Los bordados de Flora

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La belleza está en todas partes y es vasta. Para ello basta reconocerla, y a lo mejor no es fácil donde el arte no es prioridad. Yo la he reconocido en varias circunstancias. Una de ellas es en los bordados deslumbrantes de Flora de Chazal, una latinoamericana más orgullosa de serlo, originaria de Argentina y radicada en México. 

La encontré como no queriendo, en mis entradas al Internet y pasando las mil cosas con el deslizamiento hacia arriba. Y me detengo en cualquier publicación que tenga sentido de comunicación. A veces en el rescate de un animal, en un poema o cita, y de pronto me deslumbran los gratos trazos con hilos multicolor.

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Ella estudió en la Universidad Nacional de Tucumán. Y con seguridad allí, lo mismo que en la preparatoria, las lecturas le hicieron tomar conciencia de la importsncia de la educación, de las raíces de nuestros pueblos, y de la importancia del arte y en específico, de la música que despierta el ánimo y logra despertar la mirada y asomarse a la belleza de la visa, y junto a ello, a las condiciones de explotación en la que viven millones de personas. Sus canciones son raíz, grito, rebeldía, entusi7`asmo y convocatoria. 

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Los bordados son soberbios. Mezcla con hilo hojas, flores, pájaros, corazones. Da vida al trópico arraigado a la tradición precolombina.  Yo encuentro allí en sus bordados los cantos floridos de Netzahualcóyotl. Y también los paisajes antes de la llegada de los españoles. Y sin duda su trabajo en el bordado es una cara de su hacer que se complementan con su cantar, al fin voces de pájaros. Como si el canto del pájaro se quedara plasmado en un pautado suigéneris hecho de hilos y colores. Pero asimismo su bordados tuviera alas y se echara a volar en su canto.

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Hace semanas dejó olvidado su instrumento musical -jarana- en un taxi. Y echó un llamado por las redes sociales, y su adorado y por lo tanto, inseparable instrumento volvió jubiloso con ella, para seguir alegrando y resistencia con sus canciones. Y hace semanas también se le echó a perder una tarjeta de memoria donde tenía guardados en archivos  gran parte de su trabajo creativo de este año.

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En sus palabras, Flora de Chazal, bordadora de cantos; cantora y juglar.