A mi manera

La primera memoria. Caminar por ese callejón de tierra y polvo. Y sonreír ante el viento que movía las hojas. Y sentir una fuerza incomprensible. Irrepetible para el momento. la conciencia nace un buen día. Movía no solo las hojas. El árbol mismo. Y caminar sintiendo la respiración. En un ritmo suave. Y memorizar ese ritmo. Para no olvidar que dependemos de algo en lo esencial. En todo caso era también sentir el calor a causa del sol o el frío en  invierno. Los extremos. Era la manera de resolver la tarde. O la noche. Y nos tomamos de la mano en ese frío. Yo leía poemas. Y me admiraba ese cantar fiel de las palabras. Y era sentir bienestar en el roce simple de las manos frías. Y el sueño de volar con nubes vino con las palabras. Para aproximarse al tiempo en una visión de futuro. O del pasado. Nos sentamos en la banca de un parque. Era julio, de las moras. Y no estuvimos. Ese día y nunca. Y las moscas sobre el pastel del tiempo. Escribiste palabras huecas. Pérdida de la memoria. Y las palabras huían. Forzamos diálogos.  Era julio del adiós. El verano aún estaba. Y las canciones eran de nostalgia. Añoranza del porvenir que se percibía lejano. A la manera del tiempo. Qué sé yo. Si solo sé lo que percibo. A mi manera. Los patos no tiran a las escopetas. Y el puerco espín ha muerto. Cantan para añoranza Los Babys.

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