Feliz cumpleaños, Verdad del Sureste


Era de ocho páginas cuando yo estaba al frente de La Verdad del Sureste. Una tarde de junio o julio de 1996, llegó Andrés Manuel López Obrador a Soledad G. Cruz, Fracc. Oropesa. Le dije: “necesitamos que nos apoye para que sea de 12 o 16, le pedí.  “Puede ser de cuatro”, me respondió sonriendo. “Lo importante es lo que se dice. Cuando empezamos con Corre la voz salía de cuatro”

Hoy cumple 29 años el diario La Verdad del Sureste. Como toda empresa ha pasado por diversas etapas. Sus inicios se identifican con oposición desde lo civil al gobierno de Salvador Neme Castillo, a quien había enfrentado Andrés Manuel López Obrador en 1988 por el gobierno del estado. 

El diario de la Sociedad civil enfrentó informativamente todo el peso autoritario de Roberto Madrazo, el de Gurría, el de Manuel Andrade, el de Granier, no tuvo épocas gordas con Núñez, me comentaron (a como se esperaba), y sigue sin encontrar ese dorado de la época siempre por venir.

Hace 29 años surge como la iniciativa de un grupo de ciudadanos con el objetivo de romper el cerco informativo y, por tanto, abrir espacio para aglutinar un ala informativa contraria al régimen que permitiera hacer camino firme rumbo a la elección de 1994, a la cual se proyectaba llegaría como candidato el mismo Andrés Manuel López Obrador. 

Su primer director fue Alberto Pérez Mendoza que en paz descanse. Y al poco tiempo dejó la dirección para que la asumiera Audelino Macario Rodríguez.

La línea editorial inicial planteada marcó la ruta desde su inicio: crear conciencia desde la Sociedad civil, con el fin de formar una ciudadanía que con información y análisis fuera tomando el rumbo de sus propias decisiones, que desembocara en la construcción de la anhelada democracia.

La Verdad caminó a la par del trayecto político de Amlo rumbo a la gubernatura del estado; fue un fiel compañero. En el entendido, si no es que todos, la mayoría de publicaciones periódicas estaban controlados por el gobernador en turno, de tal manera que no había voces discordantes ni notas que fueran ajenas al interés de lo oficial, que les tocara con el pétalo de una nota.

Por eso La Verdad del Sureste se distinguió con sus noticias, columnas, caricaturas y artículos de opinión para de esa manera conformar la cara que faltaba de la moneda de las noticias y la información. 

Por eso era esperada y llevada hasta los lugares más recónditos de los municipios, donde las noticias relacionadas con el movimiento de López Obrador, y por tanto las evidencias de lo mal que estaba gobernando el titular en el gobierno y sus amigos en turno, eran el sustento. Tan así que los mismos funcionarios la compraban o conseguían a escondidas para saber por donde andaba la crítica. Y si tocaba a los mismos contrarios dentro de los subgrupos de los que gobernaban.

La Verdad del Sureste dio cuenta de todas las marchas, de todas las manifestaciones, de huelgas, de protestas, con fotografías y reporteros de primera línea, que seguramente recibían, por decir lo menos, discriminación, y eran señalados como parte de la oposición, aunque su trabajo siempre fuera muy profesional, agudo, analítico y perspicaz. Los fotoreporteros Tomás Rivas y Carlos Pérez (Pericles), estaban siempre en la primera línea para tomar las mejores fotos que evidenciaran la represión y los excesos de quienes ostentaban el poder. Para luego ir a revelarlas ellos mismos al cuarto oscuro y tener la foto que iba a la primera plana, la de ocho, que llegara a todo el estado, y que los diarios nacionales, principalmente La Jornada y Proceso, los tomaran como referencia de la nota local cuando trascendía al plano de interés nacional.

Luego de 1988, pasando por las elecciones de 1991, por el éxodo de la democracia, y pasando por el gobierno de Manuel Gurría Ordoñez, viene la cita electoral de 1994, en el cual se enfrenta Roberto Madrazo Pintado con el mismo Andrés Manuel López Obrador. Y La Verdad del Sureste fue la espina en el zapato del oficialismo, para destacar el avance de un obradorismo pujante y del rechazo férreo que tenía Roberto Madrazo sobre todo en regiones que fueron indestructible bastión de la oposición. Todo el proceso electoral tuvo el sello distintivo del exceso de gastos de la campaña de Roberto Madrazo, que a punta de cañonazos económicos logra finalmente imponerse,  incluyendo con toma de carreteras y estaciones de radio, para lograr entrar al palacio de gobierno el 19 de enero de 1995. La Verdad del Sureste dio cuenta de todo ello. Y además dio cuenta de las cajas de la ignominia donde con documentos originales del PRI, que llegaron a manos de López Obrador, se logró demostrar que, en la campaña, el partidazo había gastado 72 millones de dólares, más dinero que en la campaña de Bill Clinton, lo cual evidentemente fueron excesos criminales, que solamente gobiernos solapadores federales y estatales podían hacer transitar tales hechos sin llevar a nadie a la cárcel, por estar encadenados en complicidad muchos funcionarios de todos los niveles.


“Y usted quién es?”. En la puerta de la oficina estaba un tipo alto como de dos metros, pelo con corte tipo militar, fuerte. “Le acabo de chocar el carro vocho”. Salí con el gigantón hacia la calle Soledad. Y efectivamente el auto Volkswagen blanco tenía una abolladura y un faro roto.  “Me lo pagas”, le dije con cierto temor. “Claro que sí, mañana”, me respondió de buen talante y humor. Le pedí la tarjeta de circulación, con timidez, pensando que no me la iba a dar. La sacó de la guantera de su vehículo. La leí. Propietario: Gobierno del Estado de Tabasco. Domicilio: Quinta Grijalva.

El caso es que La Verdad del Sureste siempre vivió en austeridad republicana. De tal manera que siendo la Agencia informativa de La Jornada, quien surtía de material informativo, siempre se tenía deuda con ellos.

Los sucesivos directores lo fueron siempre en condiciones específicas y no muy distintas: Azarias Gómez González QEPD, un servidor, Víctor Manuel Sámano Labastida, Marcos Rosendo Medina Filigrana, René Alberto López, José Luis Lara  y el actual Carlos Pérez Mendoza. Quienes con viento y marea supieron sortear dificultades, para que al día de hoy llegue el diario a los 29 años, con la peculiaridad de estar, según tengo entendido, solo en digital, no tanto por la crisis, porque siempre estuvo en crisis, sino por las condiciones de una austeridad republicana que fue su origen y que seguramente sigue siendo su presente y destino.

Sería grato para mi tener todos los nombres de quienes han participado de alguna u otra manera con la Verdad del Sureste. Pero ni mi memoria es buena,  el Alzheimer me ronda, ni tampoco conocí a todos los que están o estuvieron. Pero puedo mencionar a Tomás Rivas, al mismo Pericles, Paty Jiménez, a Samuel Soto, Edy Díaz, Armando Guzmán, a María Cristina De la Cruz, a Cecilia Vargas Simón, Primo Pérez, Julio Martín Pretelín, Don Rogelio en la rotativa, Rodrigo De Dios, a Don Antonio Abad, de circulación, Guillermo, al caricaturista Juan Román Palma, a los colaboradores, Isidoro Pedrero Totossaús, al maestro Rodolfo Lara, Armando Padilla, al contador Luis Manuel Ortiz, siempre haciendo malabares con deudas y nómina (en comentarios ayúdenme y agreguen otros nombres).


Lo resume el diario en la actualidad de esta manera: “Una larga travesía en la que diversos comunicadores, han contribuido con dedicación y profesionalismo a edificar esta tribuna libre del pueblo tabasqueño, eje, motor y razón de ser de La Verdad del Sureste”. 


“¿Qué pasó?”, con voz alta pregunté al ver agitación entre los compañeros, que alterados caminaban o corrían de un lado a otro. Salí de la oficina. Era de madrugada. En una esquina de las máquinas había una botella de vidrio rota, líquido como de petróleo tirado y una leve flama que no alzaba los 50 centímetros. Una bomba molotov fallida. “Un carro negro que no vimos las placas la lanzó”, dijo Rogelio. 


Y claro la ocasión que sacaron una edición apócrifa, con titulares llamando a la sublevación.

Salud y mejores épocas vengan para la gloriosa y heroica Verdad del Sureste. Saludos y abrazo Carlos Pérez Mendoza.

(En fotos:  con Cecilia Vargas Simón y Tomás Rivas;  con Don Antonio Abad y Vero Triano;  con con Víctor Víctor Samano Labastida y Carlos Pérez Mendoza. Y algunas portadas)

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