Para Rubén Bonifaz Nuño

Calla con más fuerza la voz del poeta, en su muerte. Con fuerza tal que vuelven los poemas a la luz. A recorrer de nuevo otros caminos. Es el destino, la ruta ya trazada y prevista mucho antes. Desde el nacimiento. Porque el único requisito para la muerte es vivir. Mas vivir con gloria en las palabras. Vivir cantándole a la vida, la belleza, al vino, a las mujeres y flores. Y honrando siempre al amor y la amistad. Es muy distinto a navegar acomodando las velas a la fama. A donde sople el viento. A donde el oro sea el firmamento, O con afanes se busque una curul, diría Propercio en algún perdido verso. Y encontrado en la cima del sueño. Has muerto, poeta. Y tus poemas dan realce a la vida común. Porque fuiste y serás voz, Rubén Bonifaz Nuño, de los que en poco cuño tuvieron las palabras. Que en ti brotaron a la vida como manantiales y "Como surgidas del sepulcro abierto,/ mis palabras; en ellas, abrasando, irá este amor, hoy pasajero y blando;/ entonces ya, definitivo y cierto./ Y nosotros, ya entonces, ni siquiera/ huesos ni polvo ni recuerdo, juntos/ estaremos. Es triste nuestra vida"

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