Carta para Jorge

Villahermosa, Tabasco; 6 de julio de 2015
Jorge Isidro:
No tengo el gusto de conocerte, pero me ha contado tu maestra de preescolar, Alejandra Tavera, de ti. Me ha dicho de los años en los que fuiste su alumno, y de las alegrías con que convivían. Entre otras cosas, de tus pregones imitando a los vendedores que pasaban por tu escuela. Y los abrazos y las risas entre ustedes. De eso trata la vida. De ser felices en lo posible y tú le diste mucha felicidad a tu maestra Alejandra y ella a ti.
No sé donde estés ahora, Jorge isidro. No sé lo que hagas. No sé lo que hayas pasado desde esos años de preescolar hasta ahora. No sé de tus sueños. Pero habrás de saber que tu maestra sigue pensando en ti, con la esperanza de que te vaya siempre mejor, aún en las condiciones en las que te encuentres. Lo que has conocido de la vida, lo que sigues conociendo, esto es la vida. Y tu madre, Doña esperanza te ha cuidado con mucho amor, y de eso estás más que seguro. Y lo seguirá haciendo por siempre. Sabes que tu pensamiento es grande. Que somos pensamientos y sentimientos. Y que el cuerpo a veces no responde como pensamos y queremos.
Mira lo que son las cosas, yo aquí, maestro de escuela, desconocido de ti, escribiéndote, Jorge Isidro, gracias a tu adorada maestra Alejandra, a quien le gustó siempre coincidir contigo en los juegos, en el trabajo escolar y en la sonrisa.
Sabes, me ha dado gusto conocerte aunque sea de esta manera, de manera indirecta. Y tu ánimo de vida, tu empeño en la vida, de mantenerte sereno, con esperanza y alegre, nos da a nosotros fortaleza y mucho ánimo para hacer mejor las tareas que tenemos en la sociedad.
Un abrazo fuerte.
De Antonio Solís

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