Higuera

Al fondo del patio de la casa, había una higuera joven. Con el crudo invierno se quedaba sin hojas. Y algunos higos se quemaban por la helada. Y al año siguiente volvía en su esfuerzo de las flores y los frutos. Nosotros estábamos listos para comerlos, al esperar que maduraran. Sus hojas rugosas, en lo áspero nos rechazaban. Y nosotros tuvimos siempre gran aprecio a la higuera. Su fruto nos prodigaba cada temporada. Le fuimos y seremos fieles. Una helada poderosa la secó en el 82 del siglo pasado, mas sigue la bella y pródiga higuera en nuestra memoria.

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