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Es temporada de mangos. Y en Tabasco se da de todo tipo conocido y desconocido en muchas otras partes. Desde el popular manila y ataulfo, hasta el mango pájaro, petacón, enano, caramelo y mango globo. Y hay otros, pero les desconozco el nombre. Lo que sí es que se empiezan a comer desde antes que maduren, una etapa que se le llama sazones, y se les aplica sal y chile en polvo, y para adentro, que su lugar es el gusto. Y esta preparación hace que hagamos gestos por el efecto del limón, la sal y lo agrio aún del mango.

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Tabasco es pródigo en frutas raras, que por cierto muchas de ellas están en extinción, y debemos hacer un esfuerzo comunal por rescatarlas. Seguramente que algo de ello debe haber en el programa federal sembrando vida. Pero se da mucho tipo de frutas. Es natural que los niños de la escuela en el medio rural nos lleven a regalar o vender pulpa de tamarindo o de guanábana. "Aquí le manda mi mamá", dice uno. "Dice mi mamá que si le compra pulpa de tamarindo", dice otro. Pero el campo es pródigo en esta entidad, con tierra muy fértil. Donde uno tira la semilla, al poco tiempo ya está la planta, y en pocos años, los frutos.

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Guaya, nance, caimito, zapote, chicozapote, carambola, maracuyá, melocotón, quinicuil, son algunos entre muchos. A mí me sorprendió sobremanera cuando llegué a Tabasco en 1979, ora una fruta, ora otra. Y así me traían de sorpresa en sorpresa. Pasada la sorpresa con el pozol, que es una mezcla de agua con masa de maíz y cacao, un día a la hora del recreo, en la primaria a donde llegué por primera vez, llevaron agua fresca de mucílago de cacao. ¿Qué es eso?, me dije sorprendido. Y al probarla y pedir más, puedo decir que gratamente sorprendido.

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Hay altos y majestuosos árboles de mango, que dan mucho fruto, de tal manera, que cae y se desperdicia, A veces algunos se atreven y piden permiso para recoger un poco. Y como hay árboles a la orilla de los caminos, entonces allí también hay mucho fruto tirado. La tierra es tan fértil que dondequiera que uno tire una semilla, a los pocos meses está la planta y en pocos años la fruta en todo su esplendor.

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Lo mismo muy altos y señoriales árboles de aguacate, que sus propietarios no gastan en ello cuando tienen sus carnes asadas, y no les falta el guacamole. Y asimismo, si uno no tiene esos árboles, entonces se nos es fácil en confianza pedir algunos de los que están en el suelo. Sin pena y sin vergüenza.

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Anona, capulín, castaña, cocotal, granada, grosella, guapinol, guapote, caco, lobo,marañón,pitahaya, pomarrosa, sarambullo, siricote,uspí y otros, son de los que están más amenazados por la extinción. Así que cuando tengamos oportunidad de sembrar (me refiero a Tabasco, pero en otros estados ha de haber también plantas de frutos en extinción) en nuestro patio o en áreas públicas cercanas a nuestra casa, y que las podamos cuidar, para así rescatarlas.

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De la castaña cuento que a las pocas semanas de estar en Tabasco, nos quedamos Lupillo (qepd)y yo un fin de semana en la casa de mis amigos ahora fallecidos Jorge y Manolo Castillo Hernández y en el desayuno, que por cierto parecía buffet por las tantas cosas que había, antes de servirme agarré algo que vi, estaba tibio, y lo empecé a masticar, la comí y al rato el segundo, cuando vi que Jorge y Manolo se reían, y ya me explicaron que se llamaba castaña, que se notaba que no la conocía, y que se le quita la cascarita para comerla. Pues ya qué, ya me había comido dos con todo y cáscara.

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Ando en el campo. Un rato en la hamaca y otro rato ante la computadora para escribir. pero falla el internet. Por eso no he terminado el texto de hoy, que tiene que ver con la maravillosa naturaleza verde de Tabasco. pero así como les parece a los tabasqueños muy natural todo lo que tienen, así yo hasta los veinte años conocía el semidesierto del norte, así que una real y linda sorpresa conocer toda esta majestuosidad de flora tabasqueña. Y me gustaría que mis amigos del norte la conocieran. 

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Una de las características de los descansos y asimismo para dormir, en Tabasco, es la hamaca. Muchas personas la utilizan. Y casi en todas las casas hay hamaqueros para colgar estas. Y hablando por teléfono con mi amigo Raúl Paredes, de Matamoros, me comentaba que acaba de comprar una hamaca columpio, a unos fabricantes artesanales de Chiconcuac, Estado de México. Muy económicas. Y al comentar del lamentable fallecimiento hace semanas de Lucio Almazán, me comentaba de algunas anécdotas, que espero escribirlas. Aprovecho para mandarle un saludo a Raúl Paredes y que esté bien así como su familia. Pronto nos tomaremos un café. Y espero que algún día se echen una vuelta por acá, y conozcan todo este paraíso del paisaje tabasqueño.

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