Los pequeños arreglos de la casa

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Un se queda en el pensamiento en blanco, a veces. No queremos pensar en nada, más si las noticias nos inquietan, nos desacomodan los engaños y nos muelen los desengaños. El pensamiento en blanco es algo de relax, que se debe lograr con algunas técnicas, no sé si de yoga o de fenshui, o algo que signifique lo mismo. Y bueno a mi me ayuda mucho escuchar a Debussy.

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En estos momentos de en el que somos líquido (es un decir) nos acomodamos al recipiente del tiempo. Y nos dejamos llevar por la corriente y los momentos. Es aquí que descubres una gota de un tubo pvc roto, algunas manchas de humedad en la pared, o unas puertas resecas por falta de mantenimiento. Claro, eso es lo mínimo, porque si nos fijamos con más atención, entonces vamos a descubrir que hay muchos más desperfectos que requieren con urgencia nuestra atención.

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Yo me acuso de acumular libros (ojo, no de leer), que han ido ocupando paredes, y que han sacado algunos muebles para tener su espacio, los libros, aunque sean todos amontonados. Y al verlos con ojos de otros personas, nos horrorizamos. Uno por casi no haber leído ninguno, y otro, porque el libro en sí es estético, y el conjunto de ellos también, pero todos desordenados, incluyendo algunos tirados en el suelo, ya es preocupación. Y es entonces que tenemos que tomar decisiones, tipo esa de si fuera. una isla desierta, cuáles son los cincos libros que llevarías.

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Y es aquí donde entran las tensiones para definir la línea exacta de los libros que quiero leer, los que aunque no lea o ya leí pero los quiero conservar. Y aquellos que tengo, y no me interesa leerlos, y tampoco conservarlos. Creo que puede haber otras divisiones de subgrupos: los que están dedicados por su autor, los que son una reliquia porque son viejas ediciones, o bien hechos, o tienen erratas, los que están en lengua extranjera (lo que signifique), los que me traen buenos o malos recuerdos, etc. Y en ese sentido tomar decisiones para quedarnos con menos. 

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Tiemblo cuando alguien me pregunta: ¿Y ya los leyó todos? Y ante mi respuesta que no, que algunos, que ciertamente pocos, me hacen una mortal pregunta: ¿Y entonces para que los tiene? Y allí me quedo mudo. No sé si contestarles con una grosería, con una sonrisa de benevolencia o con un librazo de cinco kilos. Y románticamente digo: es que me acompañan, es que me gusta caminar entre ellos, es que siento como que puedo hacer viajes en la distancia y el tiempo. Eso: son una máquina del tiempo. Y la persona que hizo las preguntas al escuchar estos balbuceos de respuestas sonríe como para decir que somos estúpidosquienes acumulamos libros.

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¿Hay acumulaciones en las que todos coincidan? Nunca había reflexionado en eso. Algunos acumulan tierras, oro, vacas, casas, mascotas, monedas antiguas, pinturas, esculturas, estampillas de correo, camisas, zapatos, cartas, auto antiguos, pájaros, etc. Otros acumulan utopías, anhelos, sueños, deseos, sonrisas, libros, recuerdos, imágenes. No hay confusión, cada quien a lo suyo en el concepto de vida efímera que tenga. Y cada quien se quita las pulgas como puede. Al respecto hay un dicho popular que dice: ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre. Y dicen que Don Benito Juárez planteaba la importancia de ser feliz viviendo en la justa medianía.

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Yo como en la canción de Joan Manuel Serrat: "Busqué, mirando al cielo, inspiración/ y me quedé "colgao" en las alturas./ Por cierto, al techo no le iría nada mal/  una mano de pintura."*. Y escudriñando con atención uno se da cuenta que no solo es al techo, o a una  pared, sino a la casa toda, además de otros desperfectos que uno va encontrando. ¿Antes no los tenía? Sí, solo que hemos andado a prisa, hemos obviado algunas cosas, y hemos postergado otras más para cuando tengamos "tiempo". Pero ese tiempo esperamos tenerlo el fin de semana o en las vacaciones, y esos días de asueto se nos van también sin que hayamos avanzado gran cosa en los arreglos de la casa.

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Hay que cambiar un foco, pintar el tanque de gas, quitar las hierbas a las plantas, comprar empaques redondos para la manguera, revisar el aceite al auto, lavar las sillas del comedor, ajustar el mecanismo de la taza del baño que escurre agua, impermeabilizar una área de cinco metros cuadrados, por donde escurre a la pared eternamente húmeda, reparar la bicicleta para hacer ejercicio, hacer una puerta de madera para sustituir la que no sirve...

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El tiempo no es nuestro aliado, aunque lo parece. Poco a poco te va sacando de la casa común. No te prepara. nadie te prepara. Entramos al ruedo de la vid sin experiencia. Y cuando la adquirimos, ya vamos de salid. El tiempo es como una máquina trituradora, paciente, no tiene prisa para acabar contigo.

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Mas si hablas sobre reparaciones en la casa, no olvides ni nunca que las reparaciones urgentes tienen que ver con el interior de uno, con la salud emocional, con los daños que traemos de la infancia, que conforman miedos, monstruosimaginarios, que nos impiden crecer. Y estos sí tienen más carácter de urgencia que los arreglos de nuestra casa física. Precisamente mañana que estemos en el último día del año de este 2020, pensemos en 1, los arreglos de la casa, 2, en las actividades a realizar para nuestra salud física, y 3, en lo que tenemos que hacer para restaurar nuestra salud mental y por tanto emocional. Las tres lineas de acción nos proporcionarán el bienestar que queremos. 

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