La cama

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A veces pienso en la cama, ese mueble modesto o de lujo, donde pasamos casi una tercera parte de nuestra vida. Y que en la mayoría de veces la define el descanso, el sueño o el insomnio. Y suple su función, por las condiciones económicas, un petate, un catre o un cartón. Y en extremos es el piso con una colcha para mitigar la dureza del cemento o del piso de tierra. En Tabasco puede ser también una hamaca individual o matrimonial.

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La cama es un mueble que amamos y al que procuramos en lo posible que esté bien acondicionado. Sea por higiene, y sea por lugar, que esté bien ventilado, si es posible, tenga una ventana, y mucho mejor que esta recorte la luna y tengamos esa imagen antes de que empiecen los sueños. O las estrellas. O las nubes negras con la lluvia que golpea a la ventana.

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Muchas de las decisiones se toman en la cama. Sea en pareja o sea la persona solita, que antes de dormir se analiza una situación que merece análisis. Sea del tema que sea, laboral, de familia, de estudio. Una unión duradera o una separación, se define en charlas en la oscuridad o con baja luz, sea por lo romántico o por la costumbre.

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Y pienso en la modesta cama del cuarto de servicio, pienso en la cama de hospital, en las tamaño King del barrio residencial. Pienso en la de los hoteles de lujo o en los que dan hospedaje de ocasión, en las camas de motel, en la de la casa presidencial. Siempre en todas ellas el mismo fin, acomodarse en horizontal, en compañía o soledad. 

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Acomodarse en horizontal a veces es también el pasto de un parque, o una banqueta, o bajo de un puente, cuando no hubo para más. Es decir, es por necesidad. A veces se busca la oscuridad, aunque sea incómodo que pique un mosquito, que moleste una piedra. Y muchas veces es solo por descansar o por la orden primitiva del creceos sin multiplicar.

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La cama de la reina y del rey, la cama del capitán, la del poeta, la del rufián, la del avaro, la del general, la del soldado en el frente, la de Sancho Panza y el Quijote, la del campesino, la del obrero, la instrumento de trabajo en el burdel, la del cuarto que se renta a señoritas, la del estudiante en lejana ciudad, la cama en la pocilga y en el arrabal, la cama del pequeño comerciante a diferencia de la del gran capital, la cama del orfanato, la del hospital, y tantas otras, con el mismo fin. 

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Se arreglan negocios, puestos, tratados, contratos, se acuerdan destinos, se subliman anhelos, se gana sustento, se empeña el futuro, se olvida el pasado, se escribe el presente. La cama ofrece todas las posibilidades, estimula afanes, se sueñan poemas, se leen cuentos, se cuentan cuentos, medio verdades, medio mentiras. La cama es un juego de serpientes y escaleras. Es un tobogán. Un lugar de juegos. Se salta sobre el colchón. Se da respiración boca a boca. se confunden los sentidos. Se le da sentido a la vida. Se fecunda. Se funda una nueva relación. Y etc.

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Hay lechos que son de rosas, y otros que son de suplicios.

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Hay camas lujosas de hoteles de cinco estrellas, dicen. Y hay pasto suave al aire libre que sirve de cama y en las noches se ven millones de estrellas.