La transición en la escuela de básico en México

Nuestra escuela pública está en una etapa de transición debido a la puesta en marcha  de la Reforma  Educativa, aprobada en el 2013. Y que contempla  una serie de hechos, que pasa por la reforma al artículo 3ero. y a la Ley Federal de educación, además la  creación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa y el Servicio Profesional Docente.
En el Artículo 3ero reformado se precisa la nueva ruta de la escuela pública: que “ El Estado garantizará la calidad en la educación obligatoria de manera que los materiales y métodos educativos, la organización escolar, la infraestructura educativa y la idoneidad de los docentes y los directivos garanticen el máximo logro de aprendizaje de los educandos”. 
Luego entonces no es sencillo el aterrizaje de la nueva Ley en las escuelas, en virtud que se transita de una cultura de más de siete décadas, en las cuales  el acceso al servicio docente, la distribución de plazas, promociones, cambios de adscripción y contratos, y “otras” canonjías”, se asociaban a procesos poco claros. Para ser justos cabe aclarar que no en todos los casos.
Históricamente, los esfuerzos del Gobierno de la República han sido varios para mejorar la educación en el país.  Entre ellos,  la fuerte inversión económica en cursos de actualización, que ha sido una de las más grandes inversiones de Latinoamérica durante muchos años, y sin embargo no se reflejó nunca (o muy poco) en la calidad de la educación, a como se esperaba. Asimismo se creó hace más de veinte años el programa de incentivos para que el maestro ganara más dentro del aula, al que se le conoce como Carrera Magisterial. La inversión en infraestructura no ha sido suficiente, pero ha sido siempre considerable. Fuerte inversión en materiales escolares. Varias reformas a contenidos. Etcétera.
Y sin embargo el avance fue mínimo, porque se dejaba intacta una estructura anquilosada que nunca reflejó un genuino interés por mejorar la educación. Y así se transitó por años. Hasta ahora.
Los enemigos de la denominada Reforma Educativa quieren reducirla a “evaluaciones”. Y le agregan “punitivas”. Pero tiene que ver con mejora en infraestructura;  contenidos de Planes y programas de estudio; vinculación educación superior y lo laboral; reforma de la escuela Normal;  formación continua de los profesionales docentes; evaluación docente y a directivos para ingreso, estímulos monetarios y promociones. Etcétera.
Como paréntesis es necesario referir siempre que nuestra escuela pública es uno de los mayores bienes de nuestra sociedad. Y que la mayoría de los mexicanos no hubiéramos tenido la oportunidad de estudiar si no es por la gratuidad de la educación básica. Y por la gratuidad de los libros de texto. Y que esa es una de las más fuertes razones para reformar ese estado de cosas en el sistema educativo que llevó siempre a una situación en que, se aprendiera o no, el sistema seguía funcionando como si todo fuera normal sin importar los resultados.
Ahora la perspectiva es distinta. La Reforma educativa enfoca a que todos los participantes en la enseñanza tengan las herramientas metodológicas necesarias para asegurar que se alcance gradualmente la calidad educativa. Y para ello también se debe garantizar que la escuela pública funcione todos los días.
A corto y mediano plazo la escuela deberá tener no tan solo mejor infraestructura física. Que la tendrá. Sino que deberá contar con maestros y directivos capaces de liderar el avance educativo. No será asunto mágico. Tampoco fácil. Ni con tronar de dedos. Ni en poco tiempo. Pero se alcanzará por el bien de la sociedad. Se logrará  con los maestros y directivos en funciones. Y con los nuevos que ingresan al servicio docente y función directiva a través de exámenes.
Sin retórica, la escuela tendrá que ser el centro del sistema educativo.
Por cierto. Quienes integran el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) no son improvisados. Son reconocidos investigadores: Silvia Schmelkes, Gilberto Guevara Niebla, Eduardo Backhoff, Margarita María Zorrilla Fierro, entre muchos otros. A quienes no se les puede dejar de reconocer que saben y  quieren mejorar la educación de nuestro país.

En nuestro sistema educativo, a lo ancho y largo del país, hay maestros y directivos excelentes. Y son un buen porcentaje. Y para la puesta en marcha de la nueva Ley Educativa, es un buen inicio, y significativo, el cual siempre vamos a reconocer. 

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