¿Podemos hablar?

¿Podemos hablar? Dijo. Y su voz sonó fuerte, falsa, en su costumbre. Claro que podemos hablar. Respondí al instante el mensaje que no era otra cosa que una invitación para decirnos nada. Nuestras cuerdas andan bien en este tiempo de frío. Con un poco de miel se relajan. Y la boca con su lengua bífida se encuentra bien para hacer el ejercicio de palabras. Además el pensamiento continúa en ese frenesí de estructurar enunciados. Con ciertos juegos de palabras. Imágenes al por mayor. Con colores saturados. Y empezamos hablar como dos islas que comparten aguas. Y se escuchó el discurso por las flores. Los versos del capitán. Y la historia venturosa de el viajo y el mar. Y juramentos cual si de animales prehistóricos se hablara. Y de la luna como si fuera una piedra mineral en las alturas. Y del modo de vida americano. Con revistas de la moda y el glamour de los fines de semana.Eran palabras entrecortadas. Era una torre de Babel. En la que se escribían también los parlamentos. De la prehistoria y de otras galaxias.Y de pronto una risa acalorada llenó el ambiente. Era la burla del Dios de los cometas. Un colibrí salió de entre las flores. Era tarde y hablamos. Con mentiras como de cuentos infantiles. La eternidad había terminado.

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