Hacerla de cuento

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"Tú eres puros cuentos",  es el mayor elogio que le pueden prodigar a una persona que se afana en que le digan escritor.  Intenta el cuento, la poesía y la epístola, y sueña en una novela, pero no está dispuesto a dedicarle horas, semanas, meses, años, a escribirla.

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A diferencia de la novela que requiere mucho tiempo para leerla (y mucho más para escribirla), el cuento se lee de una sentada, como se dice. Es breve y asombroso. Hay algunas novelas tan extensas que se acaban las vacaciones y no las terminamos. Y otras que cuando las terminamos no sabemos ni como empezaron. Y si las queremos platicar a nuestros amigos cuando vamos a la mitad ya estamos solos.

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El cuento es breve. Y con los libros de cuentos podemos empezar por cualquiera. Nos asomamos al índice, y nos vamos al título que más nos llame la atención. Y en un lapso de cuatro o cinco minutos ya terminamos. Y si hay tiempo buscamos otro. Y otro.

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Los cuentos chinos son muy buenos, aunque la expresión no se refiera a ello, sino a embustes, patrañas. Los verdaderos cuentos chinos son de autores de esa gran nación y en general contienen tradición, naturaleza, paciencia y enseñanzas. "Cundo despertó no supo si era un hombre que soñaba que era una mariposa, o una mariposa que soñaba que era un hombre"

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Una revista memorable es "El cuento", revista de imaginación, que fue creada y dirigida por Edmundo Valadés. Es legendaria porque como su nombre lo indica publicaba puros cuentos, fueran estos largos, medianos y breves, hasta microcuentos. Esos que parecen  chispas de la imaginación. Con dos o tres frases ya se despliega esa estructura de inicio, desarrollo y final inesperado.

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La revista El cuento en su primera época nació en 1939, a iniciativa del mismo Valadés y patrocinada por el periodista Regino Hernández Llergo. Y tuvo vida solo por cinco números. Luego vino la segunda época en 1964, con su mismo director. Y en 1981 obtuvo el premio nacional de periodismo.

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Entre los libros memorables de cuentos, destacan sin duda El llano en llamas, de Juan Rulfo; cuentos de la selva, de Horacio Quiroga, y los cuentos de Carlos Mango, De Francisco Rojas González. Otros más son canasta de cuentos mexicanos, de B. Traven, y una antología con el mismo nombre, compilación de María del Carmen Millán. Y sin duda lugar preponderante como grandes cuentistas tienen Anton Chéjov, Jorge Luis Borges, Raymond Carver, entre otros.

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Yo estoy detenido estos días en el libro Todos los cuentos de Raymond Carver. Es un librón de 712 páginas, ya voy por más de la mitad. Lo tengo en digital. Yo recuerdo que desde hace muchos años me lo encontraba en librerías y su precio siempre me lo hacía imposible de adquirir. Hasta ahora que gracias al pirateo internacional o a la democratización del arte y la cultura, lo tengo en archivo en "la nube". Y lo leo emocionado, y este fin de semana lo he de terminar, y será sobre el que hable en el taller de lectura Colibrí, de los miércoles.

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¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?" "De qué hablamos cuando hablamos del amor; "La catedral"; "Tres rosas amarillas"; y "Si me necesitas, llámame", son los títulos de los libros individuales que vienen reunidos en este gran libro de Raymond Carver. Sus personajes son los habitantes comunes de la sociedad estadounidense: rentantes, adictos al alcohol, tienen de hobby la pesca, de comunes riñas conyugales, sin grandes aspiraciones, divorcios, búsquedas de reconciliación, accidentes, y más cosas comunes les suceden lo que a cualquiera de nosotros. 



"Cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí", que es considerado el cuento más pequeño del mundo, y su autor es Augusto Monterroso.


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