A la muerte

Muerte. Prehistórica y rupestre. Creada en el origen. Para un equilibrio del polvo y la carne. Muy actual y moderna. Cara oscura de la moneda, par siamés con la luz. Exótica e irreverente. Maldita y sana. Generadora de paz y de descanso. De dolor y angustia. Como el sol que abraza el frío de la mañana. Y este se deja envolver. Y juntos transitan el día. Para envolver la piel del amor y del deseo. De todos los tamaños la muerte. Grande y chiquita. De ningún sabor. A no ser que sea del dolor. Con los esplendentes  grises y blancos. Día de la resurrección. Al final del túnel, la luz.


Política, ella arenga en el teatro de la existencia: "soy democrática, a todos cargo por parejo". Aquel le huye a un pueblo lejano, sin saber que estaba escrito que allí sería su fin. Otros ponen ajo y palmas en puertas y ventanas. Otros más ahuyentan la mariposa grande y negra. La muerte piadosa los observa y muestra los dientes. Se recuesta y duerme. Pronto despierta y sigue su ruta, cumpliendo su tarea. De un confín a otro. De todo ser. Porque no hay grados entre unos y otros. Lo mismo la rana que un pez. Una hormiga o el hombre. Didáctica dice: "¿Te lo explico otra vez?


Políglota,  en todos los idiomas dice vamos. Y entiende el lenguaje de señas y lee los labios. Inluyente, te tiene en cuenta. Toda una dama, te cede el asiento o el paso. Y allí vas.  Influyente, entra a palacios y zonas residenciales, como Pedro por su casa. Sencilla y humilde cruza los barrios y los arrabales. Valiente, no se inmuta ante el tumulto. Comprensiva, en soledad te entiende. Solícita, te dice sí. Y niega si quieres quedarte. 



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