Esperamos diciembre

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Seguimos entrando a los días de diciembre, y poco a poco nos vamos acercando a las fiestas que identifican este mes. Ya en algunas casas lucen vistosas lineas de luces de colores, y en otras ya está puesto el tradicional árbol de Navidad de todos los tamaños y colores. No es para menos. Solo que estos días deberían ser distintos, aunque de hecho ya lo son debido a las noticias alarmantes de los rebrotes de la pandemia. Indispensable e inevitable hablar de este tema, aunque no nos guste, porque significa cuidar la salud nuestra y la de las personas que queremos, familiares y amigos. Demás decir que embargará la tristeza a más de 105 mil familias al tener ausente ya a uno de sus miembros. Y esa cifra es mucho mayor por quienes fallecieron por otra circunstancia distinta al fatal Covid 19.

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Pensaremos con nostalgia en otras navidades, de cuando todo estaba bajo control dentro de una "normalidad" que ahora debemos reflexionar que no en todos los casos era sana. El espíritu verdadero que tiene que ver con "gloria a Dios en los cielos y paz a los hombres de buena voluntad", y el simbolismo que representa el nacimiento bíblico de Jesús, como sinónimo de esperanza de un mundo mejor, y redención para quienes sufren por tantas causas, incluyendo las consecuencias de la plaga del lucro y la avaricia, que se traduce en concentración oprobiosa de la riqueza en unos cuantos, y la la falta para lo básico de millones de personas no solo en México, sino en el mundo entero. 

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Las iglesias (entendiendo por ella a los grupos que organizan las actividades), por ejemplo, realizan actividades de acuerdo a protocolos de cuidado, tanto en asistencia, a sus templos e iglesias, como la creatividad de salir y pasar por las casas, donde las personas esperan afuera el paso de una imagen (los que son creyentes de este tipo de ideas). Lo mismo será con las posadas, que no es aconsejable realizarlas como los años pasados, fuente de algarabía para los niños el quebrar piñata y recibir bolsas de dulces. Ni pensarlo este diciembre. Entonces, para no perder la tradición habrá de pensarse en distintas estrategias para no perder la bella tradición.


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Para mí, tradicionalmente es viajar a mi pueblo natal, Matamoros Tamaulipas, y visitar a mis hermanas y hermanos, sobrinos y convivir con todos ellos. Antes era visitar a mis padres que ya no están, mi madre desde hace 18 años, mi padre desde hace casi cuatro años. Ya desde que falleció mi madre, todo fue muy distinto, porque ella, como matriarca, era fuente de convocatoria y símbolo de unidad de todos los que venimos de esos frondosos árboles de raíz guanajuatense. Pero esas inevitables ausencias, representan nuevos acomodos en las relaciones. Ahora es llegar a Matamoros, y pasar allí unos días, pasar la Navidad, y luego cruzar al río Bravo y pasarnos otros días con las familias de mis hermanas  que viven en la ciudad de Brownsville, Texas, y recibir el año nuevo. Solo que esta vez, y a eso me refiero en el texto de hoy, no será posible por las restricciones generales y evitar contagios, que incluye el cierre de los puentes internacionales en acuerdo México Estados Unidos, para evitar los cruces no esenciales con el fin de disminuir riesgos de contagios en la frontera, o más bien, de evitarlos en lo posible.


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Una de las tareas pendientes, todos los días, es hacer conciencia, empezando en la casa, que todo buen juez allí empieza, dicen. 

Me permito transcribir un breve texto de mi amigo Luis Deyá, excelente narrador tabasqueño:

"Carta breve a mis hijas:

Ya te dormiste Patito???
Ya te dormiste Pollito???
Bueno, les voy a contar algo para que lo lean mañana.
En Oaxaca, hay pueblitos, en la sierra, donde viven gentes muy pobres, muy, pero muy pobres.
Me tocó una vez, conocer a una señora indígena zapoteca, que apenas hablaba español. Tenía una hija como de la edad de tu hermana y tú. No tenían absolutamente nada. Eran tan pobres, que se dedicaban a revender ropa usada que les regalaban. En aquel entonces, esas 2 mujeres vivían con el equivalente a mil pesos mensuales de hoy. O sea, vivían con 16 pesos diarios, las 2. Solo para comer.
16 pesos, hoy, te alcanzan, más o menos, para medio kilo de arroz. Con medio kilo de arroz, esas 2 mujeres tenían que desayunar, comer y cenar. Aprendan a valorar lo que tienen hijas. Como esa señora y su hija, hay millones de personas en México. Millones que apenas si tienen para mal comer. No hacen otra cosa que luchar todos los días por sobrevivir. Solo comer. Ni siquiera pueden enfermarse. Eso ya es un lujo. No tienen NADA.
Y esa pobreza, enorme, inmensa, terrible, brutal, injusta, inhumana... no los deja pensar en otra cosa que no sea vivir para comer, sobrevivir... y al día siguiente, otra vez lo mismo. Uds tienen TODO y demás. Aprendan a valorarlo y a esforzarse. Háganlo, al menos, como un homenaje o reconocimiento a esa pobre gente de este país, sobre la que muchos estamos parados, y cuya pobreza, dolor y tragedia es en gran medida, la razón por la que Uds están bien y tienen todo y en demasía.
Háganlo por vergüenza... por dignidad..."


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Y por "hacer conciencia" quiero decir: buscar siempre la claridad de la situación en que vivimos y en la que viven los demás, para actuar en consecuencia. Y esto último refiero que no hay fórmulas de actuar, y cada quien decide en todo momento y circunstancia el modo de hacerlo. Lo peor, dice Zigmunt Bauman (uno de los pensadores más lúcidos de nuestro tempo, recientemente fallecido) es la indiferencia, consecuencia de la discapacidad moral. La peor discapacidad de todas. La indiferencia hacia los que sufren, a quienes no tienen las condiciones mínimas de subsistencia. 


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Volviendo a la realidad de diciembre 2020, reflexionemos en hacer lo que queremos hacer estas fiestas de diciembre, con el mayor cuidado posible, aunque parezca exagerado, y no tener que arrepentirnos después por lo que dejamos de hacer. No queremos que nosotros mismos o personas muy queridas formen parte de las estadísticas de marzo a la fecha.


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El mejor regalo esta Navidad es la salud de todos ustedes, de todos nosotros. 


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