Martha (3)

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"Y qué cree, Don Antonio, mi esposo leyó su texto igualmente sin que yo lo supiera, y en la tarde me reclamó sobre que le había mentido. Y yo pues le dije: "no se de que hablas". "No te hagas, de ese Antonio de Tabasco, que escribe poemas, y que escribió la historia de ustedes dos". Hasta imprimió las dos partes y me las puso de mala gana en la mesa donde yo me estaba tomando un café y saboreando cakes con mantequilla. Yo me hice como que no sabía nada. "Tantas Marthas que hay", le dije sonriendo para mí misma...

2

Digo, que pena que un texto genere problemas, aunque es claro que hay tantas personas de nombre Martha, y lo que cuento es lo que les sucedió aunque con variantes a millones de personas del mundo en toda las épocas. Dos jóvenes que se caen bien, que se toman de la mano, se abrazan y se dan de besos. Ese es un lugar común. Aún si hubieran tenido relaciones sexuales, que muchas si y otras no, pero eso queda en su memoria, y los caballeros no tienen, o algo así. Y además uno toma el nombre de alguien al azar, así como escribí Martha, pudo haber sido Victoria, Filomena, Edith o Rosa. Y así como tomé el basquetbol como referencia, pude decir que nos conocimos en la cancha de voleibol o en la pista de atletismo, o en el club de teatro o música. Pero esas serán otras historias.

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"El caso es que yo anduve con un Antonio como por seis meses, que realmente no sé si es usted, pero coinciden muchas cosas de las que usted escribe, otras no, en su texto Martha. Luego de esos seis meses que para mí fueron muy lindos e inolvidables, como de película, empecé andar con un muchacho que luego sería mi esposo, mi actual esposo, pero no sé por qué él me preguntaba que si Antonio yo habíamos sido novios, y yo siempre lo negué, porque fue algo así como noviazgo de amigos, como de los niños de primaria que dicen que alguien su novio o novia, pero todo es de mentirillas. Así siento que fue lo mío con Antonio. Nos tomábamos de las manos. Nos abrazábamos. Y solo de vez en cuando unos besitos. Pero mi nuevo novio terco conque no, que le dijera la verdad...

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Realmente me apena la situación. Voy a tratar de cambiarle el nombre al texto o solo le voy a dejar La muchacha M. No pondría La muchacha Z, porque podría tener más problemas de los que me imagino. Lo buscaré en Facebook en las publicaciones atrasadas y cambiarle, aunque ya se generó un conflicto que yo espero que no llegue a mayores, sobretodo que no estoy seguro que ella sea, la de la carta, me refiero, y en todo caso ese noviazgo fue hace 43 años aproximadamente, lo cual en referencia a un pasado remoto el adagio popular dice que lo que no fue en tu año no es tu daño. Trataré de expicçarselo a él en carta como esto que escribo, pero ya en específico a él, o ahora que vaya a mi pueblo de viaje, en mayo o junio, se lo explicaré personalmente.

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"Pero si tu me has mentido entonces por 43 años, sobre que no anduviste con él, qué me puedo esperar de otras situaciones que me has dicho que no es cierto", me dice. Quiero aclarar que no es agresivo, es más es muy comprensivo, es muy lector de libros de desarrollo humano que le han ayudado mucho. Hasta creo que está jugando con este reclamo. Yo de manera accidental dejé abierta mi compu en el texto Martha, él se puso a leerlo, y de allí ha sacado conclusiones que al final puede ser que no haya sido cierto el coincidir en esa persona concreta que es usted, y que efectivamente sea otra Martha y otro Antonio. Y así como hay jóvenes en las Normales, también los hay en las preparatorias y colegios de bachilleres. Los nombres son lo de menos. Lo importante es lo que se vive en el momento. Todo ello se lo comento a él, mientras veo que se sirve un café como todas las tardes y nos disponemos a platicar en los comerciales del partido de futbol o basquetbol o serie que vemos por las tardes, ambos jubilados.

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Ausmo que deberé tener más cuidado en los textos. Quizá los tenga que redactar en tercera persona. O como decía antes, ponerle solamente el señor "Y", la señorita "P", que a los que somos primerizos no le da mucho sentido, para eso solo el genio de Kafka que no se apartaba de su señor "K", que por el mundo kafkeano pueda ser el inofensivo autor, minimizado hasta para ser reducido a una letra, pero a él por su genialidad se le celebra. Pero bueno, me resignaré a tomar providencias, o cuando menos ese lugar común que dice: "los personajes y hechos que se cuentan son ficticios", y asunto arreglado.

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"Mi matrimonio es muy estable. Lo amo mucho, y ha sido muy lindo conmigo. Pero en algunas madrugadas cuando el insomnio se apodera de uno, la mente nos lleva por situaciones esas de "si hubiera hecho tal cosa, si hubiera..."  y en esas por supuesto me pongo a pensar de cómo hubiera sido mi vida si me hubiera casado con ese Antonio de la adolescencia, ese que vagamente supe que se quedó a vivir en el estado a donde se fue de maestro, de qué hablaríamos, en dónde viviríamos, a dónde viajaríamos, y se empieza a tejer en mi mente otra vida. Creo que a todos nos pasa que hay momentos por los que pasamos que nos ponemos a pensar en otra ruta que hubiera tomado nuestra vida si hubiéramos tomado una decisión distinta. No sé, Don Antonio. No se preocupe por mi esposo, ya lo platicamos. Además él ni sabe manejar pistola. Una vez compró una, que para cuidar la casa, ya sabe, la violencia en el norte, que se agudizo hace años, pero una vez nos saquearon todos los muebles, y estábamos dentro, y otra vez se le disparó sin querer, así que por eso no tenga pendientes, esa pistola la vendió hace años..."


Otra carta me ha llegado, de una persona de nombre Sofía. Me agradece que haya contado "lo nuestro", y que entiende que utilice un nombre ficticio, porque su 

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