A veces me meto a la cocina

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A veces me meto a la cocina. Me gusta el lugar por lo tibio. Además de recordar a mi madre, cuando la niñez. Me gusta el espacio. Donde se mezcla lo que se tiene para el bien vivir. Un café o atole en la mañana. Un desayuno a veces opíparo y otras frugal. Por el mediodia la comida con un discurso de olor y sabor, propio de la tradición. Y por la noche algo leve, para una suave digestión.

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Si todo tiene su centro. Y cada lugar su importancia. La cocina es la vida misma, junto con el amor. La sala, la charla. La habitación, el resplandor. Mas la cocina tiene la esencia de la vida: cerebro y corazón. 

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Estos días de pandemia a la cocina me metí con entusiasmo y emoción. Eché a perder dos o tres cosas. Pero en defensa, algunas cosas salieron mejor. Yo he bromeado de que el agua tibia se me quema. Y los huevos cocidos se me pasa de hervidos, y se rompe el cascarón. Pero he combatido mi hambre solo con la intuición. Un bistec con papas, pizca de sal y poca pimienta, va agarrando sabor. Y la tortilla caliente, para sopear mejor. 

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Ahora con la pandemia, seguro que muchos hemos experimentado en varias actividades. Yo, por ejemplo, en el dibujo y la cocina, aunque específicamente en hacer pan. Ya he dicho en otras ocasiones que me gusta el pan de dulce. Entonces, con los fabulosos tutoriales de YouTube de manera fácil estamos preparando unas apetitosas donas, bisquets, pan turco, y varias cosas más. Es precioso trabajar con la harina y demás ingredientes con lo que se logran unas apetitosas piezas de pan. Y no es que salga a la primera. De pronto, en el caso de los bisquets, por ejemplo, Para que se dore la parte de arriba hay qu ponerle una barnizada de batidillo de huevo antes de meter la bandeja al horno. Ya dentro, se siente un olor agradable por toda la casa, como el olor que por las tardes se esparcía por los alrededores de la panadería Poza Rica, ubicada en la calle Zaragoza, por el parque Los Pajaritos, por donde yo trabajaba.


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Cuando niños y adolescente me gustaba estar en la cocina, donde estaba mamá. Yo era de los que iba probando lo que ella preparaba. Pero de antemano en las mañanas tomaba café acompañado de alguna galletita. Pero sobretodo era la plática, el verla de una lado a otro. O luego se sentaba a esperar los tiempos de cocción. Y me actualizaba de muchas cosas que yo no sabía.


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En 2010 la UNESCO reconoció a la cocina mexicana como patrimonio inmaterial de la humanidad. Todo ello por la gran variedad de conocimientos de preparación de platillos que se han venido transmitiendo de generación en generación, y que ha quedado registrado en muchos libros de recetas mexicanas. Recuerdo que hace más de 30 años la CONASUPO (algo así como Comisión Nacional Subsistencia popular) editó una serie de libros de cocina, con el título: Y la comida se hizo... así. Yo fui comprando los fui comprando conforme iban saliendo, quizá uno por mes. En ellos venían las recetas de cocina de determinadas regiones del país. Por cierto, también esa dependencia produjo varios discos de vinilo con música regional, y de título semejante: Y la música se hizo así. También compré varios de ellos.


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Tarde comprendí la razón por qué la CONASUPO sacó la colección de música. La cocina se acompaña regularmente con música. Mientras está uno cocinando, por lo general ponemos una música que logra que mientras amasamos la masa, picamos la cebolla, condimentamos los guisos, nuestros pies se muevan levemente al compás de bellas melodías. Y no falta quien esté cantando canciones haciendo dueto con los cantantes de moda. Recuerdo que mi madre escuchaba a Roberto Carlos (Lady Laura, La Paz de tu sonrisa) y Los churumbeles de España (Lisboa antigua, Abril en Portugal.   

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No sé cocinar. De vez en cuando me gusta entrar a la cocina, acompañado de un buen video turorial, y ya con los ingredientes a la mano, me pongo hacer experimentos, que a veces me salen de calificación nueve o diez, y otras veces de cinco o seis. A ninguna comida de carnes le hace daño ponerle una cosita de vino tinto. Sea que la pongamos directamente a los ingredientes crudos para que le acompañen en la cocción. O acompañemos la comida con una copita de vino, máximo dos. 






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