Apuntes de diciembre

Bienvenido, diciembre. Espero nos trates mejor. Y calme ya la incertidumbre. Que desde marzo sufrimos. Y con los siguientes meses nos fue peor. No hay mal menor. Y en Tabasco sumamos inundación con octubre, y aún no acaba. No nos sorprendas. Que fluyan tus días suave. Aunque sé que cuidarnos es la clave. No importa no traigas regalos por Navidad. Ni dulces por posadas. Con salud me conformo. Alegría sea el plus. Así pues, bienvenido. Y a reír y vivir con ganas. Que la vida es bella. Y el fin no se sabe. Por eso reitero siempre: cuidarnos es clave. ¡Que emoción, ya diciembre!


2

Hace muchos años murió un tío. Acá en Tabasco se les dice "tíos" a las personas mayores que uno estima, El tío Don Alfonso, de gratos recuerdos vivió una vida plena. Así con la conciencia que solo tenemos una. Y que es efímera. Entonces se dio sus gustos, todos ellos sanos. Por ejemplo, no tomaba, ni fumaba, hacía deporte. Le gustaba caminar. Y la charla interminable con amigos. El juego de cartas también le gustaba. El caso es que era de ojo alegre, para decirlo de manera directa. Y quiso que trascendiera su nombre y apellidos apegado en el precepto bíblico de "creced y multiplicáis". Pero como todo tiene su fin, un día murió de muerte natural. Algo por la edad y el cansancio. Lo velaron. Hicieron la consabida misa de cuerpo presente antes de sepultarlo. A mi me habían avisado, solo que por asuntos de trabajo, solo pude llegar a la misa susodicha. Me quedé en la parte última y escuché el sermón del sacerdote.Ya en la parte final, luego del "podéis ir en paz, la misa ha terminado", pidió que levantaran la mano los hijos e hijas del finado tío, para "darles unas palabras de aliento especiales y directas a ellos". Para mi sorpresa levantaron la mano casi todos los que estaban en la misa, aproximadamente como sesenta. Solo unos cinco no la levantamos. Sí que se dio sus gustos el tío.


3

Me dicen que han cerrado el Café París, de Matamoros. El asunto es triste. Allí fue lugar de cita de muchas personas. Se armó un negocio. Se entrelazaron las manos por primera vez sobre la mesa. Se acordó un matrimonio entre algarabía, risas incluidas. Se organizó un mitin de protesta. Se escribió un poema. 

Yo fui uno de los parroquianos. Cuando iba a mi visita periódica a levantar el polvo de lo que fuimos. Acudía puntual a tomar un exquisito café negro. Y otro más con la plática, y con uno o dos panes. Y platicar por horas, componiendo el mundo.  Saber que la amistad y el amor son alas en la vida. Y que no estaremos más allí, por lo pronto. Algunos se fueron antes. Otros después.  Han cerrado el Café París. Velemos la memoria en el tiempo. Y soñemos. Un abrazo. Y que sirvan otro café.


4

Yo estaba en la cochera de casa, una tarde, charlando con un vecino amigo;  como fue hace años no  recuerdo si nos estábamos tomando una limonada, o cerveza, o qué se yo. El caso es que me visitó otro amigo que tenía años de no verlo. Me dio gusto la visita. Y luego las clásicas preguntas, de cómo has estado, qué tal, cómo te trata la vida. Me empieza a contar "la verdad es que bien, he estado ocupado, en un asunto que me ha preocupado desde niño, ya ves mi nombre se presta a burla, y en la primaria y secundaria y prepa, siempre se burlaban de mí, por mi nombre, que quién sabe en qué momento se le ocurrió a mi padre -¡señor mío!- ponerme ese nombre de Casimiro -Casi miro!, así que decidí entablar un juicio ante el Registro civil para cambiarme el nombre, y hay buenas noticias, me dice el abogado que ya está listo,  estoy contento por eso, así que puedo celebrar, celebremos, pásame una limonada, o de eso que están tomando".

Yo y mi vecino nos quedamos callados escuchando todo el monólogo, hasta con empatía, porque sabíamos de su nombre y sí, nos imaginamos de las burlas, y cuando nos iba contando, lo sentíamos como si fuera a nosotros mismos que nos pasaran esos años de infancia y adolescencia con esos gritos: casi miro, casi miro, casi miro. Y mi vecino le pregunta. ¿Y al fin cuál nombre escogiste para el campo? "Próculo", contesta riendo a carcajada suelta. Y sí, brindamos por el chiste. 

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