El circo

Para Carlos Mario Figueroa, Polvorón

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Hoy se celebra el día mundial del circo. Me felicito por haber estado allí algunas veces, pocas, por cierto. Llegaba un circo pequeño a la colonia, y mi padre hacía lo posible por llevarnos. Sacaba de sus ahorros y nos cumplía nuestro anhelo de ir a ver al payaso, al malabarista, la contorsionista, etc. Y como en esos tiempos se utilizaban animales para algunos números circenses, mirábamos a la gallina bailar sobre un comal y a los changos que comían banana (plátano).

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Pero más felicito a las personas que dedican su vida al circo. A quienes desde que nacen hasta que mueren su vida gira alrededor de esa institución que alegra a niños y adultos, y por ese solo hecho merecen nuestro respeto, cariño y admiración. Esta actividad es muy antigua. Hay vestigios sobre estas actividades desde 3000 años antes de nuestra era. Principalmente en China, India y Mesopotamia. En la Edad Media era actividad ilegal, no regulada por las autoridades. Y fue en el renacimiento que es reconocida de manera legal.

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A veces digo que si no hubiera sido maestro de escuela, me hubiera gustado ser faquir, mago, actor, músico o payaso. Solo para divertir a las personas. Solo para representar otras vidas. Realizar actos increíbles. O tocar música para baile o acompañar los lamentos de quienes amaron mucho. Otra ruta hubiera tomado mi vida, lo anterior claro, sin demeritar el trabajo de maestro que me tocó realizar por 40 años. A veces en sueños se me cumple ser otro, con esas actividades maravillosas. Y la gente ríe.

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Algunos personajes de circo han hecho historia y han destacado más allá de sus fronteras. Entre ellos: Dan Rice, payaso. Con gran ingenio fue admirado por el escritor Mark Twain y el presidente estadounidense Zachary Taylor, entre otros. Jules Leotard, acróbata y trapecista. Lilian Letzel, gimnasta, bella, acróbata especialista en los dos aros colgantes; perdió la vida en el circo, al caer haciendo una de sus rutinas. Sin lugar a dudas uno de los famosos es el escapaste Harry Houdini. Annie Jones, la mujer barbuda, como lo indica su descripción, poseía una gran barba, que era atracción del público.

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Y entre los circos más conocidos: El Cirque du Soleil. El circo de Moscú y de Pequín. El tradicional Atayde hermanos. El Fuentes Gasca. De este último recuerdo que el patriarca de ellos reunió a sus hijos y les dijo: "El circo no acaba con las familias. Son las familias que acaban con el circo". Lo anterior para motivarlos a que cada uno de sus hijos fundara el propio y no hubiera ni celos ni pleitos por la propiedad del viejo circo Fuentes Gasca. Y que a la larga se ha convertido en la cadena de circos más grande del mundo, teniendo entre ellos: el Unión; el Ruso sobre hielo; el Valentinos; el Rolex; el Chino de Pekín; el Picapiedra on ice; el Gigante de México; y el Fuentes Gasca, entre otros.

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Y están por supuesto los circos pequeños, los sencillos, los humildes, los que son regularmente una familia que trabaja, y por lo mismo realizan distintas labores. El de la taquilla es el payaso o el malabarista. Y son los estrellas de la función quienes venden las palomitas y refrescos. A mi colonia periódicamente llega uno de estos modestos circos. En uno de ellos una niña de unos 11 años era la estrella. Y a la vez recorría las gradas vendiendo productos. Uno de estos circos es de la familia de mi amigo Polvorón.

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Algunas actividades que se realizan en la sociedad las relacionamos con el circo, sin que tengan que ver. Los Tigres del norte lanzaron esta canción alegórica: "Entre Carlos y Raúl/ eran los dueños del circo/ Carlos era el domador/ era el hermano más chico/ Raúl el coordinador/ con hambre de hacerse rico/...

Se hicieron tan influyentes/ que empezaron a truncar/ los circos por todos lados/ hasta hacerlos fracasar// pa quedarse con las plazas/ y libres pa trabajar..."

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No solo en el canto popular. En la poesía también algunos escritores han utilizado figuras del circo para hacer afirmaciones sobre nuestra vida en sociedad. Uno de ellos es José Emilio Pacheco:

Los Payasos

Por los Payasos habla la verdad./Como escribió Freud, la broma no existe:/todo se dice en serio.

Sólo hay una manera de reír:/ la humillación del otro. La bofetada,/ el pastelazo o el golpe/ nos dejan observar muertos de risa/ la verdad más profunda de nuestro vínculo.

Todo Payaso es caricaturista/ que emplea como hoja su falso cuerpo deforme./ Distorsiona, exagera –y es su misión–/ pero el retrato se parece al modelo.

Vuelve cosa de risa lo intolerable./ Nos libera

de la carga de ser,/la imposible costumbre de estar vivos.

Cuando se extingue la carcajada y cesa el/ aplauso,/ nos quitamos las narizotas,/la peluca de zanahoria, el carmín,/ el albayalde que blanquea nuestra cara.

Entonces aparece lo que somos sin máscara:

los payasos dolientes.

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Pero hoy se celebra el Día mundial del circo. Y desde nuestra infancia hasta el presente les damos las gracias por alegrarnos, hacer menos pesada la vida.

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Por cierto, ya están las campañas políticas. Y con algunos candidatos, a reír. Jajajaja. No con todos.