A nadie

La culpa es de nadie. O en todo caso del otro. De los otros. Mas nadie es el preciso, el señalado. ¿Quién fue? Nadie. Así sucedan cosas, Y sea más que evidente que alguien fue el que tergiversó. El que traicionó. El que lanzó bolas de humo. El que traficó aire. Y sentimientos. El que trastocó risas por monedas de oro. Nadie es el culpable. Por eso me dirijo a ti, el que eres nadie, culpable de todo. El que ha transitado cuesta arriba. El que cae y se levanta. El que paga los platos rotos y se queda a lavar los trastes que quedan. Es preciso señalarte en las palabras. Para resignado asumir la parte que te corresponde. Eres tú, el nadie, el que recibe improperios, señalamientos. Al que quieren cargar el odio, el muerto, el resentimiento, la vanidad, la egolatría. Eres tú el señalado como autor intelectual de guerras y embarazos. Nadie escribe poesía, nadie la alienta, la pregona. Y las estrellas azules a lo lejos, y el claro de luna, es nadie quien la aprecia. Por eso es preciso defender a quien alzó la mano y con valor reconoce, soy nadie. A ti te escribo. Porque te asumes sencillo, humilde, nadie. Y creces cuando te reconoces en ti mismo. En el cielo está escrito el destino. Es un decir. Que nadie diga las palabras finales.

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