de cabeza con el mentado cubo y el álgebra. Ya ves, el tiempo es nada sin la conciencia del polvo que danza oblicuo entre el viento y la nada. No es asunto de fiestas con traje o frack. Camisa sencilla de cuadros y mezclilla dura. Eso sí, que no falten las canciones donde se escriben las autobiografías de la memoria. Hay razones de peso, y esos años de luz, con sombra, claro. Sigo escribiendo. Sigamos escribiendo.

Hojas

Hoja simple que se engalana de verde; hoja vierte el agua sobre su casa. Y  una buena tarde se desprende de la rama y, arrullada por el aire, cae, en vértigo. Es otoño aún, canción. El viento arrastra polvos vivos encarnados. Y la hojarasca se vuelve como suelo para románticos bohemios que sueñan con la fotografía. Hay caminos cuando hay pared imaginaria. Y tenemos mazos para derribar muros de Berlín imaginario. Un día, cuando nadie tenga la razón o la tengan todos y compartan, entonces hojas será el distintivo de un renacer permanente, porque luego del invierno cíclico, llega la señora primavera. No sé. A veces los textos no son si no se escriben en hojas de los no me olvides.

Pájaros roncos

Caer domingo en los sueños. Cripta laqueada e inscripciones. Y cae lluvia y las muchachas piden más, refieren a canciones, y la guitarra está a la mano. Caspa y cáspita. A cantar esas melodías de ángel o demonio. Dolor aletargado.  Seguro que Sabines cantaría, es seguro, se nota en la mirada, o que tal el Acuña de Rosario. O Becerra aunque nunca más recorra islas. Dicta palabras en ceremonia. A ver. Llueve y cantemos fuerte. Amanece y es domingo y el sueño sigue como maraña de recuerdos. Revoluciona Beatles sus canciones. Love is real. Yo monto en un caballo negro como ejercicio para recorrer el bosque. No hay lobos ni caperucitas. Solo canciones. Ay, y estas risas que dictan la sentencia de los días. Una canción de la cuna a la tumba. ¿y esa? Vea usted que yo camino; a veces me siento en un parque y como pollo o pescado. Y digo buenos días, es domingo, a  fantasmas extraños. Y hay un canto que nace de mi y me atrapa: pájaros roncos cantan a través de mi garganta. Abro mis brazos. Y me

Venceremos

Es de otra forma, otra esencia. Con denuedo avanzar hacia el futuro. Discurso hueco, palabras trilladas, lugares comunes. Caigo y me levanto para caer de nuevo. Me derroto a mi mismo y triunfo. Cojo un libro y me ausento del mundo. Desaparezco al fin, ni necesario. La vida es la oblicuidad que la fecunda. Como polen al aire. Uno se llena de sueños, ideas, y las transforma en rutina. Habría que ver, borrar la huella, y decir ven o adiós, con firmeza. Y no arrepentirse del sentido hacia una parte u otra. En fin. Sigo con el libro que habla de mi, hasta que aparece la muerte. Me abraza desdeñosa. Guiñame un ojo, corazón. Asómate a mi. Completitos ambos en esa simbioses de vida o muerte. Vida y muerte, vencimos, venceremos.

¿Y?

Los pasos me revelan el rumbo, como tanteo de ciegos. Adelanto el pie, para el siguiente paso, y doy con pared. A veces si, o no, y entonces sucede. Lo extraordinario se presenta como si nada, como algo natural. Y lo que se espera de rutina de pronto desaparece. Un gato restriega su lomo en mi pierna. Yo sigo de frente como si nada. Como pan de dulce. Y digo platas. Palabras al vuelo se presentan como mariposas y ninguna atrapo. Las sigo por si se cansan. En un río me sumerjo, y ya no soy el mismo. En fin. La vida pasa. ¿Y?

De sueños

Inmenso río, a la vista. Y caminar por una orilla, en una parte donde de mojarse uno no se escapa. Y ver camioneta grande donde va la comitiva, ciudadana. Paso por casas, donde miran, por las ventanas,  a transeúntes. Y de pronto al aire, caminar desde lo alto y ver pequeño todo. Otros veo lo intentan, también, y lo logran unos segundos y luego se agarran de mis pies. Y sigo, con lastre. Al fin voy, así, gozando en las alturas. Algo significan los sueños, dicen. Y yo ignórolo. Respirar profundo es grato. Cuento hasta diez y sigo dormido, por los sueños. Despierto, sueño también. Al vuelo, voy.

Las palabras

Amo las palabras. Digo humo y es nada. Juego a remar con los brazos en el aire. Hago piruetas verbales como niño. Y paso de un enunciado a otro como en el pasamanos como ejercicio matinal. Miro estrellas, no perturben, ahora cuento. Y trato de atrapar la luz del día. Y en otro frasco la oscuridad bella. Luego mezclarlas como en esos minutos del crepúsculo. Noche o día es belleza. Y esa tarta de manzana. O el libro. Y otro libro. A mí,  guitarra, ven.  Le faltan cuerdas. Y la bicicleta ya ni sirve. Respiro profundo. Sorbo a sorbo disfruto lento el café de olla. Hay un arrullo en los sonidos y silencios. Y como loco paso a la música. Y sigo haciendo piruetas. Dentro de mí germinan recuerdos del presente y visiono algo más que el polvo en el futuro. Libro abierto es la vida. Escribamos en lo básico: sujeto, verbo y predicado. Amo las palabras,  pongamos de cabeza todo párrafo.

Destierros

Desterré la ira, la envidia, el odio; veneno humano que ulcera el interior. Desde años ya, esa basura de las relaciones, dejé de lado. Y dejé de buscar ganar las discusiones. Huyo de quienes tienen tercos la razón sin tenerla. Y los miro patalear y encontrar mejores rimas de las ofuscaciones. Desterré -de mí- tarde esa forma de ser figura odiada, temida. No importa. Y vaya, antes, el orgullo de batirme en lógicas de conocimiento donde iban palabras duras, como espada o bala, hacia la frente del amigo vociferante. Mas sin embargo el yo vocifera más alto. Y así pasaban los años. Hasta que en un verdadero amanecer de luz me vi ante el espejo. Y vi orgullo, vanidad, en la calavera escurrida. Perdón a mí mismo me dije. E inicié otra ruta. Ahora tomo café y abro los brazos, y amo.

Sueños

Pierdo una silla chica y una bicicleta. Y las busco entre una vecindad de cuarterías. Un cerrajero amigo me estafa con 50 pesos. Y lo busco sin mucho afán para que los regrese. La cámara Nikon no la encuentro, qué tragedia verdadera. El Teo sentado, en una mesa de cantina o fonda, en penumbras, culpable me observa. Hubo un incendio y entre escombros encuentro un balero chamuscado. Mi madre me acaricia y en su rostro se admira la paz de su sonrisa. Me despido de ella y me traslado de un lado a otro en patineta. Todo en blanco y negro. Empieza el día y cargo mi taladro y los clavos, martirio para la madera.

Desde la infancia

Ayer tarde la luna. Fue en octubre la magia y ahora noviembre no menos. Esplendente cual imagen de quimera. De pronto llama a la mirada entre pares que escriben su historia como película. El guionista mayor, dador de vida e ilusiones, en las alturas guiña un ojo mientras dibuja laberintos donde transitamos. Cada escena es definida por la suerte de los dados. Cada escena es definida entre azares y circunstancias. Guerra y paz entre tierra u océano. El viento lleva mensajes de vida, polvo y polen. Y va cantando entre laderas. Ayer tarde la luna. Ayer y hoy. En el pozo de la infancia agito el agua con una piedrecilla.

Tiempo

Escribiré mañana sobre el hoy. Por eso atento fijo datos de memoria, de cada acto. Nombres de películas, poemas o canciones. Nombres y datos. Y las sonrisas, besos de tornillo y miradas. Mañana es la estación exacta donde instalaremos toda la esperanza, la nuestra. Mañana es donde nace el sol de nuevo y la humanidad entera espera el paraíso. El ayer se borra a fuerza de nunca repetirlo. Se fueron los compañeros de la infancia.  Los libros son como recuerdos, polvo, sueños de palabras. El espejo es el pozo a donde nos asomamos cada día y la noria es nuestro destino donde damos vuelta. Hoy, instalado pleno en el futuro, escribo del ayer. El presente dura tanto como sea vital nuestra la esperanza.

Búfalos

Respuesta al anuncio de ofertas al seis por uno: desde ya en insomnio imaginan estar al día siguiente en el  hipermercado donde acariciarán conjuntos de circuitos como pedrería brillante. En sueños acarician el terciopelo del plástico y con el poder de su firma trascienden al cielo de la dicha. Los adoradores del becerro de oro son como búfalos en estampida.

Oda a la luz

Cuando el sol sale, habría que ver, se devela el misterio oculto tras cortinas. Brillan en esplendor los colores saturados. Las partículas de luz encajan en los poros y abrevan de la imagen que resalta. Luz es poesía y cicatriz, dicen. Y cicatriz es huella de vida regenerada. Cuando el sol sale se esconden vampiros, duendes y fantasmas. Y a leer van los niños y los jóvenes en sus libros, buscando trascender caminos recorridos. Las palabras con luz tienen otro canto. Luz nace también del pensamiento y se escapa en las miradas que se encuentran. Erguido va el hombre sobre centímetros del suelo cuando se reencuentra con la luz. Bienaventurado.

Con usura

Contra la usura, poesía CANTAR XLV. Con Usura Ezra Pound Con usura no tiene el hombre casa de buena piedra Con bien cortados bloques y dispuestos de modo que el diseño lo cobije, con usura no hay paraíso pintado para el hombre en los muros de su iglesia harpes et lutz (arpas y laúdes) o lugar donde la virgen reciba el mensaje y su halo se proyecte por la grieta, con usura no se ve el hombre Gonzaga, ni a su gente ni a sus concubinas no se pinta un cuadro para que perdure ni para tenerlo en casa sino para venderlo y pronto con usura, pecado contra la naturaleza, es tu pan para siempre harapiento, seco como papel, sin trigo de montaña, sin la fuerte harina. Con usura se hincha la línea con usura nada está en su sitio (no hay límites precisos) y nadie encuentra un lugar para su casa. El picapedrero es apartado de la piedra el tejedor es apartado del telar con usura no llega lana al mercado no vale nada la oveja con usura. Usura es un parásito mella la aguja en manos de la doncella

Telón

Cae el telón (Sigue ciclo de poesía. Primera llamada)

Abisal

Apenas sí asomarse al día encontrar razones. Guiño ojo a sabiendas, tic.  Nado en aguas abisales. Peces ciegos. Todo es concluir como hoja que pasa. Texto es luz, develar. Comprender fuegos y artificios del lenguaje es cuerda de equilibrio en circo. Malabares. Enanos y payasos. La función en escena aún como un sueño. Tiempo detenido como en fotografía. Agua, cuyo destino es fluir, congelada. Filosofar nunca es asunto menor, al contrario. Abrazar, mas al contrario. Rumor desde la sombra. Y sin embargo, cerezas a ciegas. Pez abisal.

Pájaros ciegos

Duermen en arrullo, pájaros ciegos, esperanzados. Frente al mar o al sur. Cuando intentan el vuelo surcan en zig zag y animosos chocan con paredes. Vuelven a intentar el vuelo porque es su naturaleza.  Los pájaros ciegos tienen la orientación con la rosa de los vientos o la brújula o el aroma del perfume. Duermen y sueñan. En sus sueños encuentran la libertad del vuelo. Y dan rienda suelta a su imaginación, surcan los vientos, vuelan por  las montañas y ríos. El amor es su brújula.

Mal fin

Un buen fin no es lo mejor. Queda el sabor de las deudas con alto porcentaje de la usura. Esas deudas de abrazos y besos que no nos dimos. Ese crepitar en el fuego de la dicha que aún falta. Esa nostalgia anhelante por lo que fue y no es más. Yo aquí escribo sobre mariposas monarca y baba de caracol que se arrastra. Sobre el almidón que alisa con el calor la ropa. Sobre los gatos y la pintura fresca del  Favio en su despedida o Leo Dan en sus cursi  y plásticas "son las cosas del amor". Cuando es domingo no se piensa en morir. Se piensa en todo caso si vivir vale la pena sin las máscaras de la moral y lo cotidiano. Escribiré en otro momento sobre miel, vino blanco y rosas, como crónicas en el exilio de la dicha. Volver con la frente marchita y anhelante..

Somos en el espejo rostros

La era partida en fragmentos de tiempo es como un esbozo del plan para la existencia. Un día, una vez, el hombre dictaminó validez de filosofías anquilosadas con máscara de modernas. Otros hicieron caso omiso y en libertad escudriñaron en ideas paseando en patines del diablo. Llegas a al reunión y todos callan mientras  percibes rayos y centellas donde escribes gerundios con participios. No va a democracia votar por reglas de ortografía. No va a votación si el amor embellece a los rostros. A votación se puede ministrar aretes y monedas o pulseras. Todo lo demás es obra de la circunstancia y el azar. Mira. Caminemos mientras la vida sucede. Somos rostros que se enfrentan al espejo. Y no sé si  seamos la imagen solo reflejada en el espejo. ¿Quién tiene la razón? Nadie tiene la escritura de la verdad. Nadie aparte de nosotros.

Hojas detenidas

A un gato negro pinto de blanco. Hecho demostrable. No hay mejor rostro si no hay ojo que lo vea. Linda rosa dibujo en blanco y negro. No sé. Lo cierto es que los muertos van en desfile rumbo al polvo. Una romería desaparece luego de la curva. Y en el camino no hay nadie para el saludo. Yo cierro la ostra donde habito. Y aquí me encuentro sobre olas. Saco mi cuaderno de cuadritos y escribo aquí las cartas que no envío. Vendrán los años de las hojas detenidas en el viaje al suelo. Cara a cara es mejor, límpida la mirada y libres  las manos que construyen obras.

Uno es poesía

Uno es la poesía y el nombre que se revela y rebela. Y uno es el encanto del murmullo del viento y lo cursi de los datos en las cartas no enviadas. La piel y huesos sienten frío o calor en la nostalgia. Uno es el principio de todo lo que existe lo veamos o no. Y uno es la reverberación del beso tatuado en la espalda. Es también la letra y la aldaba. Uno es el alfabeto Morse que traslada suspiros u órdenes de estrategia. Uno es el dolor, la armonía de los circuitos eléctricos que viajan por los nervios y desatan la tormenta. Ondas de reacción que se expanden en unos como fracciones de tiempo. Uno se va en la armonía de la música y los colores. Uno se va en el rumor de olas u holas. Uno se va en el sonido del tafetán en los pasos de cisne Embiste el toro a la pared.

Olvido

Olvido es la terminal de la muerte, a donde llegan los vagones presurosos cargados de recuerdos. Olvidar es la nostalgia borrada en el abismo de los sueños. Es la pesadilla que se arma, es la muralla que se levanta como dique a la felicidad. Es la página en blanco tirada por el caño de la amargura y el libro donde nadie escribió. Es el pueblo de fantasmas que nos llaman. Es la rabia contenida. Es el odio mezclado con ternura. Es el aspaviento de la nada. Olvido es la piedra que se lanza contra la felicidad. Y no la toca.

De versos

Encontrar versos pensados, ya. Y escribir. O buscar la manera de redactar un verso bien hecho. A veces salen sin esfuerzo o forzados. Y sucede que  en los sueños se impone un ritmo e imágenes con metáforas que hay que rendirse. Va uno y viene. Y recapitular sobre el pasado es ocioso. Este es el presente, y no trato de buscar un verso, porque si no está, es por demás. A eso me refiero hoy: nada se hace por forzar la noche para que amanezca. Y esos ríos que vos miráis no se hizo uno sin las circunstancias. Yo miro y admiro. Y es víspera de fiesta dromedaria. Y si no estamos de que sirve el 69 recurso del oxígeno en el agua. Es un decir, es esta la existencia, única.

Día del cartero

¿Y el amigo cartero? ¿Qué fue de ese que llegaba entusiasta con su valija de sentimientos en papel lleno? Cartas urgentes vía aérea o terrestre sin prisa. Uno a la espera de la carta del agua, del aire y el fuego. Uno esperando el anhelado papel que diera rienda suelta a la nostalgia escrita en palabras significantes de abrazos y besos, amor mío. Y prontos a la respuesta y dejar también por escrito el palpitar cursi del corazón con letras agrupadas. Y vuelta de regreso de más abrazos y besos, amor mío y tuyo. Ahora contritos cargan cartas de cobro de las grandes empresas de la usura.

Noviembre

Este noviembre es elegíaco, es leyenda, es historia. Es un hueco de tiempo que no lo llena nada. Es recopilación trillada de los días. Es un modo de transitar con la máscara desdibujada y con el aliento postrado frío en la sien. Evoco los noviembres anteriores y vislumbro la muerte en otros años, cuando el olvido crezca fútil y nada quede de los días vividos. Noviembre es uno de los doce donde escribimos para la nostalgia. Es el alcanfor que aroma. Es el aceite que lubrica las resequedades en los goznes. En los míos y nuestros. Por eso cuando viene noviembre recurro a la memoria. Y escribo unas líneas que dejen constancias del hoy donde me encuentro. Donde ando la hierba reverbera y queda seca. Es el trópico donde el calor calcina, como el olvido. Y miro el horizonte.

Renacer

Todo en su momento terminará: el agua, la pureza y el pecado, los sepulcros, la ceniza. Absolutamente todo acabará porque es ley de la vida el principio y el fin. La película tendrá su fin por más que sea largo metraje. Y el árbol,  antes semilla, dejará caer los frutos en otoño y luego el invierno y primavera. Las aves del huevo nacidas irán al confín a despedirse. Todo acaba. El camino trillado, las miradas a la luna (¿dónde está la luna?); los gatos y esas canciones que estaban detenidas en los discos de vinilo.  El agua llega al mar viniendo de montañas. El sol se rinde ante la nube, pero la nube pasa. Luego viene el ciclo de la vida que insistente no se rinde. Vuelcan mares en la arena. Los salmones críos hacen el viaje del retorno. Y los muchachos cantan primaveras a sus musas que irremediables conducen al hastío, escribe el poeta Gonzalo Rojas. Acaba el durazno y el gusano. La rosa se marchita. Y la misma rosa nace de nuevo en esa lucha eterna del aroma.

Horas

Donde vengan las orugas, veremos llegar mariposas. Así va. En el tiempo de los canallas hasta la luz sigue siendo luz. Luciérnagas brillan en la noche sin necesidad de tener conciencia de la luz. Todo está develado. Todo tiempo es el mejor tiempo aún en las circunstancias que sean. Horas de aliento y desaliento son manifestaciones de la existencia en la conciencia del vivir.

Cuatro cirios

Tumbas y tumbos, entre piedras y flores. La memoria elige a los muertos insepultos y a los que nos saludan desde el lugar inconmensurable. La sonrisa y el abrazo en la memoria mas allá de lo terrenal. Recorrer panteones es recordar que el paso por el mundo continúa, aún. El camino se cierra con la maleza y abre. Día a día se acumula la noción de tiempo, en un conjunto de recuerdos en colores y en blanco y negro. Volveremos a reunirnos aquí con canciones de Javier Solís: cuatro cirios encendidos. Es una mesa de café. La reunión es con la muerte y hacemos pacto.

Sol y lumbre

Vislumbres abarcan pasado y futuro. Sol y lumbre acaricia o quema, ilumina. Tenga a bien mostrarse sumiso ante la oscuridad. Lucha entre sombra y luz  que devela misterios. Ahora cuando escribo descubro una  voz interior que alguien dicta. No digo nada, y eso es decir. Tomo un libro y lo abro. Escucho voces con origen desde sus páginas. Pluma con tinta dice basta. Un remanso de agua  fluye. Huella húmeda. Al ganso torcerle el cuello, como dijo el clásico. Y no dejar que patos tiren a las escopetas. Demos pasos. Que este cuerpo de plomo se aligere. Tomo a sorbos agua. nada soy entre lo líquido. Y cantemos cuando amanece. Aunque de verdad la oscuridad nunca es enemiga.

Trama del vacío

La trama de la vida, esta la convulsa, compuesta por infinitas líneas cuerdas y de locura, configurando una sonrisa o la palabra cercana, un café por favor con pay. Viene y va la memoria. Como en las ferias infantiles. Un día y otro con los afanes y las prisas. Aquí los caballitos. Allá la casa de los espantos. A un lado la rueda de la fortuna. Y la algarabía se acaba a medianoche como el auto que vuelve a ser calabaza. Cada día es un renacer. Cada día es un instante más de oportunidad. Nada es el tiempo que pasa, sin la conciencia. Y sin conciencia hemos de volver a la caverna, o más antes, a los árboles. La trama de la vida, escrita desde un lugar del universo. Libro vacío.

Circo

No bastan el perfume de la noche o los silencios alternados. Tampoco la memoria que contiene  recuerdos que  ventilamos cada tarde. Hay un café cerca de mi que aromatiza y la soledad que se siente vívida aunque rodeado ande uno de tantos. Escribiré tonadas para rondas de la infancia. Escribiré del sauce y del abeto y su sombra fresca. No sé. Pasa el anuncio de un circo, con bocinas estridentes: Anuncian enanos,  magos,  malabaristas,  domadoras de animales y a la mujer que se volvió araña por desobedecer a su padre y madre. Es la vida que pasa.
Me di cuenta que todo tiene que ver con el ser.  Y en los días pulula la presión hacia las mentiras y la ganancia. Miramos sol y luna. Esperamos señales y nada hay más que el imperio de la nada.

Nube y suelo

Dos pasos en la nube, dos en el suelo. Los mismos en el sueño y en la realidad. Así voy, dando tumbo a veces. Despierto y dormido. Consciente a veces otras no. Nada hay de acuerdos generales. Nada de particulares. Un pasado en tren que se aleja. Un presente sin fórmulas fijas. Un futuro cierto de la muerte. No por eso es menos cierta la hoja verde o la luna. En un libro escribo mis memorias, como libro desierto, vacío. Subo en la plaza y hablo en público. Es ensayo. Vocifero, engolo la voz, sonrío. Levanto mi mano como símbolo de saludo y respeto. Amo mis libros, donde quiera que estén. Y están bien. Nube y suelo, desdén y destino. La vida es como una panadería; y a veces no hay pan.

Mala memoria

No sé qué. Trato de recordar. No sé de abrazos ya, ni de los besos sentidos o tornillo. Olvidé que amar es levedad. Y que si leí libros no recuerdo. Y si recorrí caminos no se cuáles o por qué. Tiempo perdido ese en el que traté de grabar en piedra lo vivido. Encuentro papeles donde otros yo escribieron textos sin sentido, balbuceos de billetes de cambio sin valor. Y trato de darles sentido porque va mi nombre escrito. Tomo café. Me saludan personas sin rostro. Nada sé ya de mi mismo. Mala memoria es aquella que insiste en el olvido.

Conjurar octubre

Conjuro octubre por si las dudas. Como si el mes fuera cualquiera como enero o diciembre. Su luna inmensa lo identifica como mes de la belleza lunar. Escudriño en sus días para ver si encuentro motivos de risa. Y encuentro frío mezcla con olvido. Yo sé, que hay orgullos que debieran ser como amnesia. Cómo vivir si no es con pequeñas amnesias que hagan pasar por sobre los malos momentos vividos. Por ejemplo aquí mi corazón duele. Y el insomnio taladra por las madrugada como pájaro carpintero. Yo me digo que debe amanecer más pronto para que la luz del día -y es octubre- me abrace y me quite el pensamiento mago de lo sublime. Escribo octubre.

Tiempos oscuros

Muertos por la guerra del hambre, por la mentira que se enseñorea con cinismo que ya es pleonasmo. No hay salidas de emergencia. Por todos lados roban la esperanza y los sueños fantásticos infantiles. Te persigue el asesino y entraste por camino o callejón cerrado por obra. Miradas lánguidas por todas partes. Caminos que llevan a ninguna parte. Balas destinadas a borrar memoria. Todo esto pasa en tiempos oscuros, tiempo de canallas. Odio fraticida y fin de lo fraterno tantas veces anunciado. Los periódicos se enseñorean con la mentira y la calumnia. Las escuelas son centros preventivos penitenciarios donde florecen flores de la nada. Muchos de los templos adoran al becerro de oro. Apenas luces se escabullen para dar testimonio de los fines perseguidos. Lanzamos a la guerra por la vida muchachos sin fusiles. Sin embargo no muera el sublime canto de la poesía que nos abraza y guía en estos tiempos oscuros.

Los recuerdos, perros fieles

Habito el ostracismo. Lugar gris con flores secas. con ojos abierto o cerrados me muevo como ciego amoroso, a tientas para ver si me oriento en la vida. Apenas de vez en cuando una rendija donde la luz se cuela esperanzadora. Escucho cuentos antes de dormirme para ver si hay señal de aliento o de olvido. Cuentos y más cuentos apenas percibido el aliento nuevo. Nada importa ahora más que las canciones lejanas que parecían tan cercanas en los afectos. Tomo como señuelo el tren que me lleva a la nostalgia. Y recorro años de imágenes mil y cien mil veces sentidas; como el intercambio de  estampitas en la infancia. Soy yo, y mis recuerdos me acompañan como viejos perros fieles.  

El durazno y la nada

El dulce olor del durazno y la guayaba. El aroma nocturno de las flores. El agua savia, clara, transparente. Todo va en el material de los sueños, ferrocarril de los recuerdos felices de la infancia, que conformó nuestra esencia de lo que somos. Se apilan los libros. Hacemos recuento de poemas y canciones. Transversan lineas y colores por la página de la vida. Un susurro leve es la vida. Es Nada.

Golpe en la vida

Tienta la razón y la emoción. Son búsquedas del alma para encontrarle sentido al universo. Esas razones que expliquen de los por qués de los sin sentidos. Y no es algarabía por filosofar, por escudriñar en las razones del dios que nos espera en todas partes. Un dios de los juegos y los caminos, del viento y la palabra, uno que hace planes para todos incluidos para si mismo. Por eso el gramo de oro cuesta más que un ojo. Por eso el plástico cobija el alma. No sé. No sé. Hay golpes en la vida, diría el poeta.

Razones de cartas (y sin razones)

En cartas olvidadas quedó grabado el canto de los pájaros y el aroma de las flores. Ahora son pétalos secos y hojas ajadas. Una voz taladra como carpintero. Una espina está allí encarnada. Un cuaderno niega a irse a la hoguera. Pero ojo que el oído nada sabe. Las manos huérfanos no saben nada del diluvio. Los ciegos crepitarán en las miradas y caminarán a tientas por el orbe. El orbe será el corral aldeano de los cuervos. Los sueños, alucines simples de nostalgia. Las miradas, lascivas señales del pudor de la muerte.Para ese entonces llegará a nuestro buzón las nunca bienvenidas cartas de comercio. Y será el momento preciso de escribir con mayúsculas olvido.

Oda al silencio

Ni que. Otro día más con luces y sombras. La algarabía con bozal, silente la risa y los silencios altivos. Seguimos dando vuelta a la noria como afán de los días sin afán. Sorbo a sorbo café. Y mientras las palabras señoras niegan a arribar, perezosas, lerdas, miro a ninguna parte. Mas sin embargo, como dicen los clásicos, caer es fácil, por la gravedad, mirar arriba o subir es una dinámica a contracorriente, como peces cantores, como cantantes bajo el agua. Escribo para nadie. Y nadie pide la palabra y dicta su discurso. Gracias a la vida. mañana el silencio será epitafio de tantos. Posteriormente el epitafio será para todos. Vamos juntos me digo a mi mismo. Al fuego las palabras, para que signifiquen al fin algo. Y al agua el silencio, el señor silencio. Dicho lo anterior, doy un paso al frente.

De enanos

Función con días de lluvia. Escenografía llamativa para ocultar lo gris y las lágrimas. Tumulto de penas y cruces. Aquí va la romería. Rostros anhelantes que sueñan  en la zapatilla perdida. Rostros que cuentan cuentos sin finales. Minúsculos hombres sueñan en historias de gigantes. Gigantes potenciales inclinan la cerviz y analizan las piedras. Entran y cruzan en el escenario. Cantan plegarias en un idioma que nadie entiende. Escriben y declaman. Alucinaciones como recuerdos de nostalgia.

La rosa es su aroma

La rosa existe sólo si la miran¿? O existe sin conciencia alguna que le eche una mirada¿? No es asuntó baladí. Las mismas preguntas se aplican al libro, al agua, al hombre. Yo por ejemplo escribo. Bien o mal, no es tema. Escribo y punto. Escribo y me leo. El hecho de escribir me da una sensación de existencia. Parpadeos, sueños, juegos pirotécnicos. Otro tema es si me leen. ¿Dejaría de escribir por el hecho de constatar que nadie se asoma a lo que escribo? No. Escribo como respiro. Escribo como guiño a la vida. Ayer no estaba aquí. Hoy por aquí ando espantando el vacío. Escribo que sueño. Y sobre el mañana, en el afan de descifrar el futuro, no tengo ni idea. Un amigo hace 35 años dijo: soy eterno. Y allí anda aún  caminando en los textos con muletas y el cabello ralo. La rosa es su perfume, dice  el ciego.

El vacío

El cantante calla. Enciclopedia de melodías populares, guarda silencio cuando le pido una canción de temporada. Esta especie de oscuridad en la luz. Este momento de incertidumbre donde la cierto es la muerte. Donde la vida se escabulle entre romería de cadáveres. Lo argumenta con palabras aisladas. Dice playa sola. Guitarra rota. Discos y libros en el rincón. Parecía una letanía de palabritas frías, tristes. Entonces recuerda Nube gris, Yo soy el cantante. Y sombrío se anima con voz lejana, con eco. Cuando termina le aplaudo. La función tiene que seguir. No rehuyo las piedras. Más bien tomó una y me la lanzo a mi mismo. Es la descripción del día, el vacío.
Hay días así, como este de lluvia. Lentos y grises. Parduzcos. Sin mas pretensiones que lavar el rostro de esta ciudad amurallada por la indiferencia. esta tarde veo llover y me parece imbécil el hecho de estar escribiendo sin plan y sin ruta. Se antoja el café caliente y el pan de la infancia. Y las canciones en francés  como arroyo de notas musicales húmedas. No sé. A veces el silencio se esmera por abrazarnos. Y de pronto ante nosotros  la carta lanzada al mar por alguien más allá del inició de los tiempos. No hay pistas ni señales en estas palabras. es una manera de hacer calistenia gráfica. Me asomo a la ventana. Ningún motivo para la sonrisa. Ninguno para la esperanza.

Veamos

A la luz enceguecedora resisto hasta el dolor de muelas. Hasta qué me vence y cierro los ojos. Queda reverberante la luminosidad grabada en la retina. Camino en arco menguante. Y ante mi el punto de llegada se aleja.  No hay más. Burbujas de jabón revientan luminiscentes. Respiro profundo, una y dos veces. Pregunto a la nube y a la luna. Hablantinas de siempre guardan silenció. Hay más mientras tengamos tiempo en que las venas destaquen sueños prehistóricos. Vamos a ver. Explicaba bien el ciego. Hagamos prueba de vida sentenciamos. La muerte se sentó en la mesa como invitada especial. Que coma y beba la muy mula. Y rayemos nuestro nombre de su lista. Mientras haya vida hay tiempo. Acodado en el rincón paz en la guerra y salud, pido. Bienaventurado el hechizo del amor.

Cuando no digo una cosa

Digo otra. La vida no es un juego de casino o de mesa. Tampoco el patíbulo donde nos enjuician por nuestros errores. Es un cuaderno de apuntes donde ensallamos la marcha de los días. Y los sonidos son barullos de cenicienta. Sostengo al mundo en mi mismo. Piojo minúsculo en la inmensidad del universo y la veleidad del tiempo. Atesoro sueños y palabras, manera de perder el tiempo. Es más útil arar la tiera, sembrar la semilla y contra todo celebrar el fruto. Y no andarse por las ramas, en los cafés, perfiles de ocasión,  evitando el texto. Y hablé con ella todo sobré mi madre en volver. Que caso. Que necesidad. Este perro norteño no es andaluz. Y escuche desde el fondo una canción de José Alfredo cantada por la Vargas. Es que digo una cosa en vez de la otra. Al revés se verla. Oh. Luna.

Ven

No hay datos del futuro aún. La vida es un esbozo de sueños con  religión y filosofía, apenas ideas antiguas que buscan hacer presentes menos legos. El poder esta en la sangre que fluye. Y la belleza en ese eterno retorno a la Edad Media cuando fuimos hojas de árbol. Estoy aquí con los brazos abiertos en cruz sostenida por historias de animales fantásticos. Puse libros en pedestal para subir al cielo. Y derribe torres. Y alfiles. Peones. Y caí en sueño profundo. Desperté años más tarde y me vi en sueños desesperado por comerme el mar. Subí a la nube y caí como de 20 mil metros. Aquí ando. Paria sin patria. Pirata de mi mismo sin clown. Pez pescado. Barça sin remo. Pequeño que creyó saber amarrarse los zapatos. Iba hacia adelante en su creencia fantástica. Y sus pies iban dirigidos hacia atrás. Solamente eso. Solamente que sea por eso. Ven. Vengo.

Discurso sobre la nada

Me acomode un libro en la frente y huí de mi. Vislumbre que las reflexiones me llevaban a mi mismo y salí corriendo. Mariposas en mi estómago. Pececillos en las venas, como el adolescente de siempre, viejo ya para los cerros verdes o amarillentos por lo seco. Tumba mi ego. El extraño que me habita y recrimina el hacer oídos sordos. Mal dada la noche y el día. Mal el efecto camaleón. Y la sonrisa de mueca. He oído hasta el cansancio los murmullos y las plegarias. He mirado bien visto a parejas que se repelen y atraen como mandamiento primitivo. Hago un discurso sobre la nada y fluyen las palabras. Señores y señoras, es hora de pasar revista al pasado que nos ignomina.  A ver si es el caso, dejad que dominen las mariposas negras que habitan cementerios y salen a dar anuncios sobre el fin del mundo. No lo se de cierto cuando pido un sueño a veces en la dulce muerte, para que me siga dando vida.Dejadme  dormir el sueño de los justos y los santos, a ver si así. Correspondencia a Madrid. Bo

Días circulares

En los días va el desdén o apego al tiempo. Son las distintas maneras de acumular fotografías, libros viejos, hojas secas, romper cartas de amor, hacer un viaje inesperado. Viaja uno por los sueños en los que aparecen lúbricos atardeceres y grutas oscuras donde quedaron atrapados los días. Recuerdo, no recuerdo. Mío es el nombre de todos. Yo soy yo mismo donde ya no estoy. Este es el presente lejano que todos recordamos como furia pasada, sueños inconclusos. Pasto seco al fin es la tarde. Viene la noche. Y aunque un tiempo ya no estemos. Seguirán sucediendo los días como siempre y sus propios afanes que nunca más serán los nuestros. Y lo seguirán siendo por siempre

La Patria

La Patria Barre el abuelo  su cuarto olor a tabaco desde su silla de ruedas Mi madre trajina dentro de la casa en sus deberes sin haber Mi padre poda el árbol de duraznos aun verdes en abril El rumor de las olas en Bacalar Fotografías y el libro La nube hace llover fino El primer beso y los versos Del poema aquel que deslumbro en la infancia La carne asada y el mole Y la música y olores que vienen con el viento La patria amo donde yo respiro y miro A mi madre con quien voy. He dicho.

Tango

Unas palabras acomodadas en mal uso. Un desbordante desequilibrio ya puesto al servicio de la estupidez. Un sueño roto. Dos sueños rotos. Donde la nada hay siempre nada. Es apenas parte de los días. Hay un breve descanso del ser indisoluble. Hay un camino transitado y los vericuetos del futuro inmediato. Todo eso hay. Mientras sucede el vértigo y los despojos van siendo reconocidos bien vale una sonrisa sin mueca. Un salto por la vida y afinar la mirada. Sucede que transitan las horas y hojeo un libro. Siento nostalgia por olores de frutas de mi infancia. Arrié derecho desde una izquierda aturdida y presentida. Arriverchi. Luego vuelvo por el camino a derrotar mi ego. Y mientras tanto la orquesta interpreta viajas melodías de Paul Murriat. Historia de Velche tango

Tirar por la borda

La borda no es un lugar insignificante. Ni recipiente donde se tire lo que no sirve. Es el espacio que nos permite guardar trayectorias cuando se ha cambiado de rumbo, cuando se han "quemado" las naves. Retomo ahora estos apuntes, los del cuaderno. Habían quedado abandonados por las prisas de los días. Aquí he esbozado algunos proyectos y he dejado pistas como semillas del futuro personal. Una idea para desarrollar luego. Parecía que el cuaderno había quedado de lado o que lo había tirado por la borda. Aquí sigo, escudriñando en la vida diaria. En estas mañanas o tardes donde un gato duerme placido a la orilla de la puerta. Donde ladra un perro a la luna de día. Donde suena el teléfono. Y se escucha nítido el hola, el buenos días.

Tigre

En abril de pronto aparecen tigres por las calles como cantos de poeta. Y cae una nieve fina y se alegran los guardianes del orden como haciendo realidad el estribillo que implora esperanzado llueva café en el campo.  La nieve refresca el corazón en esta serpeante ondulación de voces acaloradas. Cuento a tres y salgo corriendo como en las competencias infantiles donde el escondite era la mejor guarida. Y en el orden de las cosas la primera caricia. Es abril y miro un hermoso tigre de bengala.

Es abril (2)

La luna de día y noche lanza su mirada y guiña en el hechizo. El viento sopla mezclando aromas en una química perfecta. El sol dicharachero calienta con chistes colorados. Y la vida pasa y nos cubre con su manto de rosas y espinas. Hace tiempo que no camino entre tumbas y aplazo mi cita con el veterinario. Duele un ojo y las manos. Duelen las articulaciones del pensamiento y duele el recipiente orgánico donde acomodo los enojos. Hace tiempo que no visito enfermos en los hospitales porque todo se ha convertido en un hospital siquiátrico y dolencias varias. Habilitamos al alcohólico como sicólogo. Y al carpintero como siquiatra. Al carnicero lo hemos puesto a cocinar caldo de pollo para los enfermos. Aquí nadie sabe, nadie dice. Nadie responde nada. Y las preguntas aparecen como formulario para un trabajo. Buena suerte al día.

Es abril

Es abril y las flores quitan su frack y se desnudan naturales. Sus colores marrón y violeta refulgen e impactan la mirada. En los diarios leo anuncios donde venden gatos y perros mientras abril cobija colibríes. La luz del mediodía impacta colores y proyecta sombras. Yo camino con paso firme como en las películas donde el actor principal entra a la escena y sonríe al natural. Y me doy cuenta que la película a la que aludo es de caricaturas. No me interesan noticias de muerte, ni de guerras, modas, ni  datos de la casa de bolsa. Lo cierto es que no hay noticias que hablen de mi o de ti, diría la canción. Sólo escribo así como sin ganas. El calor es terrible tomo limonada. Abril es el mes del canto.  Felices los normales.

Abril

Abril es el mes del abejorro y de los gatos. Es el mes de hacer camino con los pasos a pesar del candente sol. Tomo un sorbo de agua por la sed.  Y enciendo la luz. Abril invita a mirar mejor. A escuchar con atención. A redefinir las líneas de la meta. Respiro profundo, oxigeno el pensamiento. Miro mis pies de plomo. Intento moverlos. Nada sucede. Abril es el mes de los sueños, de la esperanza, de las nubes y los mangos. Abril es, Griega, el reencuentro de las palabras y las risas. Salgo a caminar por la ciudad. Entro al pensamiento y salgo de iglesias y mercados. Tomo café. Tomo café. Desconozco por siempre a mis pies de plomo.

Horas

Coger la horas por el cuello. Escribirles luego ditirambos. Mostrar sobre lo nada nuevo bajo el sol. Y de pronto surge nítida la imagen del pasado que es futuro. El paso del tiempo en sus horas aletargadas del sábado representa poco a poco nuestro adiós en este valle. Circunspectos afanamos surcos entre sueños. Con uñas destrabamos lo efímero de nuestra imagen intentando cachos de eternidades. Al paso del tiempo y desde el sepulcro miramos sombras, fantasmas del pasado. Escribamos discursos sobre el miedo, la religión y la literatura. Escribamos poemas a la nada, al durazno, a la muerte. Cómo gasto papeles escribiendo el borrador de mi vida. Y de nuevo. A las horas por el cuello, atarantarlas.

Tiempos bienaventurados

Tiempos bienaventurados, los de la esperanza, los de la siembra, los del inicio del día cuando la luz se asoma tímida y se abre paso entre la nada. Es entonces que el día es la mayor obra. Imágenes desbordan marcos. Caballos en carreras desbocados. Hombres que sacan a pasear los perros en los parques. La niña lee un libro en el malecón. Padre eleva un helicóptero que el niño mira alegre. Absorber savia de vida, esta, la única. No habrá otro tiempo percibido más que el nuestro.

Cíclope

Brilla el ojo del cíclope, anhelante. Vislumbra mundos en technicolor. Escudriña en el pasado su árbol genealógico. Absorto. Su futuro escribe con anhelo. Las imágenes se le presentan en monstruos de dos ojos bajo de la frente. Monomirada triste.  Y se lanza al vacío, Es cuando inicia el cuento de había una vez un cíclope, simpático y orondo. Allá, donde se pierde la huella del pasado.