Lecturas 34 poemas alusivos

-Hoy 3 de abril corresponde al programa 34 de Lecturas, hoy dentro de la Semana Santa corresponde a Sábado de Gloria, y la lectura corresponde a poemas alusivas.

-Soy el maestro Antonio Solís Calvillo y transmito desde la sala de mi casa en Villahermosa, Tabasco, México. El programa es de difusión de la literatura; y reitero la importancia de fomentar el hábito de la lectura en nuestros niños, hijos o alumnos. 



-La Semana Santa es una de las celebraciones más esperadas por los católicos; junto con ella, fechas como el Sábado de Gloria y Domingo de Resurrección forman parte del calendario religioso.

Este 3 de abril se conmemora el Sábado de Gloria; fecha que además es de luto, representa la muerte y resurrección de Jesucristo.

En este día la religión indica que se recomienda rezar para acompañar a la Virgen María en su duelo por la muerte de Jesús en la cruz. ¿A qué se debe esta conmemoración religiosa? Durante el Sábado de Gloria no se celebra la eucaristía y la fecha marca el fin de la Semana Santa; en este día hay Vigilia Pascual, pues se espera la Resurrección de Jesús.

En esta fecha hay un simbolismo relacionado con la crucifixión de Jesús, en la que sus discípulos estaban en luto y María le acompaña en el sepulcro. Los creyentes en esa época solían celebrar la resurrección de Cristo lanzando agua, misma que tenía un significado bautismal. Otra de las tradiciones de esta fecha es la de “mojarse”; que tiene un significado simbólico en el que se renueva la fe, hay arrepentimiento de los pecado y se recrea el bautismo.


SÁBADO DE GLORIA...

La quema de Judas es una tradición popular que surgió en nuestro país en la época de la Colonia como un método para evangelizar a los indígenas.

Representa el triunfo del bien sobre el mal por lo cual se quema una figura de cartón que comúnmente es un diablo, aunque actualmente son políticos, artistas o diversos personajes.




Soneto a Jesús Crucificado – Anónimo (Siglo XVI)

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,

que aunque no hubiera cielo, yo te amara,

y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.


Qué tengo yo que mi amistad procuras? – Lope de Vega (1562-1635)

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno escuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

Cuántas veces el Ángel me decía:
«Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!

¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!

La saeta – Antonio Machado (1875-1939)

¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

Nocturno – Gabriela Mistral (1889-1957)

Padre Nuestro, que estás en los cielos,
¡por qué te has olvidado de mí!
Te acordaste del fruto en febrero,
al llagarse su pulpa rubí.
¡Llevo abierto también mi costado,
y no quieres mirar hacia mí!

Te acordaste del negro racimo,
y lo diste al lagar carmesí;
y aventaste las hojas del álamo,
con tu aliento, en el aire sutil.
¡Y en el ancho lagar de la muerte
aun no quieres mi pecho oprimir!

Caminando vi abrir las violetas;
el falerno del viento bebí,
y he bajado, amarillos, mis párpados,
por no ver más enero ni abril.

Y he apretado la boca, anegada
de la estrofa que no he de exprimir.
¡Has herido la nube de otoño
y quieres volverte hacia mí!

Me vendió el que besó mi mejilla;
me negó por la túnica ruin.
Yo en mis versos el rostro con sangre,
como Tú sobre el paño, le di,
y en mi noche del Huerto, me han sido
Juan cobarde y el Ángel hostil.

Ha venido el cansancio infinito
a clavarse en mis ojos, al fin:
el cansancio del día que muere
y el del alba que debe venir;
¡el cansancio del cielo de estaño
y el cansancio del cielo de añil!

Ahora suelto la mártir sandalia
y las trenzas pidiendo dormir.
Y perdida en la noche, levanto
el clamor aprendido deTi:
¡Padre Nuestro, que estás en los cielos,
por qué te has olvidado de mí!


Antonio Machado 

Pascua de resurrección

Mirad: el arco de la vida traza 
el iris sobre el campo que verdea. 
Buscad vuestros amores, doncellitas, 
donde brota la fuente de la piedra. 
En donde el agua ríe y sueña y pasa, 
allí el romance del amor se cuenta. 
¿No han de mirar un día, en vuestros brazos, 
atónitos, el sol de primavera, 
ojos que vienen a la luz cerrados, 
y que al partirse de la vida ciegan? 
¿No beberán un día en vuestros senos 
los que mañana labrarán la tierra? 
¡Oh, celebrad este domingo claro, 
madrecitas en flor, vuestras entrañas nuevas!. 
Gozad esta sonrisa de vuestra ruda madre. 
Ya sus hermosos nidos habitan las cigüeñas, 
y escriben en las torres sus blancos garabatos. 
Como esmeraldas lucen los musgos de las peñas. 
Entre los robles muerden 
los negros toros la menuda hierba, 
y el pastor que apacienta los merinos 
su pardo sayo en la montaña deja.

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