El caso es que
El caso es que volaba. Tan perfectas sus mentiras que en realidad eran verdad. Y sus altas varas, columnas de carrizo, se veían como portentos de jamón. Otro era su aliento de embriaguez, sueño con serpientes, profetizó Silvio, El Mayor. El caso es que el Titanic se hundió. Una tarde de verano ¿o era invierno? Y empezó a llover. El mar en levantisca, altas olas. Borrascas en la vorágine. Volaba, sí, era fenicia, al decir de Rojas. Fue la soberana del templo. En mí parten velas las historias noveladas, dijo, musa del andén. Viajera de alta escuela. Y volaba por sobretodos y alrededor. En el sueño, la prehistoria. Y con hambre el consabido sándwich de jamón. Ah, me han dicho que necesita explicación.
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